EE UU pide a China una mayor fluctuación del yuan para evitar desventajas competitivas
El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, fue ayer al grano al abrir las reuniones de dos días para el Diálogo Estratégico con China. Ante la delegación de ministros de ambos países, el secretario del Tesoro afirmó que las diferencias entre China y EE UU 'no son en cuanto a la dirección del cambio (de China) sino en el ritmo de éste' y advirtió del creciente sentimiento antichino en este país.
Paulson dijo que entre las muchas virtudes de los americanos no se cuenta la paciencia y pese a que en estas reuniones se habla de cuestiones de largo plazo, quiere resultados tangibles. La razón es que 'hay un creciente escepticismo con respecto a las intenciones de ambos países'. Paulson explicó a la delegación china, liderada por la viceministra Wu Yi, que su país se ha convertido 'en el símbolo de la cara negativa, real o imaginaria de la globalización'.
EE UU quiere que China deje fluctuar libremente el yuan para que sus exportaciones no tengan una ventaja competitiva derivada de una divisa con un valor artificial e infravalorado en un 40%, según Washington. Pekín abrió la banda de fluctuación en 2005 tímidamente y dio un paso más ampliando esta banda el viernes. Pero en EE UU se sigue pensando que la apertura es pequeña. Hasta 42 congresistas firmaron una carta la semana pasada urgiendo a la Casa Blanca a denunciar a China ante la OMC por la cuestión de la divisa. Algunos de estos congresistas se reúnen hoy con Wu y otros ministros.
Wu dijo ayer que el compromiso de su país es reequilibrar la balanza de pagos internacional'. Buena muestra de su intención son los gestos previos al encuentro: la ampliación de la fluctuación del yuan, la petición de un pedido de compras por valor de 12.000 millones de dólares, la imposición tarifas a la exportación de sus propios productos de acero y la inversión de 3.000 millones de dólares en la OPV de la empresa de capital riesgo, Blackstone.
A raíz de la cumbre, Paulson espera que Estados Unidos obtenga un mayor acceso a las rutas aéreas chinas para los aviones comerciales americanos, la apertura de los mercados financieros y que se deje subir la participación extranjera en bancos chinos por encima del techo del 25%.