¿Por qué no el Nobel para Galbraith?
Un artículo mío sobre el Premio Nobel de Economía 2006 empezaba con las siguientes palabras: 'El Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel del año 2006 es para... ¡¡Edmund S. Phelps!! (clap, clap, clap vítores y aplausos) por sus contribuciones en el campo de la macroeconomía'. El texto terminaba con la siguiente conclusión: '¿Cuál es el coste de oportunidad de esta decisión (la de otorgar a Phelps el Nobel de Economía)? Desgraciadamente la certeza de que John K. Galbraith no obtendrá nunca dicho premio'.
Algunas personas me han interpelado sobre esa última frase y ésa es la razón del presente artículo.
En primer lugar, puntualizar que no está en la mente del autor la idea de desmerecer la importancia de los descubrimientos del profesor Phelps, al que además tuvo la oportunidad de conocer y admirar cuando estudió en la Universidad de Columbia. Tampoco pretende dirimir la cuestión de si es justo que reciba dicho premio o no. ¡Dios me libre de semejante vanidad! En resumen, pienso que Edmund S. Phelps obtuvo el Premio Nobel por sus grandes contribuciones al campo de la macroeconomía, con todo merecimiento y sin ningún género de dudas.
No obstante, los artículos de investigación por los que recibió el galardón no son del año pasado, ni de este siglo, ni de la década de los noventa, ni de los ochenta, ¡sino de los setenta! En consecuencia, si se lo hubieran dado este año, sería lo mismo que dárselo el pasado pero nos estamos apartando del tema. La reflexión que quería realizar es ¿por qué no recayó el premio en J. K. Galbraith?
Una primera razón, elemental, era que estaba muerto. Galbraith murió en mayo del año pasado. Sin embargo, tenía 97 años. Ello implica que no se puede alegar que la muerte pillara por sorpresa al Banco de Suecia el año en que tenían pensado darle el premio cuando tuvieron años de sobra. Además, si bien es cierto que muere un mayor número de gente a los 73 años que a los 97, no lo es menos que nadie pasa de viejo.
Un segundo motivo lo esgrimió Milton Friedman cuando Galbraith fue propuesto hace cuatro años. Aquél alegó que 'no puede ganar un Premio Nobel de Economía porque no es economista'. Esta razón es más profunda que la anterior, porque ¿quién es un economista? Un profesional de la economía. Luego, ¿qué es la economía? Es la ciencia social que estudia la asignación óptima de recursos escasos a necesidades ilimitadas, bajo los criterios de eficiencia y equidad.
Entonces vayamos por partes. ¿Era Galbraith un profesional? Pienso que nadie diría lo contrario. Por tanto, ¿su objeto de estudio era la economía? Si tenemos presente la definición anterior, existen pocas dudas. Probablemente la mayor está en el binomio ciencia social. Un veterano profesor me solía decir que a la economía se le ha caído últimamente el adjetivo (social), de manera que sólo queda el sustantivo (ciencia). Sin ir más lejos, los reporteros del New York Times escribieron en su obituario que 'sus ideas habrían tenido más relevancia si hubiese tenido discípulos capaces de probarlo con modelos matemáticos'.
No obstante, he leído y releído su libro El crac del 29 y no creo que se pueda entender mejor ese periodo histórico con modelos matemáticos. Es más, el mejor libro que he leído sobre el tema y que describe mejor la situación es Groucho y yo. Naturalmente, no pretendo tampoco decir que a Marx le den el Nobel pero sí hacer hincapié en que una ciencia social debería de tener en cuenta tanto su objeto como su epistemología.
Finalmente, a John Kenneth Galbraith parece que le condenó su heterodoxia. Sin embargo, ¿cuando se produce una rotura del paradigma no se convierte la heterodoxia en ortodoxia?
Josep M. Sayeras. Profesor del Departamento de Economía de Esade