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CincoSentidos

De la crisis de la autarquía al Estado de bienestar

El dilatado camino emprendido por España desde mediados del siglo pasado para encontrarse con Europa es uno de los periodos más trascendentales de su moderna historia y, tal vez, pese a la dureza del inicio, el más positivo. El país pasó de sufrir y vivir en la más absoluta bancarrota, con una moneda que no era convertible en el mundo, a instalarse en el Estado de bienestar. De ser una nación de emigrantes a convertirse en una de las zonas del mundo que más inmigrantes ha recibido en la última década.

æpermil;sas podrían ser algunas de las conclusiones extraídas de La larga marcha (Ed. Península), una extensa obra de Joaquín Estefanía que describe el proceso político y social de modernización de las estructuras productivas españolas, iniciado en 1959 con el plan de estabilización del Gobierno de Franco, con el que se intentaba reflotar una economía moribunda, ahogada por la dictadura y la autarquía.

En la presentación de libro, tanto Pedro Solbes, vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía, como Juan Luis Cebrián, consejero delegado de Prisa, y la ex ministra de Cultura, Carmen Alborch, resaltaron la trascendencia de la integración en Europa para España. Al acto asistieron, entre otras personalidades del mundo de la empresa y de la cultura, Luis Ángel Rojo, ex gobernador del Banco de España; el catedrático Emilio Ontiveros; Carmen Alcaide, presidenta del INE; el ex ministro Juan Manuel Eguiagaray y el empresario Juan Miguel Villar Mir.

El libro es una mezcla de lo que en parte es su autor: rigor histórico y perfeccionismo en las cifras, que confluyen desde su formación económica, con un lenguaje ameno, que no obvia la anécdota, que proviene de su profesión periodística. Y, quizá, de ambas vías emerge el sentimiento. Porque el ex director de El País demuestra que un libro de economía se puede escribir con pasión, tanto por los hechos como por el país que vivió ese proceso durante décadas.

Empieza el desarrollo

Estefanía fija cuatro etapas diferenciadas en este periodo histórico. La primera, desde 1959 a 1975, está marcada por el desarrollo económico, una vez comenzó a surtir efecto el plan de estabilización y con el que se lograron crecimientos anuales del PIB del 7%. Una reflexión que hace sobre estos años se refiere a cómo en el raquítico panorama político nacional se fue imponiendo la corriente que mejor representaba la capacidad de adaptación del franquismo, el Opus Dei. Además de las figuras del momento, como el ministro Ullastres, el autor cita a técnicos que hicieron posible que España superase el riesgo de suspensión de pagos, los entonces jovencísimos economistas, Enrique Fuentes Quintana o José Luis Sampedro, entre otros.

La siguiente fase, de 1975 a 1985, se abre con la muerte de Franco y la llegada de la democracia. Diez años llenos de acontecimientos de peso, desde la transición democrática con la UCD, la llegada del PSOE al poder y la integración de España en la Comunidad Europea. Fueron momentos convulsos, condicionados por la crisis económica. Aunque, como el autor destaca, caracterizados por la capacidad de negociación. De esa década, Estefanía, que no hace saltos en el vacío, destaca personajes que enlazaron varios periodos, como el ex ministro Villar Mir.

Luego, de 1982 a 1992, cuando el aterrizaje en Bruselas era ya una realidad, vinieron los positivos efectos de la integración, que convirtieron a los ciudadanos españoles en uno de los mejores embajadores del euro-optimismo. Después, entre 1992 y 2007, llega la normalidad, en parte perfilada por la crisis de la UE y el fracaso de la aprobación de una Constitución para Europa.

El libro, que incluye documentos económicos clave, no se centra exclusivamente en Europa. Se reflejan otras decisiones, a veces mal recibidas, que han desembocado en la situación actual.

Una historia de solidaridad

Como señalaba Joaquín Estefanía ayer al presentar su libro, cualquier persona que haya viajado por España, especialmente por el sur, en los últimos 15 años ha podido captar grandes diferencias. Las debidas a la integración de España en la UE. Las infraestructuras construidas con presupuestos comunitarios están ahí, como prueba de una historia que, según sus palabras, es de solidaridad. Es un testimonio de piedra, cemento y hormigón creado con las transferencias de rentas desde los países comunitarios a España, que se han elevado a 118.000 millones euros. Tal vez, como las ventajas que da estar en el ámbito europeo eran básicamente asumidas por casi todas las fuerzas políticas, no siempre por las mismas causas, en La Larga Marcha el protagonismo del proceso de convergencia no se adjudica a una única formación. Aunque, por motivaciones de fechas, el autor cita a personajes como el vicepresidente económico de UCD, Fernando Abril Martorell, por su capacidad de aunar voluntades políticas y sociales. También a otros ministros de ese partido, como Juan Antonio García Diez, que prosiguieron las conversaciones con Bruselas, hasta llegar al equipo elegido por Felipe González, que se encontró con una economía estancada, una inflación del 14% y una tasa de paro del 17%. En ese contexto, la ortodoxia seguida por Boyer y Solchaga, en sucesivas etapas, tenía en parte como meta, además del saneamiento de un país todavía por modernizar, el apoyo de organismos internacionales.En el libro se pone de manifiesto que en la posterior política económica del PP no se percibe una ruptura con las etapas anteriores. Hay continuismo con las medidas puestas en marcha por Pedro Solbes, ministro de Economía hasta 1996, que tenían como objetivo que España cumpliese desde el primer momento con los criterios económicos del Tratado de Maastricht y de la moneda única.

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