Un juego para cada profesional y equipo
Para obtener buenos resultados es necesario elegir la actividad adecuada
Las empresas se están renovando. Tanto en los procesos de selección como en la formación que mejore el desarrollo profesional de los trabajadores, las compañías han comenzado a incorporar nuevos modelos. Las actividades físicas constituyen en la actualidad una de las principales herramientas que complementan los procesos tradicionales. Sin embargo, la selección de dicha actividad es algo que no se debe tomar a la ligera, según afirma Joaquim de Marimon, doctor en praxiología motriz y director de la firma Praxistudi, especializada en el diseño, producción, ejecución y evaluación de programas de formación en conductas y competencias.
Entre las principales ventajas y novedades de estas nuevas prácticas, el experto señala la imposibilidad de falsear las pruebas. 'Un test es más fácil de falsear porque se pueden conocer las respuestas, pero cuando uno juega es más difícil disimular, la gente reacciona tal cual es porque no sabe lo que se va a encontrar'. Otra de las ventajas respecto a los medio tradicionales es la capacidad de estas pruebas para valorar a la persona no sólo desde el punto de vista individual. 'La conducta sale cuando uno está en relación con los demás, y eso es un test es muy difícil de medir. Las actividades físicas permiten hacer una valoración individual de la persona, pero también de cómo se relaciona con los demás', declara De Marimon.
Desde Praxistudi indican que cualquiera de estas actividades posee una lógica interna que genera unas conductas concretas. Por tanto, lo primero que hay que hacer es tener claro el objetivo que se persigue desde la compañía, y así seleccionar el dominio o la familia de juegos necesarios para trabajar unas conductas o habilidades específicas.
La adaptación de las actividades a las necesidades de la empresa es clave. Sin embargo los expertos aseguran que muchas veces las organizaciones tienen unas necesidades generales similares, pero hay que tener en cuenta las características particulares de los trabajadores: los cargos y las funciones que desempeñan también influyen a la hora de elegir unas u otras actividades.
Si se hace referencia a los tipos de juegos que se utilizan, los especialistas diferencian fundamentalmente entre los de estructuras abiertas, que dejan libertad para que las personas actúen como son y no condicionan a que uno tenga que hacer algo específico, y aquellos dominios que se centran en una habilidad en concreto.
Joaquim de Marimon afirma que los primeros se utilizan mucho para la selección de personal, puesto que permiten ver a la persona como es, pero asegura que es importante que se realice más de una actividad para evitar malas interpretaciones. 'El segundo grupo trabaja más la formación, aunque se pueden combinar', señala.
El conocimiento evita una mala valoración
Para obtener unos resultados positivos, lo primero es conocer con detalle qué es lo que genera cada actividad. Desde Praxistudi insisten en la necesidad de un estudio científico de las prácticas físicas que se utilicen para no incurrir en interpretaciones erróneas.'Si una actividad permite que el liderazgo sea usurpado en un determinado momento no debe hacerse la valoración de que alguien lo ha perdido y verlo como algo negativo. Es imprescindible conocer los juegos y su lógica interna para saber si puede ser una herramienta para verificar los que uno quiere', señala Joaquim de Marimon, director de Praxistudi.Por otra parte, el hecho de que un determinado juego requiera, por ejemplo, el trabajo en equipo, no significa que su uso sea la mejor manera de formar en esta habilidad.Para llegar a conclusiones acertadas sobre las personas que participan, es clave ver primero cuáles son las habilidades que facilitan el éxito en el juego y observar qué conductas utilizan las personas, cuántas veces, cómo y en qué casos, además de ver cuáles son aquellas que no emplea, pues también aportará información sobre la persona.Entre las principales necesidades de las empresas, el director de Praxistudi menciona la cohesión de grupo, dificultades para delegar de los altos mandos, la necesidad de liderazgo, la solución de problemas o la adaptación a los cambios producidos, sobre todo por las nuevas tecnologías. 'Otro de los aspectos que se trabaja cada vez más es la solidaridad entre los grupos, debido fundamentalmente a la diversidad cultural creciente en el ámbito empresarial', declara Joaquim de Marimon.