'Hay que flexibilizar las funciones del trabajador y su salario'
Asegura que el mercado laboral español necesita un cambio de hábitos empresariales y de los trabajadores más que profundas reformas legales
El currículo de Juan Antonio Sagardoy (70 años) es de los que dan vértigo por su extensión. Este navarro, nacido en Pitillas, catedrático numerario de Derecho del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid es uno de los mejores conocedores del mercado laboral español. Es presidente del prestigioso bufete Sagardoy, y por su despacho han pasado los responsables de casi todos los gobiernos pidiendo consejos sobre qué hacer en el mercado de trabajo. Se precia de haber diseñado con éxito, y escaso coste social, los expedientes de regulación de empleo de muchas grandes empresas.
¿Cuáles son sus recetas para reformar ahora el mercado laboral?
No es muy necesaria la reforma de la legislación para que mejore nuestro mercado de trabajo. La reforma, más que de leyes debe ser de hábitos, actuaciones y de culturas.
'Es conocido lo mucho que le cuesta a un directivo español trabajar fuera'
Por ejemplo, en los despidos objetivos por causas económicas, los empresarios se quejan de una enorme inseguridad jurídica, porque la indemnización es muy alta y se desconoce la cuantía. Es un problema de hábito y cultura porque la ley es muy clara: cuando un empresario tiene un exceso de personal puede rescindir contratos por causas económicas con una indemnización de 20 días al año con un año como máximo. Pero en realidad eso no se cumple. Con los contratos temporales ocurre algo parecido, que la ley es bastante exigente, lo que no funciona es la práctica.
¿Qué hábitos hay que cambiar?
En el campo de las relaciones individuales de trabajo, la ley ya es correcta pero hay que mejorar las conductas en la modificación de las condiciones laborales. Ahora con la ley en la mano las empresas tienen muchas dificultades para modificar el salario de un trabajador, tanto las cantidades como la distribución de las partidas salariales; tienen muchas dificultades en los cambios de jornada y en las funciones. La ley tendría que dar una mayor facilidad para cambiar y flexibilizar las funciones del trabajador o su estructura salarial, siempre con las garantías suficientes para que las medidas se adopten sin excesivos traumas.
¿Qué se ganaría con más flexibilidad para cambiar las condiciones laborales del trabajador?
Con ello se ganaría que no se muera el enfermo: si una empresa tiene un problema grave de competitividad y lo puede arreglar con un cambio en el sistema salarial, con un cambio en los turnos, o en las funciones probablemente se salve y sin embargo como no se hacen estos cambios, la empresa muere. Desde hace años hay una necrofilia empresarial, porque se ha preferido dejar morir la empresa antes que realizar alguno de estos cambios.
Pero a la hora de la verdad, ¿este inmovilismo es más culpa de la ley vigente o de la costumbre?
Para poder cambiar las condiciones laborales pesa mucho la ley, pero también el mundo de los hábitos. Hay poca mentalización de los trabajadores a los cambios en las condiciones de trabajo. Conozco una empresa en el País Vasco porque no hubo manera de que para salvar la empresa se trabajara un turno los sábados por la mañana porque los trabajadores dijeron que el juego de mus de los sábados no se lo quitaba nadie.
Y no digamos en la movilidad geográfica. En el mundo laboral internacional y, sobre todo en el mundo de los directivos, España tiene fama de la poca proclividad que hay y el coste tremendo que tiene para un directivo español salir de España, cosa que los anglosajones lo hacen con mucha facilidad.
La negociación colectiva está siendo ajena a las negociaciones de reforma laboral. ¿Hay que reformar los convenios?
Sí, sería importante que los convenios tuvieran mucho más juego respecto a la ley. Hay que perder el temor sindical, lógico por otra parte, a que se individualicen las relaciones laborales. No creo que sea bueno para el sistema que haya determinados trabajadores que no puedan disponer de sus derechos de ninguna forma porque no se lo permite el convenio colectivo, cuando por su formación, por su situación económica o por su estatus pueden y quieren hacerlo. Esta reforma podría contribuir a mejorar la competitividad del mercado.
¿Qué debería cambiarse para que los convenios no sean un obstáculo para la competitividad?
