Una casa y media por familia
La expresión más nítida del boom inmobiliario español se manifiesta en dos aspectos: el crecimiento del ya muy alto precio de la vivienda y la enorme cantidad de pisos construidos. Mientras el primero parece dar síntomas de ralentización, la construcción no da muestras de moderarse. Desde 2002 se han hecho más de 600.000 viviendas anuales, que en 2005 han llegado al récord de 800.000, tantas como Alemania, Francia y Reino Unido juntas. A pesar del aumento de población y de las compras por extranjeros, suena a cifra descabellada, y más si se tiene en cuenta que este año sigue a igual nivel. Pero un análisis detallado desde el punto de vista demográfico arroja algo de luz sobre esas cifras.
Entre 1999 y 2005 se han creado en España 2,7 millones de hogares y se han construido 4,1 millones de viviendas. De la puesta en común de ambas magnitudes se concluye que por cada nuevo hogar se ha hecho vivienda y media (1,54, según el Banco de España). Esta cifra coloca a España a la cabeza de Europa en número de casas por familia, frente a una media que en la UE no excede de 1,1 viviendas nuevas por nuevo hogar.
¿Tiene sentido este ritmo constructor? Por un lado, mientras el ciudadano vea en el ladrillo la mejor salida para sus ahorros es difícil pensar en un cambio. Además, los resultados de un análisis detallado que hoy se publican en estas páginas aportan datos clarificadores. En Asturias o Castilla y León se han edificado casi tres casas por hogar (más de dos en Extremadura, Cantabria o Andalucía), algo que se explica por las segundas residencias y un boom poco estudiado: el de nuevas casas en los pueblos de origen de familias instaladas en las urbes. Pero en casos como Madrid -por la gran afluencia inmigratoria- o Baleares -por la moratoria urbanística- la proporción se invierte y se crean más hogares que casas se construyen. En definitiva, pese a las dudas estadísticas, sí se pueden estar construyendo tantas casas, y se detecta un desequilibrio entre comunidades que conviene observar de cerca para evitar ineficientes divergencias entre oferta y demanda.