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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Otro año de margen para las reformas

La actualización del programa de convergencia presentada por Pedro Solbes la última semana de 2006 invita a renovar la euforia económica tras trece años consecutivos de crecimiento del producto, del empleo y de la riqueza. De confirmarse las previsiones del director de la política económica, que siempre se ha perfilado del lado más modesto cuando cruza apuestas que afectan a todos los españoles, el año recién comenzado y los dos siguientes experimentarán un crecimiento superior al 3%. Así se mantendría vivo el avance del empleo y se equipararía la renta de los españoles con la de los europeos, algo siquiera imaginable hace un cuarto de siglo. Cierto es que el avance de España ha sido abultado porque la economía ha estado bien gestionada, pero también que la incorporación de nuevos socios del Este (desde ayer Rumanía y Bulgaria ponen en 27 el número de socios comunitarios) acorta las distancias relativas para España por un mero ejercicio estadístico.

Con el horizonte despejado hasta el fin de la década, España contabilizará tres lustros largos de desarrollo. Pero un periodo tan dilatado de progreso económico ha generado aristas cada vez más incisivas que deben ser corregidas para dar más longevidad al ciclo, o al menosmás eficiencia en la generación de riqueza y en su distribución. Y debe ser precisamente en los periodos de prosperidad cuando se corrijan los desequilibrios, porque los esfuerzos para los administrados serán más llevaderos que si se espera, como es tradicional, hasta los obligados sacrificios de las crisis. 2007 puede ser considerado ejemplo de lo acertado, pero también de lo mejorable. Arranca con una rebaja de las obligaciones tributarias para los contribuyentes que bien podría ahorrarse para aflorar unos números negros en las cuentas públicas más acordes con la situación de crecimiento del país, y con las necesidades financieras del medio y largo plazo. Pero aflora, cierto es, la verdadera situación del coste y precio de la energía, que debe ser costeado íntegramente por los consumidores en un país que está prácticamente en la media de renta comunitaria.

Este año que arranca es uno más de margen que el ciclo proporciona al Gobierno y a los agentes económicos para tomar decisiones una y otra vez aplazadas, y que debe ser aprovechado.Hay un sobreesfuerzo presupuestario para mejorar las bases de la producción con nuevas partidas para investigación, desarrollo e innovación. Pero el crecimiento sigue pivotando sobre el empleo intensivo en mano de obra, y ésta, sobre todo, barata; así como sesgado hacia una inversión residencial que absorbe todos los activos de los hogares. Todo ello no resistirá eternamente con una sangría de la productividad como la actual.

Además, la oferta española pierde competitividad en el exterior, salvo en contadas excepciones, por la acumulación de inflación. Un paso más firme en la liberalización de los mercados de bienes, servicios y factores debe abrirse camino. Debe estar también en el punto de mira de las autoridades un replanteamiento estratégico del gasto público, con una población creciente a paso acelerado que precisa más servicios hoy, pero que mañana, con el envejecimiento inevitable, absorberá ingentes cantidades de recursos.

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