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Crónica de Manhattan
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Tesoro evita la campaña

En ocho días, los estadounidenses cumplirán con la cita bianual ante las urnas. Se renueva la Cámara de Representantes, un tercio del Senado, se eligen algunos Gobernadores y otras autoridades locales y en varios Estados se votan propuestas como la aceptación de los matrimonios homosexuales o la investigación con células madre. Mientras, el ritual de la campaña está en el momento cumbre. Hay quien lo llama la 'silly season', la 'época tonta'.

La Casa Blanca y el Partido Republicano, conscientes de que pueden perder la mayoría que han tenido en el Congreso desde 1993, están poniendo toda la carne en el asador. Miembros del partido y de la Administración van de Estado a Estado para apoyar a los candidatos más débiles. Eso sí, hay un miembro de la Administración al que no se le ve en ningún acto de campaña. Se trata del secretario del Tesoro, Henry Paulson. Y hay muchos republicanos que lo lamentan.

Pero no. Paulson no se ha unido al tour electoral y en declaraciones a varios medios su portavoz ha explicado que él cree 'que el secretario del Tesoro no debe participar en actividades políticas partidistas'.

Esta decisión fue una condición que puso para aceptar el cargo en julio. Es una de las diferencias entre este antiguo presidente de Goldman Sachs y su predecesor. John Snow visitó incansablemente hasta 20 Estados en las elecciones presidenciales de 2004 para patrocinar la agenda económica de George W. Bush. Snow, que aceptó un cargo medio vacío de contenido (puesto que la política económica salía de la Casa Blanca y no del Tesoro), estaba siempre dispuesto a coger el avión. En el pasado, otros secretarios del Tesoro también han mantenido la neutralidad ante las elecciones, aunque Robert Rubin y Larry Summers sí apoyaron en contadas ocasiones a Bill Clinton y Al Gore.

Ahora, a algunos republicanos les pesa que el Tesoro se haya quedado en la barrera, ya que están convencidos de que la economía es su mejor baza para ganar las elecciones. Los grandes trazos del cuadro macroeconómico no son malos, a pesar de que el viernes se supiera que el PIB creció a un ritmo del 1,6% en el tercer trimestre, el peor en tres años.

El secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, y la titular de Trabajo, Elaine Chao, sí están en campaña. El mismo Bush, durante su discurso radiofónico presidencial de los sábados, aprovechó su acceso al micrófono para advertir que los demócratas acabarán con sus rebajas de impuestos. El problema no sólo es que la economía doméstica no está para discursos triunfalistas, sino que, además, el cuadro general no está en el centro de la preocupación de los votantes. Irak es lo que domina todo. Del caos de la contienda se deriva una profunda desconfianza hacia el Gobierno y el partido que lo apoya que trasciende la mera gestión de la guerra.

Paulson estuvo el viernes en la cadena financiera CNBC y dijo que confiaba en que no hubiera cambios en el Congreso. No obstante, a renglón seguido, explicó que su preocupación era la economía y las reformas de las pensiones, en el área de la energía, y el comercio internacional, para lo que, señaló, 'se necesita una solución bipartidista, con demócratas y republicanos'. Paulson emerge así como voz independiente, algo que le puede ayudar, en el caso probable de que haya cambios en el Congreso, a tener la credibilidad suficiente como para no enterrar su agenda.

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