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CincoSentidos

Los españoles dan la espalda a la ciencia

Muestran desinterés por su trabajo y no creen necesario subir el gasto en investigación, según el CIS

La ciencia española y los ciudadanos tienen una relación superficial y ambigua. Los investigadores tienen prestigio y credibilidad social -son después de los médicos los profesionales mejor valorados- y sus trabajos cuentan con el reconocimiento mayoritario de la sociedad, pero ni unos ni otros concitan el interés real de la ciudadanía. La ciencia, parecen decir los españoles, es sólo cosa de científicos.

Ayer se presentó en Madrid la Tercera Encuesta Nacional de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología, una iniciativa de la Fundación Española de Ciencia y Tecnología (Fecyt) que ha contado con la colaboración del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Y lo hizo la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, rodeada de fotografías de mujeres científicas y en un escenario cuidadosamente elegido para la ocasión, el Museo de Ciencias Naturales.

Mercedes Cabrera desgranó los resultados del sondeo (una ambiciosa muestra que por primera vez recoge la opinión de 7.000 entrevistados) y concluyó su intervención reconociendo la necesidad de articular desde el Gobierno y el resto de las Administraciones mecanismos de divulgación y pedagogía que permitan a la investigación entrar en los hogares españoles.

La ciencia, dice la encuesta, ocupa un modestísimo lugar entre los temas que despiertan el interés de los ciudadanos, muy lejos del deporte, la salud y los espectáculos. Sólo el 10% de los encuestados la incluye entre los asuntos que cuentan con su curiosidad. Y son las comunidades autónomas de Cataluña, Valencia, Navarra y Madrid las que más atención prestan a este área del conocimiento. Este desinterés tal vez tenga que ver con el aprendizaje de la disciplina en nuestro país. Algo más de la mitad de las personas consultadas reconocen que en su etapa escolar habían recibido un bajo (33%) o muy bajo (20%) nivel de educación científica y técnica.

El sondeo revela también que los españoles no consideran necesario aumentar los fondos públicos que Administraciones y las empresas destinan a investigación. La Rioja, Madrid y Cantabria son, por este orden, las regiones más proclives a aumentar el gasto en I+D+i.

La inversión en ciencia y tecnología no es, ni mucho menos, una prioridad para el ciudadano medio español. La mayoría de los encuestados opinan que no debe reducirse esta partida presupuestaria, pero tampoco apuestan por incrementarla. A la pregunta de ¿en qué sectores aumentaría el gasto público?, la mayoría se decanta por elevar las partidas en seguridad ciudadana, medio ambiente y obras públicas. Sólo 20 de cada 100 encuestados muestra interés por incrementar el gasto en ciencia y tecnología. Eso sí, más de la mitad piensa que España está más retrasada que sus socios comunitarios en este área del conocimiento.

El 80% de los españoles desea que las inversiones se concentren a medio plazo en el área de medicina y salud y sólo el 27% marca el medio ambiente como ámbito prioritario del conocimiento. Los españoles visualizan mucho menos los beneficios de destinar créditos a mejorar el conocimiento en energía, alimentación, ciencias humanas y sociales, tecnología de la información y comunicaciones, por mencionar sólo algunos ejemplos.

En términos generales, la ciencia se asocia con conceptos positivos, como progreso y bienestar. Y casi la mitad de los españoles, el 45%, considera sus beneficios mayores que sus perjuicios. No obstante, el 33% opina que ambos están equilibrados y un 7% considera, sin embargo, que son mayores sus perjuicios. Respecto a la utilidad de estos conocimientos, se valora sobre todo su capacidad para influir en las decisiones que uno toma como consumidor y usuario y su importancia para comprender el mundo.

Por último, en relación con los mecanismos de control social de la actividad, los entrevistados admiten que es mejor que las decisiones las tomen los expertos.

En opinión de Mercedes Cabrera la encuesta ofrece algunas lecciones sobre la percepción de las políticas científico-tecnológicas y educativas: los españoles notan el retraso tecnológico respecto al resto de Europa y la necesidad de mejorar los medios con que trabajan los investigadores. También se identifican deficiencias en la formación científica y tecnológica.

Pistoletazo de salida al Año de la Ciencia

No podía ser otro el Año de la Ciencia, como recordó ayer la ministra de Educación, Mercedes Cabrera. Fue hace un siglo cuando el Nobel Ramón y Cajal impulsó la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios, embrión de lo que hoy es el Consejo Superior de Investigaciones Científicas; y fue hace un siglo también cuando la ciencia vivió lo que se ha venido en denominar la Edad de Plata de la cultura española. La Junta surgió con la pretensión de formar a la primera generación de científicos y cien años después el reto sigue siendo que los jóvenes se sientan atraídos por la investigación y que la sociedad valore su esfuerzo. El Gobierno, dijo ayer Cabrera, desea que el afán divulgativo que encerrarán todas las actividades conmemorativas del centenario se consoliden en el futuro.

Una profesión altruista

La mayoría de los ciudadanos opina que los científicos se dedican a la ciencia por un afán en la búsqueda del conocimiento y por ayudar a solucionar problemas sociales. Son muy pocos los que piensan que les guía un interés económico, la posibilidad de organizar su propio trabajo o la búsqueda de gloria y prestigio personal.El 49% de la población valora la ciencia como una actividad atractiva para los jóvenes, aunque no esté adecuadamente remunerada.Otra cosa muy distinta es lo que piensan los propios jóvenes. Según una encuesta realizada por la profesora del CSIC, Eulalia Pérez Sedeño, a estudiantes de secundaria, éstos, y especialmente las adolescentes, ni desean dedicarse a la ciencia ni creen que en caso de desearlo puedan hacer carrera profesional.

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