El optimismo de la Ley de Dependencia
Una lectura al texto del anteproyecto de Ley de Promoción de la Autonomía Personal y de Atención a las Personas en Situación de Dependencia, título muy descriptivo que se viene abreviando en el más coloquial Ley de Dependencia, muestra que sus autores, a la hora de las cuantificaciones, han hecho un buen aprovechamiento de las fuentes estadísticas disponibles. Sobre la base de datos censales y del movimiento natural de la población, se pueden estimar no sólo las personas que habrá en distintos momentos del futuro sino cuál será su estructura de edades y sexos. Por otro lado, aprovechando las potentes encuestas de discapacidades, deficiencias y minusvalías, se conoce la probabilidad de sufrir limitaciones a distintas edades y para ambos sexos, por lo que, bajo la sencilla hipótesis de que dichas probabilidades se mantienen en el tiempo, se puede estimar el número de personas dependientes que habrá en esos momentos del futuro.
De los dos escenarios que ha facilitado el INE para sus proyecciones de población, en el anteproyecto de Ley de Dependencia se ha optado por el número 1, que considera que las entradas netas de extranjeros, como se sabe en cifras espectaculares en los últimos años, van a caer a partir de este año 2006 a cifras inferiores a las 400.000 anuales, aunque se van a mantener en valores próximos a los 300.000 hasta el final del periodo estimado, que es el año 2059. El escenario 2, más restrictivo, contempla una caída de las entradas netas de extranjeros que se sitúan en algo más de los 100.000 anuales desde 2009 hasta 2059.
La hipótesis elegida, que lleva a una población de algo más de 50 millones en 2026, última fecha para la que el anteproyecto reproduce las proyecciones de población del INE, implica, si se observan los componentes del crecimiento de la población, que entre los años 2002 y 2026 haya de multiplicarse por tres la población extranjera que reside actualmente en España, con una entrada neta de 8,5 millones de personas en el periodo. Esta entrada compensa los ligeros incrementos que, siempre según el escenario 1, va a registrar el saldo vegetativo, donde el exceso de los nacimientos sobre las defunciones comienza a disminuir paulatinamente e incluso, a partir del año 2019, las muertes llegan a superar a los nacimientos, sin que la mayor fertilidad de las mujeres extranjeras consiga evitarlo, hasta alcanzarse saldos negativos anuales superiores a las 100.000 personas desde el año 2035.
Pues bien, con esta hipótesis, en el año 2020, último en el que estiman un número de personas dependientes en 1,5 millones, la situación no parece muy dramática a efectos de financiación de la ley, puesto que todavía hay un 64,4% de población potencialmente activa (entre 16 y 64 años), aunque la mayor de 64 años ya se aproxima al 20%. No obstante, cabe reflexionar sobre las condiciones que han de darse para que este escenario 1 se llegue a cumplir y ello, no por enmendar un trabajo bien hecho como es el anteproyecto de ley que se está comentando, sino por llamar la atención sobre otros problemas.
Así como los nacimientos y las muertes pueden estimarse con bastante exactitud para periodos largos, los movimientos migratorios tienen mucho de impredecible, de ahí que en las proyecciones demográficas se opte por hipótesis sencillas y de carácter casi constante. Para que se confirmen las entradas netas del extranjero que se prevén en el escenario 1 han de cumplirse algunas condiciones nada fáciles, como el crecimiento de nuestra economía a tasas que hagan posible la asimilación de un volumen tan importante de inmigración, y como el mantenimiento de esas desigualdades que expulsan población de los países pobres hacia los desarrollados.
Ante la posibilidad de que muchas de las economías de esos países pobres consigan el desarrollo necesario para frenar su emigración, sería una temeridad pensar que los extranjeros siempre van a seguir aliviando nuestro envejecimiento poblacional y, por ello, sería preciso reforzar nuestra propia fecundidad.
Por otro lado, ante la posibilidad de que no se cumplan las optimistas previsiones de la ley, no estaría de más contemplar el tema de la financiación, que ante las propuestas de déficit cero de algunas comunidades, puede dejar a otras, como Aragón, Asturias, Castilla y León y Galicia, que ya tenían más de un 20% de mayores de 64 años en 2001, en situación insostenible, puesto que los extranjeros jóvenes les llegan en muy baja proporción y, para colmo, sus propios emigrantes, que se fueron jóvenes, pueden retornar ya viejos.