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Resumen 2007. La raíz de las turbulencias

El año que los más pobres sacudieron los mercados

La crisis de las hipotecas de alto riesgo ha marcado la agenda económica: ha endurecido la financiación, ha disparado el euríbor y ha castigado a las Bolsas

A principios de año, sólo en reducidos círculos económicos se pronunciaba y se conocía el término subprime. Doce meses más tarde, ha devenido en una palabra manida e imprescindible para entender qué ha sucedido en el último ejercicio. Las hipotecas de alto riesgo estadounidenses han provocado que el inversor reciba una menor rentabilidad de su fondo, que el euríbor haya alcanzado niveles nunca vistos en siete años y que el empresario inmobiliario ya no encuentre las puertas del despacho del director del banco abiertas de par en par. Así se gestó la crisis y estos fueron sus efectos.

1 Una crisis nacida en la periferia. 'Debería haber intentado hacer un hipoteca para mi gato. Estoy convencido que lo hubiera conseguido'. Habla Jim Spray, un bróker estadounidense. Su exageración ilustra la facilidad con la que se concedieron créditos en los últimos siete años en Estados Unidos. Los bajos tipos de interés, unidos al alza del precio de los inmuebles y al ansia de poseer una vivienda en propiedad desarrollaron las hipotecas de alto riesgo y los llamados créditos Ninja (no Income, no job and no assets). Es decir, se concedían créditos a personas sin ingresos ni trabajo ni activos. Por doquier nacían entidades dispuestas a otorgar hipotecas basura. Pasaron de ser marginales en el mercado a representar, en 2006, el 20% del total de las hipotecas en EE UU. En algunas ciudades nacieron auténticos barrios subprime. El académico de Harvard Niall Ferguson explicaba de forma poco académica pero certera, en el periódico The Daily Telegraph, el fenómeno sociológico de estas hipotecas. 'Extraoficialmente, subprime es un eufemismo de pobre. Y, en consecuencia, en Detroit y Memphis es un eufemismo de afroamericano, que a su vez es un eufemismo de negro'. Si la cadena subprime se hubiera terminado aquí, la crisis posterior no pasaría de ser un problema interno de EE UU. Sin embargo, el exceso de liquidez, el apetito de los hedge funds por activos de riesgo y la moderna ingeniería financiera permitieron que las entidades hipotecarias no tuvieran problemas en empaquetar esa deuda y venderla a terceros. Los paquetes estructurados mezclaban deuda de baja y de alta calidad crediticia con lo que aumentaba la calificación de estos derivados por parte de unas agencias de rating, que fueron incapaces de predecir la debacle que se estaba gestando.

2 Estalla la burbuja. El entramado subprime se convirtió en un gigante con pies de barro. Cuando falló la base, toda la estructura se desmoronó. Las hipotecas subprime tienen un tipo fijo bajo y atractivo, que al cabo de dos años se convierte en variable y se adecua al precio de mercado. A esta fórmula le sobrevino el peor escenario macroeconómico posible: saturación del mercado inmobiliario y subida del precio del dinero. Así, los endeudados veían cómo su deuda aumentaba al tiempo que su propiedad perdía valor. Las primeras en recibir el golpe fueron las entidades que conceden las hipotecas de alto riesgo.

En febrero, New Century, la segunda mayor prestamista de hipotecas basura, se declaró en quiebra. La crisis no había hecho más que empezar. Los siguientes en caer fueron los hedge funds que se habían lanzado a adquirir productos estructurados ligados a estas hipotecas.

El principal problema es que estos productos estructurados complejos se distribuyeron por todo el mercado financiero y aglutinaban deuda de baja y de calidad, con lo que nadie sabía con exactitud qué productos y entidades estaban expuestos a la crisis subprime. El mercado no discriminó y huyó como de la peste de todo lo que oliera a deuda privada. Antes de que los bancos pudieran reaccionar, las titulizaciones perdieron atractivo y su precio se derrumbó. Gigantes financieros como Citi, Morgan Stanley o Merrill Lynch quedaron atrapados. Se calcula que esta crisis podría volatilizar unos 400.000 millones de dólares. Es una estimación. Lo real e indiscutible es que el subprime ha escrito el punto final a unos años de excesiva liquidez que llevaron a los inversores a no calibrar correctamente el riesgo de invertir en productos que eran auténticas filigranas financieras. La agencia de calificación Standard & Poor's cree que las entidades financieras estadounidenses sólo han dado a conocer una cuarta parte de las pérdidas ocasionadas por las subprime.

