La ambición de una niña prodigio de tan sólo 17 años
La golfista hawaiana Michelle Wie, que acaba de cumplir 17 años, es una niña prodigio. Con sólo 13 años acabó novena en el Nabisco Grand Prix tuteando a las mejores jugadoras del mundo con las que se disputó la victoria hasta la última jornada. 'Ella juega un golf totalmente distinto al que yo jugaba a esa misma edad', dijo la sueca Annika Sorenstam, número uno del ranking mundial.
Hija de unos emigrantes surcoreanos afincados en Hawai, empezó a recibir importantes ofertas que le hicieron abandonar su status de amateur, donde los contratos están prohibidos y no está permitido percibir recompensas por encima de una determinada cantidad económica. Cuando dio el salto, Michelle tenía 15 años. Convertirse en profesional le permitió firmar sustanciosos contratos con las multinacionales Nike, Sony y Omega, hasta convertirse en la tercera deportista mejor pagada del mundo, por detrás de las tenistas Maria Sharapova y Serena Williams.
Michelle Wie supera los 20 millones de euros anuales en ingresos por publicidad. Además, por acudir a jugar un torneo, sus representantes exigen un fijo de salida de 90.000 euros. Wie sólo puede jugar torneos por invitación, ya que aún le queda un año para cumplir los 18, la edad mínima que establece el circuito femenino estadounidense de golf (LPGA), para entrar a formar parte del mismo. Sí que puede participar en eventos en los que consiga ganar su plaza en la fase previa.
Michelle Wie, que tiene todas las virtudes para convertirse en un fenómeno mundial, pretende llegar donde nunca lo ha hecho ninguna mujer. 'Quiero jugar en el circuito masculino y femenino y ser la primera mujer que compita en el Masters de Augusta', dijo el día de su presentación como profesional.
Un año después, Wie y su entorno empiezan a recibir las primeras críticas. El déficit de resultados que arrastra en su desafío contra los hombres, arroja un resultado imprevisto. Después de intervenir en doce torneos pertenecientes a diferentes circuitos masculinos, entre ellos el europeo, Wie salvó el corte en una sola ocasión, fue el pasado 5 de mayo en Corea, en un torneo de segundo nivel. La hawaiana fue la primera mujer que jugó las dos últimas rondas de una competición masculina desde que en 1945 lo consiguiera Babe Drdrikson Zaharias en Los Ángeles.
Sin embargo, fue un espejismo. En el John Deere Classic, del PGA Tour americano, se retiró a causa de un golpe de calor después de 27 hoyos cuando marchaba ocho golpes por encima del par. En el Lumber Classic, también en EE UU, sumó dos vueltas de 77 y 81 golpes, respectivamente, para quedar fuera, lo mismo que le sucedió en el European Masters, en Suiza, donde acumuló 78 y 79 impactos. La última decepción ocurrió en el Casio World Open japonés donde terminó en penúltimo lugar.
A pesar de que unas horas antes había manifestado que 'esto es lo que quiero hacer y la gente no tiene derecho a juzgarme', lo primero que ha hecho Wie a su regreso a Estados Unidos ha sido ponerse a trabajar con su entrenador David Leadbetter en Florida, cambiar de caddie y de agente. Alguien le ha dado a entender que en el golf, además de ganar dinero, hay que conseguir resultados para que no asocien el nombre de Wie a una simple operación comercial.