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Columna
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El efecto llamada y la experiencia española

Antes de que concluya el año se va a realizar la Encuesta Nacional de Inmigración, de la que ya se han efectuado dos pruebas piloto, con la colaboración del Instituto Nacional de Estadística, la Secretaría de Estado de Inmigración y la Universidad Complutense. En esta encuesta se va a estudiar la biografía de los inmigrantes, lo que permitirá llegar a interesantes conclusiones sobre sus motivos para venir a España, sus itinerarios migratorios, sus cambios de vivienda y sus planes de futuro, cuestiones todas ellas del máximo interés.

A la espera de los resultados que arroje dicha encuesta, cabe señalar algunas líneas posibles basadas en la experiencia histórica española de la emigración a América, tema sobre el que curiosamente se han realizado más análisis en materia de emigración que con la extraordinaria información estadística existente en la actualidad, donde existen múltiples registros informatizados en los que la población inmigrante puede contemplarse, por ejemplo, bajo aspectos demográficos, laborales, educativos, sanitarios o penales, lo que con la tecnología actual mediante el cruce de ficheros permitiría realizar estudios biográficos que, a pesar de resultar laboriosos, serían altamente clarificadores.

Uno de los análisis destacables sobre la emigración a América se debe a Peter Boyd-Bowman, profesor de Filología Colonial Española en la Universidad Estatal de Nueva York en Buffalo, quien publicó en 1988 en dicha institución un trabajo sobre la emigración española a América en el siglo XVI. En este estudio analizó los datos biográficos de más de 56.000 españoles llegados a América en el periodo 1493-1600 basándose en el Archivo de Indias y en otras fuentes que le permitieron completar las faltas de información de dicho archivo, como testamentos, archivos eclesiásticos, crónicas, genealogías, probanzas, interrogatorios y pleitos. Su trabajo está publicado en cinco tomos, donde los emigrantes aparecen ordenados por provincias y pueblos y, dentro de estos últimos, en orden alfabético de apellidos. También figuran nombre y apellidos de los padres de los emigrantes, el año de su partida para el Nuevo Mundo y su destino en América, su condición social y civil, su oficio o profesión, su parentesco con otros emigrantes del mismo pueblo, sus andanzas y actividades en América y año y lugar de su fallecimiento.

Boyd-Bowman señala la marcada tendencia que mostraban los colonizadores no sólo a emigrar en compañía de otros de su región, sino también a formar con sus paisanos poderosos núcleos sociales y facciones allá en el Nuevo Mundo, lo que se pone en evidencia por la frecuencia con que personas procedentes del mismo pueblo o de la misma provincia o región aparecen agrupados en toda clase de documentos coloniales, como testamentos, contratos, crónicas y relaciones, testimonios, etcétera.

Boyd-Bowman señala como ejemplos que, cuando el cacereño Francisco de Godoy, capitán general en Lima, dio una carta de poder en dicha ciudad el año 1537, hizo firmar como testigos a otros cuatro cacereños amigos suyos. Añade este investigador que la misma solidaridad que mostraban en el Perú los extremeños, la exhibían en Nicaragua los familiares y deudos segovianos de los gobernadores Pedrarias Dávila y Rodrigo de Contreras, los andaluces en las islas, México y Tierra Firme, los portugueses en el Río de la Plata, y los vascos en casi todas partes.

Por si no fueran suficiente los datos de españoles que, partiendo de un mismo pueblo, emigraron al mismo lugar de América, Boyd-Bowman aporta el testimonio de más de 600 cartas, conservadas en el Archivo General de Indias, escritas por colonizadores hacia fines del siglo XVI y comienzos del XVII con el propósito de persuadir a familiares y amigos para que fuesen a reunirse con ellos en América, donde la vida se pintaba como incomparablemente mejor que en la madre patria.

A pesar de haber transcurrido más de 400 años, todo parece indicar que una de las principales motivaciones de quienes vienen a España puede seguir siendo, como en el caso de los españoles del siglo XVI, la llamada de quienes les precedieron en la emigración.

En el caso de que se llegue a esta conclusión, además de zanjarse el estéril debate sobre quién tiene la responsabilidad de la masiva llegada de extranjeros, se explicarán muchas otras cuestiones de interés, como por ejemplo el hacinamiento de los recién llegados en las viviendas de sus familiares y amigos o como la facilidad con que se forman bandas de jóvenes que proceden de los mismos barrios y, por tanto, arrastran consigo sus afectos y rencores con otros jóvenes que llegan a vivir a los mismos lugares de España.

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