3 Europa se constipa. El temor en Wall Street se extendió por Europa y se vivieron sesiones de pánico en las Bolsas. Y si bien en Europa las concesiones de crédito son más restrictivas que en EE UU, muchos bancos invirtieron en títulos y obligaciones referenciadas a hipotecas subprime. Deutsche Bank y Credit Suisse presentaron pérdidas millonarias. Los bancos no sabían con exactitud qué entidades estaban expuestas a estas hipotecas y eran recelosos a la hora de dejarse dinero entre sí. El paradigma económico había cambiado y los bancos al unísono gritaron: cash is king (el efectivo manda). Elevaron los requisitos para prestarse dinero entre sí y los tipos aumentaron. El banco inglés Northern Rock fue la primera gran víctima y el Banco de Inglaterra tuvo que acudir en su auxilio. Como en tiempos de guerra, el pasado septiembre se vieron largas colas en las sucursales del Northern Rock de clientes asustados que temían por sus ahorros. La falta de liquidez ha obligado a la Fed y al BCE a realizar, regularmente, altas inyecciones de capital en el sistema.

4 La economía real. El subprime sirve para entender qué significa la globalización. En EE UU se concedieron de 2002 a 2006 multitud de hipotecas a personas de poca solvencia. Y, en diciembre de 2007, a un hombre de Móstoles, el banco de su barrio no le concede un crédito que, algunos meses antes, hubiera otorgado sin problemas. Lo mismo sucede para las grandes empresas. El BCE, en su último boletín del año, constató que 'han aumentado las garantías requeridas para conceder créditos a las empresas'. Otros grandes afectados por la crisis son aquellos que aún no han pagado su vivienda. El 26% de las familias españolas paga una hipoteca que -vía euríbor- se ha encarecido sobremanera en el último año. Los bancos ahora priorizan el pasivo, y el euríbor a doce meses alcanzó en diciembre el 4,88%, su nivel más alto en siete años.

Con todo, lo peor es que a finales de 2007 aún se desconoce la magnitud total y la duración de la crisis. La única certidumbre es que en 2008, como en 2007, la palabra subprime no será extraña a los oídos de los ciudadanos.

Mercado de divisas. El euro, sin complejos

El brillante e irónico economista Fabián Estapé ha repetido mil veces que el día en que el petróleo se compre en euros y no en dólares, entonces creerá en la divisa europea. El crudo aún se vende en dólares -aunque ya existen excepciones-, pero el euro está demostrando una fortaleza inaudita y se ha convertido en una moneda apreciada en el ámbito internacional. Las bajadas de tipos de la Fed -mientras el BCE los mantenía- han colaborado a que el euro se aprecie un 11,4% en 2007. La divisa europea ha estado cerca de alcanzar la cifra mítica de los 1,5 dólares. Se quedó en 1,496. A pesar de que algunos europeos puedan sentirse orgullosos al ver cómo su moneda empequeñece al dólar, los empresarios de la Unión Europea están inquietos por el encarecimiento de sus exportaciones.

Petróleo. Los 100 dólares, a tiro de piedra

Durante los ochenta se hablaba del año 2000 como una fecha temible donde los robots dominarían el mundo y se vivirían grandes cataclismos. Llegó el año 2000 y todo siguió más o menos igual. Con el petróleo sucedió lo mismo. Un petróleo a 100 dólares parecía un escenario quimérico pero que, en caso de producirse, conllevaría terribles y apocalípticas consecuencias. Pues bien, el petróleo, empujado por el aumento de la demanda de gigantes como China e India, tocó en noviembre los 96,65 dólares y ha subido un 54% en el año, su mayor incremento desde 1999. A pesar del efecto inflacionista, los mercados han sobrevivido y algunos, como el alemán, con éxito. Nadie sabe qué deparará el futuro, pero el crudo ha rozado los 100 dólares y aún no se oyen las trompetas del juicio final.

Los fondos soberanos. Los árabes rescatan a EE UU

El liberalismo suele contraponer Estado y mercado, aunque China demuestra que ambos pueden converger. Otro ejemplo son los fondos soberanos -gestionados desde el poder y con fondos públicos-, que han ascendido la primera división del mercado financiero. El pasado noviembre, el fondo Abu Dhabi -nombre del emirato más grande de los Emiratos Árabes Unidos- auxilió a Citi y se convirtió en el primer partícipe del mayor banco del mundo al adquirir el 4,5% del capital. Citi ha perdido, de momento, 16.000 millones de dólares por la crisis. En los últimos seis meses los países asiáticos han invertido 28.500 millones de euros en entidades occidentales: Citi, Bear Stearns, Morgan Stanley y Merrill Lynch, que encuentran así soluciones al impacto de la crisis en sus balances.

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