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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El euro noquea a la libra esterlina

La desesperación de los clientes que hicieron cola el año pasado ante el banco Northern Rock en Gran Bretaña probablemente no bastaría para hacerles cambiar sus amadas libras esterlinas por los temidos euros. Pero aquella imagen propia de los años 20 de otro siglo dejó tambaleándose el orgullo de una de las últimas monedas nacionales que sobreviven en Europa occidental.

La puntilla, siquiera temporal, se la ha dado este año el desplome de su cotización frente a las principales referencias de los mercados de cambio. Desde noviembre ha llegarse a depreciarse en algunos momentos casi un 10% frente al euro. Y sobre la isla se proyecta la siniestra sombra del miércoles negro de 1992 cuando, tras depreciarse un 11% frente al marco alemán, la libra abandonó estrepitosamente el sistema monetario europeo, embrión del euro que acabó reventando poco después.

De todos modos, no parece que Gran Bretaña se enfrente a esa profunda crisis que, según repite Joaquín Almunia, comisario de Asuntos Económicos, acabará desencadenando su ingreso en el euro. De entrada, la divisa británica dispone de un mayor margen de maniobra porque no está atada a ninguna banda de fluctuación con la moneda europea, como ocurría hace 15 años con el ECU.

Aún así, el efecto sicológico de la revalorización del euro empieza a pesar sobre los británicos. E incluso los euroescépticos reconocen que durante los próximos años su numantina posición puede sufrir un penoso asedio.

Una buena parte de los analistas británicos, no obstante, se aferran a su tradicional interpretación sobre las relaciones con Europa. Y dan la impresión de que es la zona euro la que atraviesa serias dificultades. Aunque es innegable que algunos exportadores de Los 15 se pueden resentir, lo cierto es que el enfriamiento del mercado inmobiliario británico y la caída de la inversión parecen indicar que los vientos de las turbulencias estadounidenses soplan mucho más fuerte en la isla que en el continente.

La credibilidad del sector financiero británico, además, se ha visto seriamente dañada por la crisis del Northern Rock y la intervención, juzgada penosa por muchos analistas, del gobernador del Banco de Inglaterra, Mervin King. Hasta hace poco, su predecesor, Edward George, era considerado como una de las autoridades monetarias más prestigiosas de Europa y para muchos hubiera sido un excelente presidente del Banco Central Europeo si Gran Bretaña formara parte de la zona Euro. Ahora, la Vieja Dama, como se conoce al Banco de Inglaterra, parece titubeante y desorientada.

'Para los británicos, que siempre van dando lecciones magistrales en materia financiera esta crisis supone un duro batacazo', señalan fuentes comunitarias en Bruselas. 'Si se reabre el debate sobre su integración en el euro, al menos los que se opongan no podrán cuestionar la profesionalidad del BCE'.

Con todo, quizá la parte más humillante para la libra esterlina sea la indiferencia de la zona Euro hacia su cotización. Ni Fráncfort ni Bruselas, que piden casi a diario un reajuste de la cotización del dólar, del yuan chino y del yen japonés, parecen prestar atención a la evolución de la divisa británica. 'Desde el nacimiento del euro, la libra ha dejado de ser una referencia global', justifican esa actitud fuentes comunitarias.

'El euro', recordaba la semana pasada el comisario Almunia, en una conferencia sobre la primera década de la Unión Monetaria, 'se ha convertido rápidamente en la segunda moneda más importante del mundo'. La libra, en cambio, sigue siendo una poderosa moneda, pero local. Sólo local.

Pero aparte del orgullo herido, la debilidad de la libra (sobre todo, frente al dólar) puede crear problemas reales en la economía británica, como un rebrote de la inflación que obligue al Banco de Inglaterra a subir los tipos de interés. 'El riesgo', editorializaba la semana pasada el diario londinense Financial Times, 'es que los inversores extranjeros hundan la moneda. Eso convertiría un suave y benigno deslizamiento de la libra en un desagradable e inflacionista descalabro'.

Las últimas previsiones de otoño de la Comisión Europea señalan para Gran Bretaña una inflación del 2,2% en 2008, dos décimas más que el año pasado. Pero ese cálculo se hizo en base a un precio medio del barril de petróleo de 78 dólares. Ahora, rara vez baja de los 90 dólares. Y algunos bancos de inversión ya apuntan que la inflación podría llegar al 2,7%.

Un posible deterioro de la economía real británica (cuyo crecimiento previsto para este año es del 2,2%) sí preocupa en Bruselas porque puede servir de correa de transmisión de la crisis estadounidense hacia la zona euro. Expertos comunitarios recuerdan que Gran Bretaña es uno de los principales socios comerciales de Los 15 y su ralentización económica repercutiría sin duda en la orilla oriental del canal de La Mancha.

La inestabilidad política, con un Gordon Brown que no acaba de afianzarse como primer ministro, no ayuda a calmar esas agitadas aguas. El escocés, acosado por los síntomas de desaceleración económica y una caída en picado de su popularidad, ha intentado liderar alguna iniciativa para mejorar la transparencia del sector financieros. Pero, de momento, han sido acogidas con escepticismo.

Su última propuesta es una cumbre en Londres (el próximo día 29) con los líderes de las tres principales economías de la zona euro (Alemania, Francia e Italia) y el presidente de la CE, José Manuel Barroso. Las fuentes consultadas en Bruselas, sin embargo, valoran esa convocatoria como un mero 'ejercicio mediático para consumo interno'. Y recuerdan que las decisiones de política monetaria en Europa se toman en Fráncfort y las de regulación del sector financiero en Bruselas o en los tres comités de la UE especializados en banca, seguros y mercado de valores. 'El problema de Brown es que no tiene representante ni en el BCE ni en el Eurogrupo reunión de ministros de Economía de la zona euro', añaden fuentes diplomáticos.

Minicumbre

La reunión preliminar a la minicumbre del 29 de enero, celebrada la semana pasada en París entre los ministros de Economía de los cuatro países convocados y el comisario Almunia, apenas deparó una nueva llamada a las entidades financieras para que revelen cuanto antes el impacto en sus cuentas de la crisis de las subprime.

Esa escasa cosecha no augura un resultado mucho más ambicioso para la cita de Londres. Fuentes de Bruselas esperan que, al menos, la cita sirva para que Brown pueda acometer las reformas que parecen urgir en su propio país. 'Las alfombras del sistema financiero británico tienen mucho polvo debajo y cuesta mucho removerlas sin ayuda', ironizan esas fuentes. Entre el polvo que muerde la libra y el de las moquetas, Brown quizá necesite varias cumbres para arreglar su casa.

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