_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Bolsas al alza con el petróleo en máximos

Imaginen que hace un año le hacen llegar una encuesta a una muestra de prestigiosos economistas, reputados catedráticos de entorno económico, analistas de organismos como la OCDE o la UE e, incluso, a analistas de inversión. En la encuesta se plantea la pregunta: ¿Qué pasaría si de aquí a un año el petróleo sube hasta los 93 dólares, y añadimos una severa crisis en el mercado hipotecario estadounidense? ¿Creen que la respuesta sería que las Bolsas europeas y americanas estarían rompiendo máximos históricos? Yo creo que no, pero es exactamente lo que está pasando. ¿Cómo justificar lo injustificable?

Empecemos nuestro análisis desde el principio. El fundamento de la escalada del petróleo es el mismo desde hace tiempo. Tenemos un fuerte crecimiento de las economías asiáticas (entiéndase China) con la previsión de mantenerse durante mucho tiempo, esta economía es, además, intensiva en el uso de materias primas y energía porque es muy industrial y no tan orientada a los servicios como Europa o Estados Unidos. Ya tenemos el crecimiento de la demanda. ¿La oferta? Basta con preguntarse qué puede esperarse de Irak, Irán o Venezuela, sólo por citar algunos ejemplos, la incertidumbre está servida y el mercado apuesta y especula a la subida de precios, además endeudarse para especular es barato, lleva siéndolo mucho tiempo, desde que tras el 11-S las políticas monetarias buscaron tipos de interés bajos que ayudaran a mantener la locomotora del consumo estadounidense.

Pasemos ahora a nuestro segundo problema, la crisis inmobiliaria de los EE UU. El inmobiliario, al igual que ocurre en España, parecía hasta hace poco un nuevo El Dorado. Con bajos tipos de interés, se alentó la demanda y subieron los precios (103% en 10 años en EE UU y 251% en Irlanda en el mismo periodo, según datos de The Economist). El fuerte crecimiento de los precios ha ayudado a que la especulación en el inmobiliario se convirtiera en práctica habitual. Llegó un momento en el que, incluso las entidades de crédito, sobretodo en Estados Unidos, empezaron a prestar a clientes con un riego mucho mayor de lo habitual, las conocidas como hipotecas subprime. Pero, cuando los tipos empezaron a subir, la morosidad repuntó de forma espectacular. ¿Qué explica, pues, el optimismo del mercado?

Hay varios factores. En primer lugar, la economía mundial lleva tiempo viviendo alzas muy importantes de los precios de las materias primas y esto no ha afectado al crecimiento económico mundial (basta revisar los datos de los últimos cuatro años), así que parece que la economía puede seguir creciendo aún con un petróleo que no para.

En segundo lugar, las crisis económicas parecen más pasajeras que hace una o dos décadas y puede servirnos de botón de muestra lo acontecido en Estados Unidos y Europa tras los atentados de las Torres Gemelas. Lo cierto es que, en esta década, la volatilidad del PIB mundial ha sido mucho menor.

Y por último, para atajar la crisis hipotecaria reciente, la Fed ha bajado los tipos y el mercado ha descontado un nuevo descenso, así que el dinero sigue barato, parece que el inmobiliario frenará pero más con un soft landing que con un hard landing (en terminología de Rodrigo Rato en su calidad de director gerente del FMI). Además, los bancos americanos han diversificado su riesgo; en muchos casos vendieron a través de títulos de renta fija su deuda hipotecaria a bancos europeos, lo que explica por qué algunas entidades de esta parte del mundo han padecido, aunque sea levemente, una crisis que empezó allí.

No obstante, hay que advertir acerca del optimismo del mercado y, a pesar de que se pueden buscar justificaciones, no está demás recalcar que el crecimiento económico mundial está sometido a algunos riesgos difíciles de cuantificar y que la probabilidad de un frenazo brusco del crecimiento mundial, aunque bajo, existe. Algunos riesgos a tener presentes son: La financiación del déficit corriente de los Estados Unidos por parte de China supone riesgos para ambos; el endeudamiento americano ha llegado a niveles que hace ya tiempo se califican de alarmantes, nadie es capaz de prever el cuándo pero el ajuste se producirá; en segundo lugar, la sobrevaloración del inmobiliario parece clara y la corrección puede ser gradual o más agresiva; predecirlo es imposible. Como dice un proverbio chino: en cielo despejado puede desatarse de repente una tempestad.

Pedro Aznar

Profesor del Departamento de Economía de Esade

Archivado En

_
_