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CincoSentidos

Una urna para cada país

Los sistemas de voto en el mundo se parecen al español, aunque hay excepciones. Es el caso del sufragio obligatorio de Italia y el registro voluntario de Francia

En la segunda vuelta de las recientes elecciones presidenciales francesas la participación alcanzó la cifra récord del 85%. Pero tenía truco: era el 85% de los que se habían inscrito, no de los que podían votar. A diferencia de países como España, donde la inscripción es automática, allí los ciudadanos con derecho a voto tienen que registrarse en cada convocatoria electoral, aunque desde 1997 los que cumplen 18 años quedan inscritos automáticamente. En el otro extremo figuran países como Italia, donde el voto es obligatorio.

'La mayoría de países europeos funciona igual que España', señala Manuel Martínez Sospedra, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Cardenal Herrera. 'En Francia se hace así por tradición'. A pesar de las apariencias, los franceses participan más o menos igual que los españoles en las elecciones, con un 76% frente al 73%, según datos recogidos por Mark Franklin, del Trinity College (Connecticut, EE UU).

También en EE UU hay que inscribirse, aunque las cifras de abstención son bastante mayores, sobre todo en las elecciones locales. El catedrático de Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid José Ramón Montero considera que 'a los políticos estadounidenses no les interesa cambiarlo porque tienen más margen de maniobra'. En otros casos, el motivo para tener un registro de electores es precisamente la ausencia de un registro civil fiable, sobre todo en democracias en vías de desarrollo.

Abstención y castigo

En Occidente el voto es obligatorio en Bélgica, Italia, Grecia y Australia, entre otros países. Lo habitual, sin embargo, es que abstenerse no tenga castigo efectivo. 'En Suiza', recuerda divertido Martínez Sospedra, 'se llegó a la paradoja de sancionar al que no iba a votar dándole de baja en el censo; era como prohibir el tabaco a los que no fuman'. Donde sí tiene consecuencias es en Latinoamérica, 'donde hace falta el carnet de elector para muchas gestiones administrativas', explica Montero.

El método se impuso en aquel continente poco acostumbrado a votar porque 'la élite pretendía poner en marcha el sufragio rápidamente'. También se aduce como razón para imponer esta opción, explica el experto, 'lograr una mayor igualdad, que no voten sólo los mejor informados'. Quienes la critican 'defienden que el voto es un derecho y que la abstención es una manera de expresarse políticamente', en palabras de Ayman Ayoub, de IDEA International, una organización intergubernamental para fomentar la democracia.

Algunos países llegan a pagar el viaje a los emigrantes para que acudieran a votar, como en Italia en los años 50 y 60, recuerda Sospedra. 'Eso evitaba los fraudes del voto por correo. En Francia hubo escándalos al respecto y por eso los electores tienen que ir a las embajadas a votar, lo cual reduce la participación', señala. 'En cambio, el método español no es fiable; en las elecciones de 1989 se estuvo a punto de anular el resultado de algunas circunscripciones por el voto por correo'.

La tendencia, señalan los expertos, es a facilitar el sufragio sin hacerlo obligatorio, como en España. Al margen del sistema, hay otros factores que inciden en la participación. 'En general es mayor en los países desarrollados, especialmente en los nórdicos', explica Montero, 'pero hay excepciones', como los mencionados EE UU y 'Suiza, donde pase lo que pase el Gobierno siempre va a ser el mismo. Eso sí, tienen tradición de referendos, en los que la gente vota más', añade.

Los requisitos para ser elector varían también. La mayoría de edad es el más común, con excepciones. 'En Brasil, Nicaragua y Austria, por ejemplo, pueden votar desde los 16', cuenta Martínez Sospedra. En cuanto a la ciudadanía, lo normal es que los extranjeros residentes puedan votar en las elecciones locales y no en las legislativas. 'Hay excepciones, como las elecciones para el Parlamento Europeo', señala Sospedra, quien advierte también de la inconsistencia legal que supone que el voto de los extranjeros en las municipales compute para las diputaciones provinciales, que se eligen de forma indirecta. Aunque, como recuerda el experto, ya el hecho de que las diputaciones no sean elegidas por sufragio universal es una excepción en la Carta Europea de la Autonomía Local, a la que se acoge España.

El voto electrónico, cada vez más extendido

Votar desde casa y por internet. Parece un antídoto contra la abstención, pero tiene sus desventajas. '¿Quién nos asegura que no está el jefe, o el padre de alguien, obligándole a votar una opción determinada?', se pregunta Josu Mezo, profesor de sociología de la Universidad de Castilla La Mancha. Este método sólo se ha probado puntualmente en Suiza y Estonia.Más común es el voto electrónico pero presencial, que se ha utilizado también en Bélgica, Holanda, o la propia Francia. 'El problema es que no queda constancia en papel de lo que se ha votado. Un sistema electoral que la gente no entiende bien, que se presta a las sospechas, no es bueno', señala Mezo. 'Además, ni siquiera fomenta la participación. Puede tener sentido en EE UU, donde las elecciones son muy complejas, pero no en España, donde el escrutinio es muy rápido'.Otro problema es la posible vulneración del secreto de voto provocada por ataques informáticos.

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