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Análisis

El dinero público busca su hueco en los mercados

Creados con parte del superávit de la balanza de pagos de países en su mayoría emergentes, el capital de los fondos soberanos supera ya al de los 'hedge funds'

Si no hubiera explotado la crisis del crédito, la gran historia de este verano habría sido el crecimiento y preeminente papel que están jugando los Fondos Soberanos de Riqueza (Sovereign Wealth Funds, SWF) en los mercados financieros internacionales y la polvareda política que están levantando debido al fuerte desarrollo que se da por descontado que disfruten en los próximos años.

La de estos fondos es la historia de la inversión de países con un fuerte superávit en balanza de pagos y que ya no se contentan con invertir sus reservas de forma conservadora en deuda del Tesoro, sino que quieren que su dinero sea más rentable. Es la historia del llamado capitalismo de Estado y de los que se han convertido en grandes accionistas a largo plazo de Barclays, Nasdaq y de Blackstone, entre otras firmas.

El departamento del Tesoro de Estados Unidos dice que no hay una sola definición de lo que son estos fondos, que efectivamente pueden tomar la forma de banco, una empresa, un fondo regular o de pensiones, como el gigantesco de Noruega. El Tesoro define a estos fondos soberanos como 'vehículos inversores financiados por el superávit de las balanzas de pago cuyos activos se gestionan de forma distinta a las reservas oficiales en manos de las autoridades monetarias'. Los gestores de estos fondos tienen 'una mayor tolerancia del riesgo', prosigue este departamento, 'y esperan una mayor rentabilidad que los gestores tradicionales de las reservas oficiales'. Sus objetivos pueden ser varios: desde asegurar las pensiones de un país, como Noruega o Kuwait, hasta financiar proyectos de infraestructura o aislar los presupuestos muy volátiles de fluctuaciones.

Lo que tienen en común es que son los Gobiernos los que controlan estos fondos, en la mayoría de las ocasiones de países emergentes, y aunque algunos, como Temasek (de Singapur) y Adia (de Emiratos Árabes Unidos), se fundaron en 1974 y 1976, respectivamente, es en estos últimos años cuando su peso se ha dejado notar con más fuerza y han empezado a entrar en el accionariado de empresas occidentales de cierta relevancia.

Dice Jan Randolph, director de análisis de riesgo soberano de Global Insight, que en general se han hecho más ricos, más grandes y son más numerosos porque muchos mercados emergentes han disfrutado de un comercio exterior muy activo gracias a su posición industrial o por las materias primas en las que tienen una fuerte posición. 'Es como si les hubieran estado inyectando esteroides en estos últimos cinco años', explica.

El profesor de la New York University y director de Rgemonitor.com, Nouriel Roubini, añadía además en un reciente editorial para Project Syndicate que estos países han podido acumular reservas que ahora alimentan el crecimiento de esos fondos soberanos gracias 'políticas cambiarias equivocadas, con divisas muy infravaloradas'.

Según las estimaciones del FMI en su último Informe de Estabilidad Financiera, los fondos soberanos controlan entre 1,9 y 2,9 billones de dólares (entre 1,4 y 1,7 billones de euros). Es una cifra modesta comparada con los 53 billones de dólares de los activos bajo gestión de inversores institucionales en mercados maduros pero es más que los estimados 1,5 o 1,7 billones de dólares de los hedge funds. Stephen Jen, jefe de análisis de divisas de Morgan Stanley, calcula que estos fondos pueden controlar unos 12 billones de dólares en 2015 y que se convertirán 'en uno de los factores estructurales más importantes de futuro para los mercados financieros'.

No sólo crecen más rápido, sino que, además, como su fuente de financiación es la balanza de pagos, el coste de conseguir fondos, a diferencia de los hedge funds, que se apalancan, es gratis.

De momento, la evolución de estos últimos años no hace que esta previsión sea descabellada. Randolph explica que en la última década han crecido entre un 6% y un 7%, pero en los últimos cinco años el crecimiento ha sido de un 13% anualmente como media. Si se apalancaran, algo que no están haciendo pero podrían hacer de forma barata, ya que tienen un alto rating, el crecimiento sería del 25% o el 30%, dice este analista, que califica esta remota posibilidad como una 'segunda ronda de esteroides'. En cualquier caso, 'lo que se ve es una aceleración, y por eso son tan interesantes y están llamando la atención de los mercados y de los políticos', explica.

