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Aviones sin piloto para aumentar las capturas de la flota atunera

El modelo Fulmar despegará de los pesqueros para detectar los bancos de pesca de la especie.

A finales de este año o principios del próximo, el avión no tripulado Fulmar estará en condiciones de ayudar a la flota atunera congeladora en sus capturas. Atrás quedarán dos años y medio de duro trabajo de investigación para crear un modelo que toma el nombre de un pájaro del Polo Norte con capacidad para recorrer grandes distancias sin posarse.

El Fulmar podrá despegar de los propios pesqueros, puesto que no tiene ruedas y no necesita pistas. Le basta con una catapulta de seis metros de largo, desde la que es impulsado al aire a sesenta kilómetros por hora por un sistema de gomas. Más fácil y económico para los atuneros, que suelen llevar a bordo helicópteros y utilizan el radar para localizar los bancos de pesca de una especie migratoria, sin caladeros determinados, y que se desplaza por los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.

España concentra el 10% de la flota mundial atunera, 44 buques, 28 de los cuales pertenecen a armadores vascos, con sede en Bermeo.

Juan Manuel Sancho es el gerente del proyecto Aerovision, donde está incluido el programa Fulmar, y en el que participan los centros tecnológicos de Euskadi Robotiker, Inasmet y Azti, coordinados por la red de Tecnalia. Sancho coordina un equipo que ha llegado a estar formado por quince personas para que el Fulmar esté en condiciones de echar una mano a los atuneros en sus faenas a finales de este año o principios del próximo.

El avión mide tres metros entre los extremos de las alas, y 1,20 metros del morro a la cola, y pesa 19 kilos. Sus cámaras, que transmiten las imágenes al pesquero, sirven para detectar especies pelágicas, como el atún, que nadan en superficie. Puede recorrer hasta 800 kilómetros en ocho horas, en vuelo autónomo programado por sistema GPS.

Equipado con un motor de explosión, como el de las motos, cuando se queda sin combustible aterriza con el piloto automático en el mar. Por un sistema de radio baliza lanza señales vía satélite al buque para su posterior recogida por una lancha. Así no altera los tiempos de captura de los atuneros.

Juan Manuel Sancho y su equipo ultiman ahora el perfeccionamiento del sistema de estanqueidad para que americe sin posibilidad de hundimiento en el agua salada. El módulo del motor, que en vuelo necesita tomar oxígeno, tiene que convertirse en un caparazón cerrado antes de entrar en contacto con el mar.

El Fulmar sí que está disponible para vuelos sobre tierra, aunque Sancho reclama que las autoridades de la UE definan la normativa para los vuelos por encima de los 300 metros (por debajo de esa altura los vuelos son libres). Australia ya ha regulado completamente el tráfico en ese espacio aéreo. Cuando las reglas se definan, el aparato podría monitorizar, por ejemplo, el tráfico de las autopistas en las fechas más críticas en las carreteras. Ahora, el avión tiene múltiples aplicaciones sobre la superficie terrestre, como controlador de fronteras complicadas (desiertos) e incendios forestales (que ahora suponen un riesgo para las tripulaciones de avionetas y helicópteros que los examinan). 'Con él no hay problema para meterse sin miedo en medio del humo', señala Sancho. Cuando aterriza, una red del tamaño de las que se utilizan en las porterías de fútbol, 'un cazamariposas a medida', según Sancho, recoge el aparato para su traslado en un remolque.

En el mar, el Fulmar puede controlar los vertidos (como el chapapote que surgió del buque Prestige tras su hundimiento), la seguridad de las plataformas petrolíferas y la pesca ilegal. Hay cuatro prototipos del modelo que realizan vuelos de prueba todas las semanas, dos para su aplicación terrestre y otros dos para sondeos sobre la superficie acuática.

La Unión Europea no ha concedido subvenciones al proyecto del Fulmar, que sí ha contado con el apoyo del Gobierno vasco y del Ministerio de Industria.

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