El bueno, el feo y el malo
El bueno, el feo y el malo es el título de un famosísimo spaghetti western dirigido por Sergio Leone con una aún más famosa banda sonora compuesta por Ennio Morricone. Gustavo Trillo, el director de inversiones de JPMorgan Asset Management en España, se refería ayer al nombre de esta película para describir los tres escenarios posibles que, a su juicio, tiene ante sí la economía estadounidense.
El bueno sería un escenario de desaceleración suave, un clásico soft landing con un crecimiento de la economía entre el 2% y el 2,5% capaz de reducir las presiones sobre el tejido productivo y disminuir la inflación. En este escenario la Reserva Federal podría aprovechar el descenso de los precios para rebajar los tipos e impulsar de nuevo la economía.
El feo es ese escenario en el que el crecimiento económico es aún más bajo, cercano a cero durante uno o dos trimestres, pero sin entrar en recesión. De nuevo, un descenso de la inflación debido a la menor actividad daría pie a una rebaja de tipos.
Y, en fin, el escenario malo es aquel en el que no existe crecimiento económico, pero además la inflación no acaba de ceder, lo que impide a la Fed rebajar los tipos para estimular la economía. En este escenario los precios no descienden al persistir las tensiones en el mercado laboral, o bien, al subir las materias primas.
Trillo, en esta ocasión, apuesta por Clint Eastwood o, lo que es lo mismo, por el bueno. Pero advierte de que en este duelo bajo el sol, el peligro no proviene de la ralentización del crecimiento, sino de la evolución de la inflación.
De los precios depende, en última instancia, la intensidad de la desaceleración que se avecina, dado que, al fin y al cabo, desaceleración se produce siempre al final de un ciclo económico. Que el bueno no se convierta de repente en el malo de la película depende de los precios. Ah, y del mercado inmobiliario, otro actor secundario que podría acabar tomando el papel protagonista.