Washington no consigue que China avance en la revaluación del yuan
Era uno de los temas fundamentales en la agenda y al final se quedó en agua de borrajas. El presidente de Estados Unidos, George Bush, pasó de puntillas en su reunión con su homólogo chino, Hu Jintao, sobre la espinosa cuestión de la forzada debilidad del yuan. Los halcones de Washington esperaban en vano que Bush presionara a Jintao para que acelere el proceso de apreciación del yuan. La moneda china cotizó durante 10 años anclada al dólar, hasta que en julio pasado se aprobó una tímida flexibilización que ha llevado al cambio de 8,27 yuanes por dólar a los 8,017 del viernes.
El mandatario norteamericano se limitó a señalar que le gustaría ver 'más apreciación' en la moneda china, a lo que el dirigente oriental dio una respuesta poco prometedora: 'Continuaremos haciendo ajustes'.
En un país de salarios bajos, la parte del león del crecimiento económico se la ha llevado la exportación, a la que ha contribuido sin duda una moneda artificialmente débil. De hecho, algunos expertos consideran que la infravaloración de la moneda china es más del 50%.
En el mercado de futuros se apuesta por una apreciación de casi el 2,9% de aquí a diciembre. Pero el hecho es que en un mes, el yuan no se ha movido. Las autoridades chinas no quieren soltar las riendas de la moneda. Sirve como lección el ejemplo de Tokio; en 1985 cedió a las presiones de Washington y aceptó una revaluación de la moneda en el famoso acuerdo del Hotel Plaza (en Nueva York) y ese fue el comienzo de una crisis económica que aún hoy sigue sin cerrarse.
El gigante avanza con cautela en la flexibilización monetaria. De momento, sólo está permitido que el yuan fluctúe un 0,3% como máximo y es una incógnita cuando llegará el siguiente paso. Lo que crecen son las reservas en divisas de Pekín; en marzo se situaron en 875.100 millones, un incremento interanual del 32,8%.