El ingenioso hidalgo... don Cristóbal Colón
El autor, un joven ingeniero español que trabaja en el departamento de I+D del Renault F1 Team, la escudería de Fernando Alonso, analiza a la luz de su intensa experiencia las debilidades de la investigación en España. En su opinión, no se le pueden achacar al Gobierno de turno, sino a la falta de mentalidad investigadora en muchas empresas
A pesar de colaborar en proyectos para la Agencia Espacial Europea, presentar trabajos de investigación en congresos internacionales, o realizar becas en empresas europeas; a pesar de trabajar actualmente en el departamento de I+D de la escudería Renault F1, mi experiencia es todavía la de un joven ingeniero en esta aventura que es la investigación. Sin embargo, sí me gustaría compartir algunas reflexiones sobre la situación de la I+D en España y discutir posibles soluciones.
Hagamos un sencillo y breve análisis DAFO, tan típico en gestión de empresas, sobre la I+D en España, para saber dónde estamos y hacia dónde podemos ir. El acrónimo no significa más que estudiar Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades, antes de sugerir qué hacer.
Comencemos por los aspectos positivos de la investigación española, sus fortalezas. Para mí, la mayor riqueza de España es su capital humano. Y lo oigo continuamente en congresos, concursos internacionales o empresas extranjeras. Por lo general, el investigador español tiene dos armas clave para triunfar: formación excelente e interés envidiable. En resumen, tenemos personas como fue Cristóbal Colón, investigadores con experiencia que quieren impulsar y animar la investigación, y además mejores marineros (jóvenes investigadores) para el viaje de la I+D.
La inversión en investigación puede ser costosa, pero también muy rentable, si se consigue que los acuerdos entre la empresa y la universidad sean eficientes
Dejemos las oportunidades para el final y ocupémonos a continuación de las debilidades y amenazas. Parece que las amenazas están claras: potente I+D en países desarrollados (EE UU, Japón, Reino Unido, etcétera) y perdida de competitividad de nuestras empresas si no ofrecen algo mejor que sus rivales, que cuentan con los resultados de su fuerte investigación o, en el caso, de empresas de otros países, que poseen factores como mano de obra a menor coste...
¿Y qué ocurre en cuanto a las debilidades? Mucha gente achaca los problemas de la I+D nacional al Gobierno del momento. Pero no es tan fácil como criticar a la Corona española de 1492 por no compartir el entusiasmo y el carácter aventurero de don Cristóbal y no invertir en él hasta el final. La inversión pública es importante, pero la inversión privada es la clave. La pública no suele exigir resultados o plazos concretos. Una fuerte inversión pública puede generar una investigación básica sana, siempre que exista una buena gestión de los medios y un cierto seguimiento del trabajo de los investigadores. Pero quizá conseguir una investigación básica potente sea algo ambicioso de momento. Por ello, aunque no me olvido de ella, opino que primero hay que generar una masa crítica de investigación aplicada, para que se pueda dar entonces la reacción en cadena, y florezca también una investigación básica de calidad. Y es la inversión privada, proveniente de empresas, la que suele estimular una buena investigación aplicada, por su exigencia de resultados, calidad y rapidez.
Debemos preguntarnos entonces por que falta la inversión privada en España y cómo solucionarlo.
En mi opinión, el problema de nuestro país son los dos engranajes principales de una I+D fructífera: la empresa y la universidad. A la empresa le suele faltar mentalidad investigadora y no ve la investigación como una inversión. La universidad a veces no es capaz de dar a las empresas la rentabilidad y los resultados que buscan obtener de la investigación, porque no suele ver el acuerdo con empresas como un verdadero contrato que le aporte valor. Los plazos y la exigencia de resultados se ven en muchos casos como una amenaza, o como algo peor que la obtención de financiación pública. Además, la obtención de recursos privados suele estar peor valorada por las agencias de calidad y no suele haber mecanismos que estimulen a profesores e investigadores a lograr estos acuerdos.
Para conseguir inversión en I+D por las empresas, es esencial tener claros dos puntos. Primero, la investigación es realmente una inversión y no un coste. La inversión en investigación puede ser costosa pero también muy rentable, si conseguimos que los acuerdos empresa-universidad sean eficientes. Segundo, la investigación se puede comprar, pero no se debe comprar. No debe comprarse porque quien haya hecho la investigación tendrá gran celo por no revelar todo su trabajo, no seamos incautos. Si quieren competir en diferenciación o en costes, como propone Michael Porter en su análisis de ventajas competitivas, deben ser las propias empresas las que realicen la investigación que necesiten. Porter aconseja no subcontratar lo que da la parte principal del valor añadido a una empresa, lo que realmente es el núcleo de su potencial. Y la investigación puede convertirse en ese núcleo. Por ello que las empresas deben invertir bien en investigación propia o bien en contratos con universidades para realizar sus investigaciones, no depender de comprar la investigación hecha previamente por y para otros.
¿Cómo conseguir más y mejores contratos entre empresa y universidad? Como en todo negocio, está claro que ambas deben obtener beneficios. Para que la empresa invierta, debe confiar en que va a obtener resultados concretos y de calidad en un plazo razonable. Para que la universidad busque acuerdos con empresas, es necesario estimular a profesores e investigadores. Un criterio para lograr este estímulo puede ser el volumen y calidad de contratos conseguidos por los profesores. Pero hay que tener cuidado para premiar la inversión privada mediante mecanismos que no distorsionen el objetivo del investigador, que debe ser investigar de forma seria en temas útiles para la sociedad en un plazo más o menos largo. Dicha distorsión ocurre con relativa frecuencia, por ejemplo, si se recurre a la habitual valoración en función de publicaciones.
Por último, la I+D en España tiene muchas oportunidades, pues si realmente es potente, le dará a nuestro país un arma muy valiosa para competir a nivel mundial. Tenemos buenos marineros, no es difícil encontrar buenos capitanes y el gran problema no es tanto la cantidad de dinero que ponga la Corona, como de momento confiar en el barco.