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Tribuna
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¿Un futuro sostenible?

El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), auspiciado por Naciones Unidas, ha llegado a la conclusión de que 'el calentamiento global es inequívoco'. Desde 1988 nunca había sido tan concluyente. El debate está servido. Durante los últimos 650.000 años, la concentración de CO2 en la atmósfera ha oscilado entre 180 y 300 partes por millón. Ahora está en 450, debido entre otras causas al uso de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas). Estas emisiones han pasado de 23,5 gigatoneladas de CO2, en los años noventa, a 26,4 en el periodo 2000-2005.

Parece obvio que para reducir el calentamiento global será necesario reducir drásticamente estas emisiones. Es curioso observar que un luxemburgués emite de media casi 25 toneladas de CO2 al año, mientras que un habitante de Bangladesh sólo emite 0,24, o un etíope 0,06. Sin embargo, la paradoja es que estos últimos serán los más perjudicados por el calentamiento global: los valles fértiles de Bangladesh se verán inundados y en Etiopía las sequías -más drásticas que las que sufren actualmente- supondrán unas severas pérdidas agrícolas. Todas las previsiones apuntan a que en 2020 la demanda de energía en el mundo se duplicará, con China e India como los nuevos grandes consumidores.

En este escenario, es urgente replantear la política energética mundial a medio y largo plazo. Toda actividad humana requiere energía y de su origen dependerá que las emisiones de CO2 continúen aumentando, se estabilicen, o sean rebajadas. A la vista de los resultados, el modelo actual no es sostenible.

En el seno de la Asociación Española de Evaluación de Impacto Ambiental (Aeeia), asociación sin ánimo de lucro que aúna a los profesionales del sector en pro del desarrollo de la evaluación del impacto ambiental como instrumento de defensa del medio ambiente, tenemos abierto este debate sin que, hasta el momento, exista total unanimidad al respecto. Este es, sin duda, uno de los principales temas a tratar en el próximo Congreso Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental que tendrá lugar en Madrid la próxima semana (25 al 27 de abril), tras el Día de la Tierra, que se celebra este domingo en todo el mundo.

A día de hoy, las fuentes disponibles son las energías fósiles (petróleo, gas y carbón, baratas y regulares pero limitadas, contaminantes y proveniente de países poco estables), energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica, biomasa, geotérmica y mareas; evitan la contaminación y son ilimitadas, pero por el contrario son muy irregulares, pues dependen del tiempo que haga, y poco productivas con la tecnología actual) y la nuclear (no genera emisiones de gases de efecto invernadero, gasta muy poco combustible, pero requiere grandes inversiones, presenta un alto riesgo y todavía está por solucionar el almacenamiento de los residuos).

Ante este panorama, ¿podemos permitirnos renunciar, a alguna de ellas? ¿Cómo evitar que la tecnología nuclear se utilice para otros fines que no sean la producción de energía? ¿Se puede racionalizar el consumo? ¿Cómo podemos producir más energía sin aumentar las emisiones de CO2? En un principio la ecuación podría ser sencilla: las energías fósiles para los países por desarrollar o en vías de desarrollo, la nuclear para los desarrollados, y las renovables para todos, además de promover la eficiencia energética. Sin embargo, la resolución de tal ecuación no resulta tan fácil.

Es imprescindible insistir en que la solución pasa indiscutiblemente por una correcta y exigente planificación con la consiguiente evaluación ambiental estratégica de todas las alternativas. Todo ello a escala global, y analizando el ciclo de vida completo de cada alternativa.

Desde la Aeeia estamos empeñados en buscar los mecanismos necesarios para mejorar los procedimientos de evaluación ambiental: revisar las últimas metodologías, fomentar la integración de los estudios de impacto sobre la salud pública, abordar la calidad de los estudios llevados a cabo, informar sobre nuevas técnicas y avances y, por último, profundizar en la interdisciplinariedad entre las ciencias naturales y las sociales en cuanto a la evaluación del impacto y gestión ambiental se refiere.

Íñigo M.ª Sobrini Sagaseta de Ilúrdoz Presidente de la Asociación Española de Evaluación de Impacto Ambiental (Aeeia)

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