Inmigración, economía y vivienda
Resulta de interés analizar las proyecciones de población que realiza el Instituto Nacional de Estadística. Según el INE, la población española crecerá desde los 45 millones de habitantes actuales hasta alcanzar los 50 en 2015. Los años de mayor crecimiento serán 2007 y 2008. Para este año se prevé un incremento de población similar al de 2007, determinado por el fuerte flujo inmigratorio, con 800.000 entradas y 175.000 salidas. Para 2014 las entradas serían 550.000 y las salidas 175.000. Desde 2007 hasta 2015 entrarán 5,7 millones de inmigrantes y saldrán algo más de 1,3, esto es, dejarán un incremento neto de población de 4,4 millones de nuevos habitantes.
Hasta ahora, el INE siempre se quedó por debajo en su expectativas de crecimiento. La inmigración ha crecido más deprisa que los pronósticos que los expertos determinaron. Es verdad que también la economía ha tenido un ciclo expansivo más prolongado de lo habitual, y la una llama a la otra. ¿Qué pasará en el futuro? No lo sabemos. Todo apunta a que llegaremos a los 50 millones de habitantes, probablemente antes incluso de lo que el INE avanza. Al flujo migratorio se une un cierto repunte de las tasas de fecundidad de las mujeres españolas, hoy en día por debajo de la media europea. Parece lógico pensar que la tendencia será alcanzar el 1,5 hijos por mujer que mantienen las europeas.
Un tercer factor que ayude al crecimiento de la población, además de la inmigración y el incremento de la natalidad, será la esperanza de vida que, afortunadamente, seguirá elevándose moderadamente. Los hombres pasaremos de los 78 años actuales de esperanza de vida hasta alcanzar los 79, y las mujeres pasarán desde los 84 a los 85. A pesar de los nacimientos, la población española seguirá envejeciendo.
Como podemos comprobar, la variable más determinante y compleja de estimar es la inmigración. Actualmente están empadronados más de cuatro millones y medio de extranjeros. Los marroquíes son los más numerosos, seguidos de rumanos, ecuatorianos, ingleses y colombianos. Analizando el índice de políticas de integración de inmigrantes que elabora la Unión Europea y el British Council, España destaca por el acceso al mercado de trabajo y las condiciones laborales, mientras que estamos en la cola a la hora de conceder facilidades para obtener la nacionalidad y para la igualdad de oportunidades en la vida social, económica y pública.
¿Qué pasaría si la actual desaceleración se convirtiera en crisis económica con la consiguiente destrucción de empleo y un fuerte crecimiento en el número de parados? Si esto ocurriera, a buen seguro que bajaría el ritmo de entrada. No existe efecto llamada más fuerte que el de la seguridad de encontrar un empleo razonablemente pagado. Al ser nuestra inmigración de primera generación, muchos inmigrantes saldrían de nuestro país en busca de destinos laborales más propicios en caso de perder su empleo. Pero otros se quedarían a la espera de tiempos mejores, máxime cuando se pueden beneficiar de las prestaciones por desempleo. La percepción de la inmigración por parte de la población española empeoraría y los mensajes de integración serían más necesarios que nunca. Este escenario no es probable a corto plazo, pero es una contingencia que debemos prever. De ahí la extraordinaria importancia de regular con acierto los flujos migratorios y de desarrollar las mejores políticas de integración, ahora que las cosas marchan bien. Después, todo sería mucho más complejo.
Volvamos a la estimación del INE. Si nuestra población sigue aumentando serán precisas más viviendas. Esta obviedad es de especial relevancia el año en el que el ritmo de construcción está bajando a ritmo acelerado. Parece que de las 800.000 viviendas al año que se construían hace un año pasaremos a unas 400.000. Tienen razón algunos promotores al afirmar que se creará una bolsa de demanda no satisfecha. Esa realidad es la que permite afirmar que la crisis inmobiliaria será intensa pero no extensa. Le dolerá la cabeza a las promotoras endeudadas, pero la demanda de viviendas baratas no hará sino acrecentarse.
Todo parece apuntar que la política de vivienda caminará en la próxima legislatura -gane quien gane- a la construcción de viviendas de protección oficial, tan abandonadas durante los últimos años. España y su economía ya no serán sin inmigrantes. Preparémonos para ello.