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Tribuna
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Sobre los tipos de interés, una vez más

La anunciada subida de los tipos de interés no tendrá repercusión a corto plazo, según la autora, que se suma al Debate Abierto sobre el ahorro de las familias. En su opinión, el incremento del precio del dinero será bienvenido si sirve para ralentizar el precio de la vivienda y estimular el ahorro

El impacto de los bajos tipos de interés en nuestras vidas ha sido evidente durante los últimos años: ¿quién no se ha comprado una casa, se ha mudado a una mejor, ha cambiado de coche, ha viajado al extranjero o ha instalado aire acondicionado? La sensación de que todo es posible a bajo coste nos invade y hay que aprovecharlo.

Desde un punto de vista estrictamente económico y de maximización de beneficios, estamos haciendo lo correcto. Cuando la inflación está por encima de los tipos de interés reales, como ocurre en España desde hace ya más de tres años, tener deudas se vuelve muy interesante. Cada euro de mañana valdrá menos que el de hoy, y además no hay alternativa libre de riesgo que nos recompense por esa pérdida de valor. Para los menos arriesgados no hay oferta. Los tipos de la deuda pública a corto plazo no recompensan la pérdida de poder adquisitivo. En este escenario, para que el ahorro tenga sentido hay que buscar alternativas de riesgo, y no todos queremos arriesgar.

Mucho tendrá que subir el precio del dinero en la zona euro para ponernos en un aprieto

¿Cómo sacar provecho de esta situación? Aprovechando para pedir dinero prestado, de tal forma que será el banco el que sufra la pérdida del valor adquisitivo al recibir euros depreciados en el futuro. El aumento del endeudamiento familiar al actual 40% desde el 20% hace tan sólo siete años habla por sí solo de la buena cuenta que la población ha dado de tan bajos tipos de interés.

Además del impacto claro en los pasivos, ¿qué impacto tiene el nivel de los tipos de interés en la demanda de otros activos financieros como las acciones? Si los activos monetarios carecen de atractivo, las carteras se orientan hacia activos de más riesgo. Al no tener alternativas, ¿los inversores aguantan más las acciones en sus carteras? Así parece demostrarlo el hecho de que las primas de riesgo de las acciones sean superiores. En los últimos años, el precio del riesgo (o prima del riesgo) que los inversores soportan ha subido -tanto si lo medimos como rentabilidad de la Bolsa menos rentabilidad libre de riesgo, como si lo medimos dividiendo este cociente entre la desviación de los rendimientos (el riesgo)-. A mi juicio esta mayor prima de riesgo está asociada, si no total, al menos parcialmente, a una mayor estabilidad de la renta variable en las carteras. Los inversores no cambian fácilmente los activos en esta coyuntura de mercado.

¿Qué pasará ahora que empiezan las subidas? Seguramente nada o casi nada a corto plazo. La cuantía de las primeras subidas es muy pequeña como para tener repercusión efectiva, más teniendo en cuenta el bajo nivel del que partimos. Quizás pueda ser leída como una señal de aviso al mercado para que dejen de crecer los niveles de deuda. Los tipos no siempre van a estar en mínimos y las cargas financieras empiezan a subir con los tipos de interés… tal vez por fin veamos ralentizarse la subida de precios de la vivienda. Bienvenida subida si es así. Bienvenida también si empieza a estimular el ahorro, inexistente por ahora en nuestra economía con déficit del 6% en el sector privado.

¿Cuánto tiempo puede crecer y desarrollarse una economía sin ahorrar? ¿Cuándo pasará el crédito su factura? Porque sin ahorro no hay futuro, o sólo lo hay a costa de otros (¿La siguiente generación? ¿Quién reducirá su nivel de vida?). A favor juegan las expectativas. Hay que tener en cuenta que los mercados se mueven por expectativas y después de un primer movimiento al alza seguramente se esperará otro, y tal vez otro más. Y las expectativas despertarán la inquietud en los inversores y ayudarán a un retorno a la situación normal de gasto más contenido y algo de ahorro.

Bastante tendrán que subir los tipos para ponernos en un aprieto. En el peor de los casos una fuerte subida tendría efecto sobre la renta disponible de las familias. Al destinarse una gran parte a pagar hipotecas, quedará poco para el consumo. Si se ralentiza el consumo las empresas tendrán menos beneficios y tal vez el empleo y los sueldos sufran. Pero eso queda lejos, aparentemente.

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