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Columna
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La inmigración, riqueza mundial

Las remesas de inmigrantes suponen la segunda fuente de financiación externa de los países en desarrollo, tras la inversión directa. En España, los gastos por las transferencias absorben hasta el 15% de éstas. Reducir ese coste ayudaría, según el autor, al desarrollo de los países con emigración

La contribución de los trabajadores migrantes en el mundo es considerable en múltiples aspectos. Con su trabajo contribuyen, de manera muy significativa, al desarrollo de los países subdesarrollados tres veces más de que lo hacen todos los países industrializados juntos. Sus remesas financieras, que se han duplicado en la última década, son un recurso económico creciente de vital importancia y constituyen, después de la inversión directa extranjera, la segunda fuente de financiación externa para los países en desarrollo.

Dichos fondos, permiten mantener la actividad económica y complementar los recursos de las familias para el acceso a bienes de consumo, vivienda, educación, salud, y, en determinados casos, asegurar la simple supervivencia. Pero las migraciones son igualmente un instrumento de desarrollo para los países de destino, que atraviesan una disminución natural de su población y envejecimiento.

Así, los 200 millones de inmigrantes que hay en el mundo han remitido fondos a sus países de origen por valor de 300.000 millones de euros en 2005, de los cuales 214.000 millones de euros fueron remitidos a países en desarrollo, según el Banco Mundial. Pero si se cuentan los flujos remitidos a través de canales informales se podrían sumar un 50% al cálculo oficial.

La distribución mundial de dichos recursos refleja que México (20.000 millones de euros), India (13.000 millones) y Filipinas ( 140.000 millones) son los países que más remesas reciben en volumen, mientras que EE UU (36.000 millones de euros) y Arabia Saudí (19.000 millones) son los países desde donde más remesas se envían. Les siguen Alemania, Bélgica y Suiza (10.000 millones) y Francia (5.000 millones). En todo caso, la cuantía total de las remesas no expresa la importancia de los emigrantes para sostener un determinado país tanto como saber qué porcentaje supone ese dinero en relación a su PIB.

Moldavia, por ejemplo, obtuvo el 27% de su PIB de 2004 del dinero enviado por sus emigrantes; Lesotho, 26%; Haití, 25%; Bosnia-Herzegovina, 23%; Jordania, 22%; Jamaica, 17,4%; Serbia-Montenegro, 17,2%; El Salvador, 16%; Honduras, 15%; Filipinas, 13,5%; la República Dominicana, 13,2%, y España un 0,5%.

España no es ajena a este fenómeno: las remesas enviadas por los inmigrantes a sus comunidades de origen se han incrementado a una tasa anual acumulativa del 25%. Así, los inmigrantes residentes es España, en 2005, remitieron hacia el extranjero más de 4.600 millones de euros, frente a sólo 421 millones de euros de 1996.

Sin embargo, en contra de la percepción general muy centrada en la inmigración, según el Banco Mundial, España sigue obteniendo importantes ingresos económicos de sus emigrantes en el extranjero. Aunque los emigrantes españoles, por primera vez, enviaron a España menos dinero que el que transfieren a sus países de origen los inmigrantes que residen en el territorio español. En concreto, las remesas enviadas por los residentes españoles en el exterior hacia España supusieron 4.298 millones de euros, por lo que la balanza de rentas del trabajo indica sólo un saldo negativo de 300 millones de euros.

Ello es debido a que en los inmigrantes residentes en España una parte importante de su salario se queda en nuestro país, ya que necesitan efectuar, en una primera etapa, costes de instalación -vivienda y equipamiento-. Por el contrario, los españoles en el extranjero tuvieron que ejecutar esos costes mucho antes. Además, los puestos de trabajo de los primeros son de cualificación inferior a los ocupados por los españoles en el extranjero y sus salarios inferiores.

Los expertos coinciden en su preocupación por el elevado coste de enviar fondos a los países de origen de los inmigrantes. Se calcula que entre el 10% y el 15% de las remesas no lle-ga a destino, ya que permanecen en el país de origen alimentando a las empresas que las transfieren. Un porcentaje injustificable considerando que un swift internacional cuesta 15 céntimos de euro. Por ello, y otras razones, el impacto de las remesas en el desarrollo de los países que las reciben podría ser superior. Bastaría un abaratamiento de su coste de un 1% para que 28,9 millones de euros adicionales salieran de España hacia los países menos desarrollados. Ejemplo: EE UU logró reducir en un 56% el coste de enviar remesas a México. Para reducir los gastos de transferencia el Banco Mundial sugiere fomentar la competencia, mejorar el clima de inversiones en los países beneficiarios y facilitar el acceso de los inmigrantes a los servicios bancarios.

Los migrantes realizan una valiosa aportación económica a sus sociedades de procedencia. Los fondos que envían a casa desempeñan un papel importante en el alivio de la pobreza de los países de origen, respaldan el proceso de desarrollo -siempre que los Gobiernos de esos países creen un clima institucional propicio para una adecuada expansión económica- y ayudan a limitar el nivel de desempleo y de subempleo en estos países donde la oferta de mano de obra es excesiva.

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