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Columna
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Al final, no pasarán

Ante la cumbre europea. El Consejo de Primavera que se celebra en Bruselas tiene como punto fuerte el debate sobre la política energética europea, cuando los movimientos de concentración en el sector han despertado tentativas proteccionistas de algunos Gobiernos. La Cumbre tiene como trasfondo recuperar la confianza en el proyecto europeo

Qué es un sector estratégico? Según el Gobierno, se trata de un sector que merece ser defendido frente a empresas extranjeras. En la práctica, consiste en proteger a una empresa nacional, Endesa, y de paso privar a sus propietarios de una mejor oferta económica por sus acciones. Significa también proteger a otra empresa nacional, Gas Natural, para que su oferta (por el momento inferior) sea la que triunfe. Y por último, implica bloquear la entrada de Eon en España.

El Gobierno español ha reaccionado a la opa de Eon lanzando una batería legislativa que asustaría al más intrépido, al tiempo que ha avivado el sentimiento patrio apoyando la creación de un campeón nacional.

Francia, por su lado, acaba de recordar que también cuenta con una lista de intereses estratégicos que van desde el acero al yogur, pasando por la energía. Ante la opa de la italiana Enel sobre Gas de France (GDF) se ha enfrascado en una guerra para impulsar la fusión de GDF con (la casualmente también francesa) Suez.

Italia, que ahora pone el grito en el cielo, parece olvidar que hace bien poco fue condenada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por bloquear la entrada de capital francés en su mercado eléctrico. O que su banco central no se sonrojaba al desfavorecer la oferta española del BBVA sobre la Banca Nazionale del Lavoro (BNL).

La estrategia en todos estos casos es la misma, bloquear la entrada a todo capital extranjero mientras se lanza la creación de un campeón nacional. La fórmula perfecta, empresas ávidas de frenar la competencia unida a políticos con interés en mantener un sector estratégico nacional.

Pues bien, la estrategia del campeón nacional en nada beneficia a los consumidores. Cualquiera que prefiera una bandera nacional ondeando en un sector estratégico a una multitud de empresas compitiendo debería saber que este tipo de caprichos salen caros. Que ante la opa de Eon la prensa alemana ha reaccionado denunciando los altos precios que su adorado campeón nacional practica en Alemania. Y es que una vez que una empresa pasa a ser dominante hace lo que cualquier empresa haría, maximizar beneficios, lo que en ausencia de competencia supone subir los precios a sus consumidores.

No obstante, el consumidor puede estar tranquilo, ante estas medidas proteccionistas en clara violación de las normas comunitarias la Comisión Europea ha reaccionado con agresividad: una declaración solemne y una lista de preguntas al Gobierno español. Un sentimiento de nostalgia invadirá a aquellos que recuerden a la Comisión Europea de otros tiempos. Una Comisión que habría puesto firme a cualquier Estado al que se le pasara por la cabeza semejante política proteccionista.

Se nos olvida que hace más de 50 años ciertos países europeos llegaron a la conclusión de que en vez de lanzarse bombas era más productivo abrir sus mercados nacionales y fomentar la competencia. Este proceso dio lugar al mercado único, donde las empresas de los diferentes Estados miembros han podido competir libremente.

Hoy en día Alemania, Italia, Francia y España favorecen la creación de campeones nacionales mientras se defienden de los invasores extranjeros. Y en esta guerra se olvida el único interés estratégico que necesita ser protegido: los consumidores. Proteger a las empresas nacionales puede ayudar a mantener una esfera de influencia política pero en nada ayuda a desarrollar su instinto competitivo.

Una de las razones de la falta de apertura de los mercados energéticos es la ausencia de voluntad política. Mientras haya connivencia entre las empresas y el Gobierno que las regula jamás tendremos un mercado abierto y competitivo. España no adoptó a tiempo la legislación comunitaria en materia de energía, lo que le ha valido un procedimiento ante el Tribunal Europeo. La lentitud para adoptar medidas legislativas de liberalización contrasta con la celeridad del Gobierno para adoptar reales decretos que protegen a determinadas empresas.

Si un sector es estratégico debería ser competitivo. Mientras el orgullo patrio y la connivencia política nos envuelvan sólo vamos a ver cómo el consumidor financia este tipo de arreglos. Entre tanto la Comisión parece que no es capaz de mostrar suficiente determinación política. Al final efectivamente nada pasará.

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