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Profesionales

Después de la licenciatura, una reválida para ejercer

Los médicos necesitan superar el examen MIR, los abogados tendrán que aprobar unas prácticas. Y a los ingenieros y arquitectos se les reclama una prueba de capacitación

Los licenciados en Derecho conocerán pronto una realidad de la que los estudiantes de Medicina se quejan desde hace tiempo. Hasta enero de 1995 bastaba tener el título (seis años de carrera) para ejercer la medicina general, pero desde esa fecha una directiva comunitaria requiere a los licenciados dos años de formación práctica en una institución sanitaria. En España, el único camino para lograrla es aprobar el MIR (médico interno residente), requisito imprescindible para conseguir una plaza en el sistema público de salud y que ya se exigía para trabajar como especialista. Existe una alternativa para los recién licenciados, que es emplearse como médicos generalistas en la sanidad privada, pero ésta representa únicamente el 15% del mercado de trabajo. Hay problemas de espacio. Cada año se licencian en España más de 4.000 estudiantes de medicina, y se ofertan, por ejemplo, este año cerca de 6.000 plazas de MIR (dos convocatorias: la de medicina de familia, para los licenciados después de 1995, y la del resto de especialidades). Lo que ocurre es que al examen se presentan más de 10.000 candidatos, lo que impide absorber la bolsa histórica de más de 7.000 médicos que aún no han podido escoger especialidad. No suelen aprobar todos los que se presentan a la prueba ni tampoco tienen cabida en la sanidad privada.

Como consecuencia, los estudiantes quieren que desaparezca la obligatoriedad de aprobar el MIR para ejercer, en el sistema público, la medicina general. Es decir, que ésta no se considere especialidad. En contra de la opinión de los universitarios, asociaciones como la Sociedad Española de Medicina Familiar consideran que el MIR es el único modo de garantizar una formación de calidad para el acceso a una profesión en la que hay que asumir muchas responsabilidades.

La divergencia de opiniones existe en otros sectores profesionales, aunque la discusión es menos enconada. El director del gabinete del rector de la Universidad Politécnica de Madrid, Antonio Pérez-Yuste, señala que 'en ninguna ingeniería o arquitectura se exige la superación de una prueba para ejercer la profesión. Por regla general, el título acredita al licenciado y lo habilita para trabajar'. Aunque existe una excepción. 'Si los ingenieros quieren desempeñar un ejercicio liberal de su profesión es decir, al margen de una empresa han de colegiarse'. Se trata únicamente de un trámite administrativo (darse de alta y pagar una cuota), pero imprescindible. 'Para que un arquitecto pueda firmar un proyecto con su nombre y apellidos tiene que estar colegiado, porque todo proyecto debe llevar el visado del colegio', explica Pérez-Yuste.

Esto no es así en todos los países, y, por ejemplo, en algunos estados de Estados Unidos, los titulados deben además superar una prueba para formar parte del mercado laboral. En España hay corrientes de opinión que defienden esta postura: los colegios profesionales, en general, han solicitado que los ingenieros y los arquitectos estén obligados a aprobar un examen que los faculte para trabajar, como ocurrirá con los abogados a partir de 2012. 'En la universidad estamos en contra porque consideramos que entregamos el título a alguien que tiene capacidad suficiente para ejercer la profesión', dice Pérez-Yuste. 'Como todas las carreras, las ingenierías cumplen las directrices generales que elabora el Consejo de Coordinación Universitaria y aprueba el Ministerio de Educación, y eso garantiza que los titulados están preparados', añade. Y, por lo que parece, las cosas van a seguir como están. 'En el futuro no se sabe, pero en la fase en la que estamos los legisladores no están por la labor de introducir esta prueba', asegura el director del gabinete del rector de la Politécnica de Madrid.

