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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Optimistas y pesimistas cíclicos

La pregunta del millón de euros en todo foro económico o financiero que se precie desde el verano es averiguar si habrá o no crisis económica mundial. Nadie duda ya de que hay una crisis financiera bastante globalizada, una oleada de impagados hipotecarios descomunal en EE UU y una alarmante desaceleración inmobiliaria en España, donde el número de operaciones de compraventa de casas ha descendido un 12% en los nueve primeros meses del año, según datos publicados ayer por los registradores. Pero sigue habiendo más dudas que certezas sobre los efectos de estas tres cuestiones sobre la actividad económica real, y sólo el primer responsable de la economía en España, Pedro Solbes, se atreve a mantener un escenario de crecimiento vigoroso en España hasta las puertas de 2010, con un avance anual del PIB del 3%.

Seguramente por optimismo biológico de alguien que ha gestionado ya el devenir de la economía en España y de la Unión Europea durante más de una docena de años y en bien diferentes escenarios, Pedro Solbes se aferra a un libreto en el que hasta los desequilibrios de precios serán pasajeros, sin más merma de la capacidad de la economía que en otros episodios del pasado, y en el que no aparece la destrucción de empleo prácticamente en ningún momento de los próximos diez trimestres. Este escenario de contenida desaceleración económica, compatible igualmente con una evolución de generoso superávit en las cuentas públicas, es también defendido por buena parte del empresariado, especialmente el bancario. La Asociación Española de la Banca no aprecia en el inmediato futuro problemas insalvables ni para la economía ni para el negocio bancario, por la diversidad de la actividad productiva en el primer caso y por la solidez de los balances de la banca española en el segundo.

Sin embargo, desde la cúpula de las cajas de ahorros se aprecia más pesimismo, con una abultada posibilidad de que la desaceleración mundial se torne en crisis y pase la correspondiente factura al sistema bancario. De hecho, admite que varias cajas han decidido ya reforzar sus mecanismos de provisionamiento de capital ante la posibilidad de encontrarse en los próximos meses con desagradables noticias sobre impagados, tanto entre crédito hipotecario como líneas de disponibilidad en manos de empresas.

Todo dependerá, en cualquier caso, del tiempo que tarde la banca global en purgar sus excesos, seguramente hasta que en el primer trimestre de 2008 las auditorías transparenten sus balances y cuentas de resultados, para que la confianza retorne al mercado interbancario y se relaje la concesión de crédito y su precio. Pero la crisis real, a la que puede contribuir una demora en la resolución de la bancaria, está en manos de la economía norteamericana. Cada semana que pasa los pesimistas son más y los optimistas, menos. La decisión de anoche de la Reserva Federal de bajar de nuevo los tipos de interés pone en bandeja el pesimismo, aunque inyecta alivio entre los operadores para la recuperación. Pero a los bancos centrales, tanto al americano como al europeo, les vendría bien toda ayuda para controlar los precios por si la bajada de tipos tiene que intensificarse para evitar una crisis global.

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