Bruselas cierra la puerta del mercado de la UE a la rusa Gazprom
Las empresas energéticas extracomunitarias sólo podrán invertir en el mercado europeo si su país de origen suscribe un acuerdo bilateral con la UE, según un proyecto de directiva aprobado ayer en Bruselas. La ley, cuando entre en vigor, cierra el mercado europeo a gigantes como Gazprom.
Bruselas dio ayer un portazo, no por esperado menos sonoro, a las aspiraciones de Gazprom y otras compañías internacionales a convertirse en actores relevantes del mercado energético europeo. La Comisión Europea aprobó un proyecto de directiva con un cláusula envenenada que supeditará las inversiones de empresas extracomunitarias a un acuerdo de reciprocidad entre su país de origen y la Unión Europea.
El dispositivo, que en los pasillos de la Comisión se denomina ya con ironía como la cláusula no-Gazprom, exige además que las compañías extracomunitarias que quieran aprovecharse de la liberalización del mercado europeo apliquen las mismas reglas que en Europa. Bruselas asegura que esa imposición no contraviene las normas internacionales sobre libre circulación de capitales.
El presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, subrayó tras aprobar el proyecto que 'el objetivo no es impedir que esas compañías jueguen un papel más importante en el mercado europeo. Al contrario. Es para garantizar que todos juegan con las mismas reglas'.
Pero, de facto, la norma blinda las compañías energéticas europeas frente a predadores extracomunitarios del sector energético, porque no parece probable que ninguna empresa de un país vecino cumpla los criterios previstos. Sobre todo, porque el proyecto de directiva aprobado ayer por el organismo comunitario endurece también las condiciones de segregación y propiedad para las empresas europeas.
La ley, que deberán negociar ahora los 27 países de la UE y el Parlamento europeo, pretende desmembrar las empresas europeas que actúan al mismo tiempo en toda la cadena del mercado energético (generación, transporte y distribución). El proyecto de directiva prevé la escisión de esas compañías. Pero el nombre y nacionalidad de las probables víctimas (la alemana Eon o las francesas EDF y GDF) ha llevado a Barroso a ofrecer una segunda opción: mantener la propiedad de la red, pero ceder su gestión y mantenimiento a una compañía independiente.
A cambio, la CE advierte a los países que elijan esa modalidad que será necesario aplicar normas reguladoras mucho más exigentes. En concreto, Bruselas quiere que el gestor de la red se comprometa a llevar a cabo los planes de inversión (para 10 años) que le exija el regulador nacional y que el propietario asuma el gasto necesario.
Una tercera posibilidad sería que gigantes como RWE o EDF se limitaran a ser accionistas minoritarios en la filial que creasen para gestionar la red.
La segregación propuesta por la CE no atañe a las empresas de distribución. Fuentes comunitarias también indican que la CE podría aceptar durante la tramitación de la directiva un tratamiento más benévolo para las gasísticas.
En todo caso, a las compañías extracomunitarias que quieran invertir en Europa no les bastará con aceptar esa escisión. 'La segregación es una condición, pero no suficiente', advirtió ayer el comisario de Energía, Andris Piebalgs. 'Hace falta también un acuerdo entre sus países y la UE'.
Rusia, el principal suministrador de gas de la UE, se niega de momento a suscribir ese tipo de pacto. Moscú firmó la Carta de la Energía, un convenio llamado a regular la relación entre los diferentes actores del mercado energético, pero el presidente ruso, Vladimir Putin, se ha negado a ratificarlo. Bruselas buscó como alternativa un acuerdo estratégico que incluyera el sector energético, pero el conflicto entre Moscú y Varsovia abortó el intento.
Pero Gazprom cuenta con importantes aliados dentro de la UE para intentar planta cara a esta ofensiva de Bruselas. Ha firmado contratos con GDF hasta 2015 y con Eon y la también alemana Wintershall hasta 2020 y 2030, respectivamente. Con esta última compañía comparte además la propiedad de unos 2.000 kilómetros de gasoducto en Alemania y el mayor almacén subterráneo de gas de toda Europa.
Barroso renuncia al regulador europeo
Bruselas renuncia a su idea de crear un regulador europeo para el sector energético. Esa fue una de las propuestas estrellas de la Comisión de José Manuel Barroso cuando anunció el año pasado su iniciativa legislativa para mejorar la liberalización del mercado. Pero ayer, cuando llegó el momento de aprobar el proyecto de directiva, el regulador desapareció. La Comisión se conforma con una Agencia de cooperación entre los reguladores nacionales.El cambio era previsible, porque la idea del regulador europeo fue dinamitada por Francia y Alemania tan pronto como la planteó. Aun así, Bruselas calcula que el nuevo órgano, sin apenas funciones, costará unos seis o siete millones de euros al año al presupuesto comunitario.Pero el regulador no es la única ausencia del nuevo programa legislativo. La patronal europea del sector eléctrico, Eurelectric, también echa de menos un impulso claro a la integración del mercado. 'La integración regional del mercado', señaló ayer el presidente de Eurelectric y de Endesa, Rafael Miranda, 'debería ser una obligación, no un mero deseo'. Miranda teme que la introducción de operadores independientes de la red sólo consiga 'reforzar el actual planteamiento nacional y retrasar el proceso de integración'.La patronal de la industria europea, por su parte, lamentó que la CE no haya tenido en cuenta la importancia en el sector energética de los contratos a largo plazo entre proveedores y clientes.
Luz barata si se parten las eléctricas
La comisaria europea de Competencia, Neelie Kroes, firme partidaria de obligar a empresas como Eon a desprenderse de su red de transporte de electricidad, aseguró ayer que en los países donde se ha optado por esa solución el precio de la luz sólo ha subido un 6% desde 1998 mientras que en el resto se ha disparado un 29%. 'Los precios mayoristas en Alemania son un 10% más baratos que en Reino Unido país que optó por la escisión de las empresas. Pero las empresas alemanas pagan entre un 25 y un 30% más por su luz, y los hogares un 31%'.