Muy fácil, permitiendo en el Estatuto de los Trabajadores que determinadas materias se puedan disponer en los contratos individuales. Me refiero fundamentalmente las condiciones de horario, las salariales, pero también las materias relacionadas con las funciones. No es bueno que una ley tenga artículos como el 36 y el 37 del Estatuto de los Trabajadores sobre descanso semanal, que fijan con todo detalle las entradas, las salidas y los turnos. La ley debería ser más generosa en la autonomía colectiva y en la individual. En cuanto a la estructura salarial, ahora se permite mayor libertad en la distribución de salarios pero queda por reformar la modificación de las condiciones: cuándo y en qué circunstancias se podría modificar la estructura del salario.
'No habrá reforma laboral'
'Tengo muy pocas esperanzas de que vaya a haber una reforma laboral digna de ese nombre'. Así de pesimista se muestra Juan Antonio Sagardoy sobre las actuales negociaciones entre el Gobierno, la patronal y los sindicatos para reformar el mercado de trabajo. Lo que sí reclamó es una reforma de la protección por desempleo, 'porque es un escándalo que habiendo trabajo se esté pagando prestación a quien no quiere trabajar'.
Empleo. 'Reformar el despido exige sinceridad, no demagogia'
Juan Antonio Sagardoy aconseja que, ante la imposibilidad de conciliar los intereses del empresario y el despedido, se busquen fórmulas equilibradas. ¿La fórmula española es equilibrada?El despido objetivo por causas económicas es equilibrado, europeo y normal. El problema está en el despido individual disciplinario, que tiene una indemnización muy alta, de 45 días por año y un tope de 42 mensualidades. Es el despido más caro de Europa. Pero lo más preocupante es que la mayoría de las empresas españolas, cuando tienen que despedir por razones objetivas, acuden por costumbre como mínimo a la fórmula y la indemnización del disciplinario y de ahí para arriba.Entonces, ¿de cuánto se están pagando las indemnizaciones en los juzgados?En las grandes empresas hay indemnizaciones muy superiores, yo he visto en muchas indemnizaciones de más de 60 días por año y desde luego la media de lo que se está pagando es superior a los 45 días que marca la ley. Esto produce una gran inseguridad porque no sabes cuanto cuesta despedir. Aunque a los trabajadores de las pymes se les aplica el reglamento y ya está.¿Qué reforma necesita el despido: un abaratamiento, una simplificación del procedimiento judicial o ambas?No es simple. No se puede decir: bajamos la indemnización de 45 días a 35. Eso sería una solución transitoria, que aliviaría el problema. Una auténtica reforma del despido sí que exigiría una negociación entre sindicatos y empresarios en la que, con absoluta sinceridad y no con posturas demagógicas y totalmente antagónicas, busquen las causas del abuso de la temporalidad.
'Tener muchos empleados nómadas es muy malo para las empresas'
'Estoy convencido de que muchos empresarios creen que el trabajador fijo no es un bien sino un mal para su empresa', asegura Juan Antonio Sagardoy, para quien esto es un grave error. 'Piensan que los indefinidos son un obstáculo en rendimiento y en la dificultad de rescindir el contrato. Esto, que no es verdad con la ley en la mano, en la práctica si que es cierto y se llega a la aberración de considerar como un activo en la venta de una empresa el hecho de que tenga pocos fijos', asegura el catedrático de Derecho del Trabajo. 'Esto -añade- es una cosa demencial porque el trabajador fijo, según dicen todos los técnicos en recursos humanos, debería ser, muy al contrario, uno de los grandes activos de las empresas, porque puedes motivarles, formarles, integrarles en los objetivos. Pero tener muchos trabajadores temporales, como nómadas, eso es muy malo'. Si bien en su opinión, es cierto que la ley contribuye a esta creencia en alguna medida, porque tener a un fijo es un problema.En la línea de algunos empresarios que defienden que el problema de los contratos estables no es tanto el coste como la dificultad del procedimiento jurídico del despido, Sagardoy propone una solución que han adoptado algunos países del entorno europeo. Se trata de 'dar más automatismo al despido objetivo por causas económicas, junto con la indemnización correspondiente a término de contrato, pero con menor control del juez. Si bien, Sagardoy aclara que su propuesta supone un automatismo 'con reservas': 'no defiendo el despido libre', dice. En concreto, sugiere que el despido sea automático en determinadas circunstancias, por ejemplo si la empresa lleva dos años con un porcentaje de pérdidas o en otras situaciones de crisis.