La visión de futuro de las petroleras
El autor analiza los resultados obtenidos por el sector del petróleo y gas los últimos años. En su opinión, las compañías deberán aprovechar los altos beneficios para invertir en mejoras de eficiencia operativa y en proyectos de I+D+i que les permitan mantener la rentabilidad en el largo plazo.
En los últimos meses las variaciones en la cotización del petróleo y las fuertes revalorizaciones bursátiles que han experimentado las empresas del sector, han generado opiniones diversas sobre la sostenibilidad futura de la rentabilidades obtenidas por éste.
Los altos precios del petróleo de los dos últimos años han beneficiado a todas las empresas del sector (analizando la evolución de los márgenes de las compañías se observa claramente una correlación entre el precio del barril y la rentabilidad), sin embargo, la rentabilidad obtenida por cada una de ellas varía notablemente, dependiendo de su tamaño o de que el negocio de upstream (exploración y producción) se encuentre en sus países de origen.
Analizando un poco más en detalle la rentabilidad de la cadena de valor de las grandes empresas integradas del sector de petróleo y gas, observamos que las operaciones de upstream aportaron en 2005 aproximadamente entre el 15%-25% de los ingresos y sin embargo contribuyeron a un 60%-70% del beneficio neto. Por su parte, refino y marketing proporcionaron entre el 65%-80% de los ingresos, contribuyendo únicamente al 15%-30% del beneficio neto. Sin embargo, la mayor rentabilidad proporcionada por los activos de upstream llevó asociado un riesgo superior.
Los últimos estudios publicados señalan que la demanda de energía en los próximos 25 años será creciente, siendo atendida en más de un 80% por la oferta de petróleo y gas, teniendo al sector transporte como principal demandante de petróleo. Al no existir productos sustitutivos para atender la demanda del sector transporte, la sensibilidad de ésta al precio, no será significativa.
Para atender a esta demanda creciente, estas compañías están acometiendo fuertes inversiones en exploración y producción que les permitan conseguir una tasa de reposición de reservas adecuada. En este sentido, parece claro que dentro del negocio de upstream se consiguen importantes ventajas asociadas al tamaño de las compañías debido fundamentalmente a las economías de escala en las grandes inversiones tecnológicas asociadas y a la reducción del riesgo país al poder disponer de una mayor diversificación geográfica de sus activos.
Por su parte, la rentabilidad asociada a las operaciones de downstream (refino, marketing y química) está fuertemente relacionada con los márgenes de refino. La abundancia de crudos de baja calidad (pesados) y los menores precios asociados a los mismos permitirán que las compañías cuyas refinerías estén preparadas para procesarlos eficientemente (mayores inversiones) puedan disfrutar de mayores márgenes. Adicionalmente, los cambios que se están produciendo en la demanda de derivados del petróleo, con una disminución de la utilización del fuel y un aumento del consumo de destilados medios y ligeros, como el gasoil, hacen que los índices de conversión de las refinerías (capacidad de obtención de productos ligeros y medios a partir del crudo) cobren mayor relevancia en la mejora de los márgenes de refino.
Por ello, y a diferencia del negocio de upstream, la variables de rentabilidad del downstream permiten que empresas de tamaño medio que implementan la estrategia adecuada en esta parte de la cadena de valor puedan competir con los grandes del sector. Así, por ejemplo, en el año 2005 Repsol YPF presentó un ROCE (retorno del capital empleado, en sus siglas en inglés) del 30% en el negocio de downstream, muy superior a la de competidores de mayor tamaño en ventas o activos totales.
En resumen, aun cuando los altos precios del petróleo en meses anteriores no han afectado significativamente a la demanda ni se espera que lo hagan, sí han afectado al crecimiento económico, por lo que su caída y el mantenimiento de los precios entre 45-55 dólares por barril, los mayores costes ligados a las inversiones crecientes y los aspectos regulatorios (principalmente el deseo de los países en los que se encuentran las reservas de incrementar su participación en las empresas que explotan dichos recursos), afectarán claramente a los márgenes, principalmente del negocio de upstream y, por tanto, a la rentabilidad global de las empresas del sector.
En este sentido, las compañías petroleras deberán aprovechar los beneficios obtenidos, no solamente para devolver al accionista la rentabilidad de su inversión, sino para invertir en mejoras de eficiencia operativa y en proyectos de I+D+i que les permitan mantener la rentabilidad en el largo plazo en la seguridad de que la escasez de reservas hará más dura la competencia. Asimismo, entendemos que la reflexión sobre la potencial transformación del modelo de negocio actual de las compañías petroleras hacia un modelo más integrado y sostenible con el resto del sector energético o, por el contrario, hacia un modelo desagregado en el que la eficiencia se encuentre en la fragmentación de la cadena de valor por especialistas, debería abordarse.
Ángel Martín. Socio Director del Área de Restructuring de KPMG