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Viaje al corazón de la seguridad nuclear

Viaje al corazón de la seguridad nuclear
Viaje al corazón de la seguridad nuclear

Los expertos del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) la llaman Salem, aunque no tiene nada que ver con la localidad de Massachusetts donde los colonos ingleses practicaron la caza de brujas a finales del siglo XVII. El acrónimo corresponde a Sala de Emergencias, y es el mayor centro de decisión en caso de situaciones extremas en el ámbito nuclear o radiológico en España.

El Salem es la pata correctora ante imprevistos de un órgano, el CSN, cuya tarea habitual es la prevención de sucesos. Juan Carlos Lentijo, director de Protección Radiológica, explica que, aunque las probabilidades de accidente son muy bajas, 'hay que estar preparados'. La mayor catástrofe nuclear de la historia en el ámbito civil, la de Chernóbil, supuso un aprendizaje forzoso para la comunidad internacional.

La nueva sala de emergencias se inauguró hace año y medio. El Salem (en realidad, un grupo de seis o siete salas de trabajo y recepción de datos) se configura con unos procedimientos tasados estrictos y unos sistemas que abarcan desde comunicaciones IP, datos instantáneos de cada central, o modelos de predicción de evolución de escapes radiológicos.

El plan de actuación ante emergencias tiene tres modos, según la gravedad de la situación. En el modo 0, de alerta permanente, siempre hay dos operarios verificando que todo esté en orden. A partir de ahí, los modos ulteriores conllevan más participantes, hasta involucrar a todo el Consejo. La responsabilidad máxima en caso de emergencia reside en la presidencia del CSN, que dirige la sala de crisis. A su mando, el director de operaciones coordina las actuaciones de los distintos grupos técnicos.

El grupo de análisis operativo diagnostica las causas y predice la gravedad del accidente, explicando, por ejemplo, cuánto tiempo resistirá un muro de contención y cuánto material radiológico puede escaparse. También explica los medios necesarios y disponibles para volver a condición segura. El grupo radiológico evalúa las emisiones y predice su evolución, dadas las condiciones meteorológicas. También propone medidas de intervención y de protección a la población.

El grupo de comunicación e información la difunde en el ámbito interno, a los medios y a los organismos internacionales. Además, responde a preguntas que pueden ser a veces muy complejas. Eugenio Gil, subdirector del área de Emergencias, recuerda que, tras Chernóbil, una mujer preguntó si su hija embarazada, residente en Alemania del Este, debía abortar.

Las salas de control tienen comunicación permanente de más de cien parámetros de seguridad de las centrales nucleares. Tanto éstas como los centros con aparatos radiológicos (por ejemplo, hospitales) deben reportar cualquier incidencia. En un año, cada central comunica de media una o dos paradas imprevistas del reactor, sin consecuencias radiológicas (por ejemplo, las recientes en Ascó II). En todo 2006 sólo se activó dos veces el nivel 1 de emergencia, en una escala cuyo máximo es 7: por un accidente de un vehículo que transportaba material para medicina nuclear, y por un incendio cerca de Vandellós II.

En caso de emergencia, el producto final es una recomendación a las autoridades, que puede ir desde la evacuación de una zona a la administración de pastillas de yoduro potásico a la población. Junto a un pasillo, un cubículo de tres metros cuadrados tiene por mobiliario un pupitre tamaño colegio, una silla y un teléfono. Sirve para garantizar la privacidad entre la presidenta del CSN (hasta 2012, Carmen Martínez Ten) y el presidente del Gobierno. En lugar del rojo de las películas, aquí el teléfono es azul.

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