Cabe recordar que las carreras de ingeniería gozan de ciertos privilegios en cuanto a inserción laboral se refiere, y que la mayoría de los alumnos reciben ofertas de empresas antes de finalizar sus estudios. Compañías como IBM, Ferrovial Aeropuertos, DMR Consultores o BBVA acuden a los campus politécnicos para reclutar talento joven y asegurarse de esta manera el fichaje de los mejores, con el fin de poder adaptarlos a su cultura corporativa.

En ramas como la investigación científica, la educación social, la economía, la publicidad, el marketing, las humanidades, la sociología y otras muchas, las empresas simplemente exigen un título académico y no hay planteamientos de pruebas añadidas. Y en algunos casos ni siquiera existe ese requerimiento. Es el caso del periodismo. Muchos profesionales lo son sin haber pasado por una facultad de comunicación: poseer un máster especializado (los hay muy prestigiosos, como el que conceden EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid) es suficiente para ejercer. El panorama no está muy claro, pero algunos creen que está bien como está. El presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), Fernando González Urbaneja, destaca que 'hay dictámenes jurídicos que dicen que ésta es una profesión abierta'. 'No puedes acotar el derecho a la libertad de expresión', añade.

Sin embargo, el derecho al secreto profesional y la cláusula de conciencia que amparan a los periodistas 'no pueden ser genéricos'. Por tanto, quien habilita al informador, más que un colegio (sólo hay dos, en Cataluña y Galicia), es la empresa. 'Es una definición tautológica, pero es periodista quien trabaja de periodista', resume González Urbaneja, que concluye con una reflexión: 'Nuestra acreditación es útil, porque el periodista ha pasado el escrutinio de una asociación profesional, pero no es un requisito para ejercer. ¿Cómo no va a ser periodista alguien que no esté asociado o que lleve 25 años trabajando en un periódico sin estar licenciado?'.

Los últimos a los que se les ha complicado el acceso a su profesión han sido a los abogados. La semana pasada el Consejo de Ministros aprobó un proyecto de ley de acceso a la abogacía, que tendrá que tramitarse en el Congreso. La futura norma tiene como finalidad garantizar que abogados y procuradores dispongan de la capacitación técnica y práctica necesaria para el desempeño de sus funciones en el asesoramiento y la actuación ante los tribunales. El nuevo texto legal incorpora la exigencia de superar un periodo de formación práctica y un examen posterior para que los licenciados en Derecho puedan convertirse en abogados. Se trata de una vieja reivindicación del sector, que siempre ha considerado la que la simple licenciatura en Derecho no debería servir para ejercer como abogado. Creen que se requiere una formación posterior que garantice a los ciudadanos, como en el caso de los médicos, una prestación del servicio de calidad. Los alumnos de Derecho todavía respiran aliviados porque de aprobarse la norma, no entraría en vigor hasta 2012.

'El MIR no es ninguna garantía de que vayas a ser buen médico'

Si quiere ejercer no le queda otro remedio que superar el examen MIR (médico residente interno). El próximo 21 de enero, Elena Corchete, madrileña de 24 años, se presentará a las pruebas selectivas de plazas de formación sanitaria especializada para médicos, farmacéuticos, químicos, biólogos, bioquímicos, psicólogos y radiofísicos hospitalarios.'Se trata de un requisito indispensable si se quiere ejercer oficialmente la medicina. Es duro porque te lo juegas todo a una carta, sobre todo cuando has pasado seis años formándote a lo largo de la carrera', explica esta estudiante de Medicina, que cursó esta disciplina en la Universidad de Alcalá de Henares de Madrid.El examen al que tendrá que enfrentarse es teórico y consiste en 260 preguntas a desarrollar en cinco horas. 'Aprobar esta prueba no es ninguna garantía de que vayas a ser un buen médico en el futuro'. Ella confía que con el Año Nuevo le llegue una plaza para ejercer como médico. 'Hay muy pocas carreras a las que se les exija tanto como a Medicina', se lamenta. La plaza también depende de la puntuación conseguida. Por tanto, conviene obtener buena calificación, 'es la única manera de tener mayores posibilidades para obtener un buen puesto'.Los licenciados de la Universidad Autónoma de Madrid suelen ser los que copan los primeros puestos de la lista provisional de resultados del último examen MIR. En la última convocatoria consiguió colocar entre las 100 primeras calificaciones a 12 de sus licenciados. A esta universidad le siguió la Autónoma de Barcelona con 11 licenciados entre los que se encontraba el que consiguió el número uno.El tercer puesto lo ocupa la Universidad Complutense de Madrid, con ocho licenciados, seguida de las universidades de Murcia, Zaragoza, Navarra y Granada con seis licenciados. La Universidad de Salamanca y la del País Vasco han logrado que cinco de sus licenciados se sitúen entre los primeros 10 clasificados.La última convocatoria del examen MIR se celebró en 21 ciudades de España. A la prueba se presentaron 8.592 médicos, el 63,05% eran mujeres, que aspiraban a conseguir una de las 5.406 plazas ofertadas. Muchos se volverán a presentar ahora.

