Ciencia sin géneros
Son las seis de la tarde en un congreso científico donde investigadoras e investigadores se reúnen para evaluar proyectos. Cuando la sesión está en lo más interesante los nervios empiezan a aflorar. Se hace tarde para las investigadoras (ellas) porque los niños esperan en casa. Tienen que salir corriendo mientras los investigadores (ellos) prolongan la jornada sin más límite que el propio cansancio o desinterés. La escena no es original y no se limita al mundo de la ciencia. Podría proyectarse en otros muchos ámbitos profesionales, pero sirve para entender la paradoja de que en un país en el que hay más licenciadas (59%) que licenciados, sólo lleguen a catedráticas de Universidad y profesoras del CSIC el 13% (ver gráfico adjunto) o que las mujeres vayan saliendo del gráfico conforme se avanza en la escala profesional.
Al anterior presidente de la Universidad de Harvard, Larry Summers, le costó el cargo el año pasado un comentario en el que explicaba la escasa representación de mujeres en el mundo científico en diferencias en la estructura del cerebro de varones y mujeres. Por suerte, el nivel científico de Harvard estaba muy por encima del de su presidente y las declaraciones de Summers provocaron tal reacción que tuvo que acabar dimitiendo. Pero el comentario indica que no son pocos quienes todavía caen en la tentación de pensar que mujeres y ciencia son realidades difíciles de combinar. Hace tiempo se mantenía que el hecho de que las niñas prefirieran letras a ciencias explicaba luego que hubiera más científicos que científicas. Pero a juzgar por los datos académicos esto ya no es así y hay muchas disciplinas científicas en las que es mayor el número de licenciadas que de licenciados.
Pero lo cierto es que al margen de los obstáculos específicos de la carrera científica, buena parte de la escasa representación de la mujer en este mundo tiene que ver con la situación general de inserción femenina en el mundo laboral. Faltan científicas. En muchos casos porque no quieren, en otros, porque no pueden, pero también porque no les dejan, aunque esto último es más difícil de demostrar.
'La discriminación es muy sutil, pero todavía existe. Es una discriminación histórica porque durante muchos años las mujeres científicas han sido invisibles. Faltan modelos de referencia para las niñas', señala Capitolina Díaz, directora de la Unidad Mujer y Ciencia del Ministerio de Educación.
Manuel Serrano, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, coincide en que 'no existe una discriminación obvia, pero hay una falta de sensibilidad sobre el problema. El mundo de la investigación exige muchas horas y lo cierto es que las tareas familiares siguen recayendo en las mujeres. Está claro que no se parte en condiciones de igualdad. Son necesarias medidas correctivas para fomentar la vocación científica y tecnológica de las mujeres'.
'Hay que conseguir no sólo que las mujeres se interesen más por la ciencia, sino que se la planteen como opción profesional para el futuro', señala Capitolina Díaz.
'Tenemos que dejar de ser invisibles'
Margarita Salas es el principal referente de la mujer científica. Pionera española en la investigación biomolecular es la primera científica que ocupa un sillón en la Real Academia Española. Su apabullante currículum se ha forjado con muchas horas de laboratorio y no pocos sacrificios personales. En una charla con este periódico, recuerda que cuando empezó en 1955 'en este país investigar era llorar, pero más si eras mujer. La mayoría de mis compañeras cuando acababan la carrera optaban por la vida familiar. Yo no retrasé mi matrimonio, pero tuve que retrasar mi maternidad hasta los 37 años, porque di prioridad a mi formación científica'. Salas espera que las cosas sean más fáciles ahora, aunque reconoce que sigue siendo complicado compaginar vida profesional y familiar. Aún así, mira con optimismo el futuro por la gran cantidad de mujeres que están realizando sus tesis doctorales, lo que traerá una sociedad científica más equilibrada desde el punto del vista del género. 'Tenemos que dejar de ser invisibles', subraya.
La estirpe de Isis y la historia oculta
Fue la diosa egipcia Isis quien dio a los pueblos del Nilo la escritura y la medicina, inventó el proceso de embalsamiento y la ciencia de la alquimia y enseñó a los egipcios navegación y astronomía. La mitología está llena de nombres femeninos relacionados con la ciencia. Sin embargo, la historia se ha encargado de hurtar protagonismo a las mujeres reales, a pesar de que científicas han existido en todas las épocas y en multitud de lugares. Una exposición organizada por el programa Lâréal-Unesco for Women in Science que puede visitarse hasta el 26 de marzo en el Museo Nacional de Ciencias Naturales se propone dar visibilidad a esas mujeres, para muchos invisibles a lo largo de los años.El programa de L'Oréal-Unesco incluye también becas de investigación para jóvenes científicas.