Nuevos salarios para nuevos valores sociales
La evolución de la sociedad española está poniendo en cuestión el principio, eficaz hasta ahora, de asumir nuevas responsabilidades para ganar más, según el autor, que se incorpora al Debate Abierto sobre la política salarial. En su opinión, hay que repensar nuevos modelos retributivos basados en criterios individualizadores
Las políticas retributivas vigentes hoy en día en nuestras organizaciones son, en su mayor parte, consecuencia de los procesos de evolución de los sistemas de gestión desde las antiguas categorías profesionales a la medida de los niveles de responsabilidad de los puestos. Y en su mayor parte datan de los años ochenta o, como mucho, de principios de los noventa. Es decir, que en el mejor de los casos, han pasado 10 o 15 años.
Dichas políticas retributivas parten de un principio muy simple pero eficaz: toda persona se plantea a lo largo de su carrera profesional cómo puede ganar más. Y en base a ese principio, las personas aspiran y se esfuerzan en alcanzar posiciones de mayor responsabilidad y en hacer mejor su trabajo para obtener mejores resultados y mayor retribución variable. En definitiva, se esfuerzan por hacer cosas que les permitan ganar más.
Evoluciones posteriores hacia la mejora de la eficiencia fiscal, o la introducción de conceptos a largo plazo, pero solamente para colectivos directivos, han terminado de configurar la política retributiva en la actualidad.
La solución pasa por la conciliación, pero relacionada también con la mejora de la productividad
¿Dónde nos encontramos en este momento? La evolución de la sociedad española está poniendo en cuestión este principio que se ha revelado eficaz en el pasado. Nos encontramos ante una serie de cambios sociales y de entorno que nos están retando a definir políticas retributivas nuevas. Cambios en los valores sociales de los jóvenes o la incorporación definitiva de la mujer al mundo del trabajo profesional nos están dando indicios de que lo que era válido en el pasado podría no ser válido en el futuro.
Veamos algunos ejemplos: el cambio en los valores sociales de los jóvenes indica que las nuevas generaciones cada vez valoran más el tiempo de ocio, la calidad de vida y la calidad del proyecto empresarial en el que se embarcan. Esto, unido a la caprichosa forma de nuestra pirámide de edad, que va a aportar muchos menos jóvenes al mercado de trabajo que en el pasado, puede cuestionar la validez de las políticas retributivas que apuestan por pagar muy poco al joven que se incorpora al mundo laboral y crecer en base a méritos y a lo largo de un dilatado proceso de maduración profesional.
Estos jóvenes actuales, que se van a incorporar al mercado de trabajo en los próximos 10 años, acostumbrados desde pequeños a vivir muy bien (en definitiva, problema de país rico, como Francia o Alemania), van a ser pocos y a la mayoría no les va a resultar atractivo un panorama en el que deban esforzarse por ascender o por alcanzar objetivos altamente retadores.
Y si analizamos el fenómeno de la mujer que accede masivamente al mundo del trabajo profesional, es evidente que la conciliación de la vida personal y profesional es un asunto de primera magnitud, de mayor importancia y valoración que el ascender en la escala profesional de responsabilidades o en alcanzar unos objetivos altamente retadores.
El principio básico sobre el que se ha basado la política retributiva en el pasado, de que cada persona se pregunta qué hacer para ganar más, no va a resultar eficaz en los próximos años para una parte muy significativa de la población laboral profesional. Tendremos que repensar los modelos retributivos, tendremos que considerar mucho más aspectos personales y tendremos que ser capaces de individualizar más la política retributiva, recogiendo en modelos globales, aspectos personales más allá del desempeño o el cumplimiento de objetivos.
En definitiva, nos encontramos con un panorama tranquilo en el corto plazo, pero preocupante en el medio y largo plazo. Tranquilo en el corto porque los problemas retributivos no salen a relucir hasta pasados muchos años, y entonces suelen ser imposibles de resolver o muy caros, que es lo mismo. Y preocupante para un país que no destaca por su productividad y que ya tiene los mismos problemas que países mucho más productivos.
La solución, bajo nuestro punto de vista, pasa, evidentemente, por la conciliación, pero también conciliada con la mejora de la productividad. Organizaciones más eficientes y directivos creadores de equipos y culturas de coherencia permitirán a nuestras empresas abordar estos retos y ser mejores frente a la competencia global. Solamente desde un modelo global de gestión podremos abordar el reto de los próximos años en materia retributiva: conciliar la conciliación.