Un máster y los idiomas también ayudan a la inserción laboral

Cada vez es más apreciado por las empresas que sus profesiones tengan en su currículo un máster o un curso de posgrado. Favorece la inserción laboral en la fase inicial de la carrera profesional de un universitario. Se trata de un elemento diferenciador para acceder a un primer trabajo. Y, en otros casos, es una garantía de empleabilidad, a través del desarrollo de habilidades directivas o de la adquisición de conocimientos altamente especializados.A pesar de esta distinción, las solicitudes para cursar programas de Dirección de Empresas (MBA) han experimentado en los últimos años un acusado descenso, en favor de cursos de posgrado más cortos, especializados y con una visión más internacional de los negocios. Así por ejemplo, en el área comercial, de recursos humanos y dirección general, según la última edición del informe Infoempleo, ha disminuido notablemente la demanda del clásico MBA. En el caso de los directores generales sobre todo se observa un gran interés en los programas focalizados en sectores específicos, que desplaza la gestión generalista. De forma habitual, departamentos como asesoría jurídica, calidad o recursos humanos valoran mayoritariamente programas específicos relacionados con estos departamentos.Sin embargo, otro tipo de áreas como compras, producción o comercial se inclinan en mayor medida hacia el tradicional máster en Dirección de Empresas. También el soporte de los cursos de posgrado está cambiando: las clases presenciales se combinan cada vez más con la formación online.La internacionalización, por otro lado cada vez mayor, de las empresas queda patente en la valoración que se hace el conocimiento de idiomas. La mayoría de las ofertas de empleo cualificado exigen el predominio de, al menos, una lengua extranjera, preferentemente inglés. Es ésta la más demandada en el 66% de los puestos de trabajo. Tras ella, se valoran el francés, alemán, portugués e italiano.La lengua francesa es demandada por algo menos del 11% de las ofertas de empleo que valora el conocimiento de idiomas. La lengua tudesca confirma su tercera posición con un 8,5% de la oferta, según datos que maneja Infoempleo, aunque a lo largo del año pasado perdió posiciones respecto a la francesa. Sin embargo, el alemán supera al francés en ámbitos muy concretos como los sectores de hostelería, construcción y automoción; o en comunidades como Baleares, Valencia, Andalucía, zonas caracterizadas por una importante actividad turística.La influencia de la actividad es esencial en el caso de funciones orientadas hacia el cliente o interlocutores de origen extranjero. Este es el caso de áreas como marketing, dirección general, comercial, atención al cliente y, en menor grado, servicios generales. En este caso, el nivel de dominio requerido es elevado, vinculándose a una capacidad de comunicación fluida. En funciones como calidad o informática se hace un mayor hincapié en las habilidades de comprensión más que en las de comunicación.Por último, existe un amplio conjunto de empresas dependientes de una compañía extranjera que impulsa el uso de un idioma determinado como lengua única entre las filiales.

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