Parte de esta atención se deriva del hecho de que, al ser más grandes, su comportamiento ha cambiado. Se han convertido en inversores más activos, 'en otras palabras, desarrollan una estrategia en lo que se refiere a la inversión y, de pasar a comprar deuda americana o alemana con calificación de triple A y ser los prestamistas de Occidente, ahora están pasando a ser los poseedores de algunos de sus activos', explica Randolph. No suelen invertir en su propio suelo porque no siempre es posible y por evitar el recalentamiento de sus economías.

En mayo, en los días previos a la salida de Blackstone a Bolsa, el Gobierno de China comprometió una inversión de 3.000 millones de dólares en la empresa de capital riesgo. Entonces, el Gobierno de Pekín no había lanzado el fondo soberano a través del cual tendría el control de esta participación. Pero se pusieron rápidamente a ello tomando como modelo el fondo Temasek, fundado hace más de 30 años por el que se considera el padre político de Singapur, Lee Kuan Yew. Este fondo, China Investment Corp. (CIC), se constituyó el 29 de septiembre e invertirá 200.000 millones de los 1,3 billones que el Gobierno chino tiene en sus reservas de divisas.

Detrás de algunas recientes operaciones como la compra del 26% de la Bolsa de Londres y el 20% de Nasdaq, está Dubai Group, y tras la adquisición del 5% de Barclays están CIC y Temasek. QIA, del Gobierno de Qatar, quiere comprar los supermercados Sainsbury.

Las inversiones de estos fondos pueden ser importantes para muchos mercados, pero los analistas no creen que ello vaya a dinamizar sin más los índices, porque su inversión no es indiscriminada, sino que da señales de tener una estrategia. China y Singapur, por ejemplo, se inclinan por entidades con exposición en mercados emergentes.

Los responsables de estos fondos se comportan y hablan como los banqueros de inversión. De hecho, es de este sector desde donde se ha captado la experiencia para su gestión. Aunque la mayoría de los Gobiernos dan a sus gestores el mandato de operar el capital, parte puede ir a parar a los bancos de inversión. Actualmente toda esta banca, Morgan Stanley, Deutsche Bank y Merrill Lynch están poniendo en marcha equipos de análisis de fondos soberanos para prepararse para operar con ellos.

Quienes no están tan contentos son los políticos. Es cierto que estos inversores llevan dinero a los mercados y normalmente son inversores pasivos a largo plazo, todo un ideal. Sin embargo, tanto en la UE como en EE UU se está empezando a sospechar de las intenciones de unos Gobiernos con los que las relaciones son en algunos casos tirantes. El temor es que con la propiedad de activos llega la influencia, y se teme que algunos regímenes utilicen este poder como arma política y económica.

En Europa se pide transparencia a estos fondos y en EE UU ya se argumentaron razones de seguridad nacional para impedir que una compañía controlada por el Gobierno de Dubai se hiciera con el control de un buen número de puertos del país. Para los países en desarrollo es una excusa para el libre mercado que desde Occidente se predica.

El capitalismo de Estado

Desde EE UU y la UE se ha levantado la voz de alarma porque, salvo en casos como el de Temasek o el fondo de pensiones de Noruega, estos pool de capital soberano son muy poco transparentes y en ocasiones se duda de si sus intenciones son sólo económicas y no políticas.A países que llevan décadas privatizando sus empresas no les termina de cuadrar este llamado capitalismo de Estado. La líder alemana Angela Merkel ha sido una de las primeras en Europa en levantar la voz de alarma. En China, el Gobierno le prometió que CIC no tenía intención de comprar participaciones estratégicas en grandes compañías occidentales, pero lo que preocupa a Merkel son Rusia y Gazprom y la posibilidad que el mercado de la energía sea un arma política para este país. Para Merkel, las compras de empresas por fondos soberanos son un riesgo nuevo y se deben analizar como en EE UU hace la agencia de inversiones extranjeras (CFIUS). EE UU en alguna ocasión ha esgrimido la seguridad nacional como motivo para no autorizar alguna compra, aunque últimamente los fondos han invertido en lobbies y la hostilidad se ha rebajado mucho.Tanto Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, como el comisario Joaquín Almunia y el presidente de la SEC, Christopher Cox, quieren que en este sector haya más transparencia (algo que costó mucho pedir para los hedge funds).Los políticos occidentales esperan que el FMI establezca unas reglas del juego para estos fondos, pero el organismo cuenta con muchos accionistas y debe tener tiento para no alienar más a los países emergentes so pena de correr el peligro de ser más irrelevante para ellos. De momento las reglas de transparencia son voluntarias.

