_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Llegó la crisis, ¿y ahora qué?

Las turbulencias financieras desatadas a nivel mundial como consecuencia de la crisis hipotecaria de Estados Unidos ha culminado, después de varias intervenciones de algunos bancos centrales, en una acción conjunta llevada a cabo el pasado día 12. Los repuntes de los tipos de interés en Europa y la caída de la Bolsa en Estados Unidos ha dado lugar a una acción conjunta de los bancos centrales de Estados Unidos, Europa, Inglaterra, Suiza y Canadá, dando fin a acciones esporádicas no coordinadas de inyecciones de liquidez, bajada de tipos de interés e inclusive no intervención, como sucedió con el Banco de Inglaterra, dejando al mercado la solución del problema, que al final ha acabado con la quiebra de un gran banco.

La intervención de los bancos centrales tiene por objetivo acabar con la desconfianza que reina en los mercados crediticios, tratando de impedir que afecte a la economía real, lanzando el mensaje de que harán todo lo necesario para evitar una crisis crediticia. Subastas temporales, préstamos a tipos de interés bajo, operaciones de mercado y apertura de una línea recíproca de divisas de la Fed con los bancos centrales europeos para conceder préstamos en dólares en el sistema europeo sin que la banca tenga que acudir a Estados Unidos o pedir dinero en un mercado interbancario tenso si necesitan liquidez para operaciones ordinarias. La medida no cayó bien en la Bolsa, el índice Dow Jones cayó el 2,14% tras anunciarse el plan conjunto de los bancos centrales. El Informe de Estabilidad del BCE dice que la crisis financiera será larga y las estimaciones que existen es que tendrá influencia en el crecimiento de los países occidentales. Analicemos el comportamiento de España ante la crisis crediticia mundial.

En el sector de la construcción residencial, el estudio elaborado por el Instituto de Tecnología de la Construcción de Cataluña prevé para el próximo año una caída del 8% y para 2009 del 10%. El G-14, que agrupa 13 grandes inmobiliarias, estima que el desplome de las ventas y los problemas de liquidez ha dado lugar a que a partir de agosto se haya comenzado la construcción de un 40% menos de viviendas de las que se iniciaron en el mismo periodo del pasado año. La crisis del mercado de crédito afecta no sólo al promotor sino al adquirente, lo que se une a la subida de los tipos de interés: el euríbor roza el 5%. Todo ello llevará, a juicio del G-14, a que el incremento del paro derivado exclusivamente de la caída en la construcción residencial sea en el próximo bienio de 500.000 trabajadores. Y lo que más temen los promotores, la caída de los precios que se prevé para 2008.

Para el presidente de la Confederación Española de las Cajas de Ahorros, Juan Ramón Quintás, la crisis puede empeorar debido a que aún no se conoce la incidencia total de las hipotecas basura en los resultados de las instituciones financieras, habrá que esperar a la presentación de las cuentas del ejercicio 2007. Para la Asociación Española de Banca, hablar de crisis es injusto para el sector financiero español, ya que está bien posicionado y 2008 no va a ser un año extremadamente negativo. El Gobierno ha dicho que la industria será el relevo del ladrillo, como lo muestra el aumento que están teniendo nuestras exportaciones de bienes de equipo. Sin embargo, el indicador de empleo muestra todo lo contrario: en 2006 perdió 22.900 empleos y en 2007 la pérdida es de 29.200. La falta de productividad y la deslocalización son factores que presionan al sector.

Ya estamos inmersos en la crisis y no hemos realizado el cambio de modelo de desarrollo que es necesario para salir de la misma. Pero pasar de un modelo basado en la demanda interna a otro basado en la demanda exterior no se consigue por decreto, sino por un uso eficiente de los recursos productivos. Lo primero que habría que hacer es controlar los desequilibrios de nuestra economía: inflación y déficit exterior. æpermil;sta es una obligación primordial de todo Gobierno; el nuestro ha hecho dejación de tal facultad. El control de la demanda interna para controlar la inflación deviene indispensable. En nuestro artículo publicado en este mismo periódico, el 27 de octubre, Urgencia de un nuevo modelo de crecimiento encontrará el lector interesado, ampliamente desarrollado, el conjunto de medidas a adoptar, que pasamos a resumir.

El objetivo prioritario tendría que ser el incremento de productividad, lo que permitiría reducir la inflación, ya que con los mismos inputs se logra producir más cantidad de bienes y servicios, mejorando la balanza comercial de bienes y servicios. La cuestión está en cómo incrementar la productividad, que no es tarea fácil, ya que sólo transformando información en conocimiento, éste en innovación y ésta en crecimiento, se conseguirá el objetivo. En la economía moderna esta posibilidad depende del capital humano y del tecnológico, pero es necesario que la gestión de estos factores se efectúe con eficiencia, pues de nada servirá que los Presupuestos asignen más recursos a ellos, ya que se acumulará ineficiencia sobre ineficiencia.

La educación es por tanto un instrumento para aumentar la productividad, sin olvidar la formación profesional. Los tres informes PISA realizados por la OCDE han mostrado la grave situación que España tiene en la educación, encontrándose en los últimos lugares de los países analizados. Sin embargo, para el presidente del Gobierno la situación es bastante aceptable.

Los nuevos manuales de la OCDE distinguen dos conceptos de capital: capital riqueza y el productivo; este último incluye las tecnologías de la información y el conocimiento (TIC), resultando que la elasticidad de estas últimas tiene un mayor impacto sobre el crecimiento del PIB. Los nuevos caminos para el crecimiento de la productividad van por tanto por las TIC. En España sólo se ha asignado a estas últimas un porcentaje pequeño del gasto público, las preferencias han estado por las infraestructuras.

La reforma del mercado de trabajo será otro instrumento para aumentar la productividad. Los convenios deberían negociarse a nivel de empresa, teniendo en cuenta la productividad de cada una de ellas. La liberalización de los mercados, introduciendo una mayor competencia, y la no indiciación de los salarios y pensiones con la inflación completarían el marco de las reformas para aumentar la productividad.

Si las medidas expuestas se adoptan rápidamente será posible salir de la crisis en un periodo razonable; si no fuera así el recorrido del túnel será largo. Las previsiones de crecimiento del PIB para el próximo año son del orden del 2,5% y para 2009 inferior al 2%; el fuerte crecimiento de paro será la consecuencia inmediata.

Como nos encontramos en periodo preelectoral, los dos principales partidos políticos están utilizando como instrumento para captar votos el aumento de prestaciones públicas y la rebaja de impuestos, precisamente lo contrario que habría que hacer para alcanzar la estabilidad macroeconómica y sacar a España de la crisis donde ya nos encontramos, que se agravará fuertemente en el próximo bienio. Si cumplen lo que han prometido, la salida de la crisis se alargará en el tiempo.

José Barea. Catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_