Operaciones de calado. Los Estados diversifican su cartera de inversiones

Barclays. Accionistas de China y Singapur. China Development Bank y Temasek, de Singapur, entraron el pasado julio en el capital de Barclays cuando este banco estaba en pleno lanzamiento de su opa sobre ABN Amro y necesitaba fondos. Estos dos fondos le apoyaron comprando algo menos de un 3% cada uno. Temasek es también (desde 2006) accionista del banco británico Standard Chartered y en agosto elevó su participación al 15,3%. Por lo que se refiere al banco chino, especializado en financiar infraestructuras en el país, Barclays ha creado una sociedad con éste durante cinco años para el mercado de las materias primas y de energía. Por cierto, que en la operación de compra de Barclays la entidad china fue asesorada por Blackstone.Blackstone. El capital público y el privado cruzan caminos . Blackstone y Apollo, luego Carlyle. El muy reservado capital riesgo y el capital estatal han cruzado sus caminos. China compró, a través de lo que luego sería China Investment Corp, algo menos del 10% de Blackstone apenas unas semanas antes de que esta gestora saliera a Bolsa. Unos meses después Carlyle Group vendió un 7,5% a Mubadala Development, un fondo de Abu Dhabi, por 1.350 millones de dólares. Mubadala también ha invertido varios cientos de millones en uno de los fondos de Carlyle. A principios de verano, Apollo Management vendió un porcentaje pequeño al Adia, también de Abu Dhabi, uno de los fondos soberanos más grandes y cuyo objeto es hacer inversiones no estratégicas.London Stock Exchange. Una pieza de los mercados de capitales. Los propios mercados dan que hablar y los fondos soberanos de los Gobiernos de Oriente Próximo escuchan. Apoyado en el fondo Dubai Group, el mercado de este emirato (que controla dos parqués) acordó hace unas semanas comprar un 19,9% del mercado Nasdaq de Nueva York y comprarle a su vez a éste el 28% que poseía en el London Stock Exchange. El acuerdo se completó con la toma de posesión de Nasdaq de un tercio de una de las dos Bolsas de este emirato y el 47% del mercado sueco OMX.Un fondo de Qatar adquirió también un 20% del mercado londinense y se hizo con una participación por debajo del 10% en el OMX. Recientemente ha dicho a los reguladores que quiere aumentarla.Sainsbury La cesta de la compra del Reino Unido. Con el crudo en máximos, los Estados del Golfo Pérsico han decidido abrir su cartera a distintos tipos de compra. En 2006, DP World, de Dubai, compró Peninsular & Oriental, lo que le dio la gestión de varias docenas de puertos del mundo. En mayo, Saudi Basics adquirió GE Plastics, y Delta Two, un fondo de Qatar, está estudiando la compra de la cadena de supermercados británica Sainsbury por 10.450 millones de libras. El fondo ya tiene un 25% de este supermercado, que no pudo comprar antes el capital riesgo (CVC), y las negociaciones siguen para hacerse con el 100% del capital. Sainsbury, controlada por una familia, es la tercera cadena de supermercados del Reino Unido tras Tesco y Asda.

Fondos con objetivos distintos

El FMI tipifica los fondos soberanos según sus objetivos, aunque éstos pueden variar conforme pase el tiempo. En este sentido, y entre otros, hay Fondos de Estabilización de países con muchos recursos naturales, cuyo objeto es aislar el presupuesto y la economía de la volatilidad de los precios de las materias primas. Se montan para que los años de altos precios se puedan compensar los de bajos.Los Fondos de Ahorro tienen como fin compartir el patrimonio entre varias generaciones. 'Para países ricos en recursos naturales, estos fondos convierten los activos no renovables en una cartera financiera diversificada internacional para proporcionar riqueza a largo plazo a futuras generaciones', señala el FMI.Los Fondos de Desarrollo existen para financiar prioridades socioeconómicas (como infraestructuras) y los Fondos de Pensiones se ponen en marcha para asegurar las responsabilidades del Estado en previsión social.

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