Los fantasmas de un pasado inflacionista
El actual repunte de los precios puede ser sólo un susto transitorio si no se traslada a los salarios y los bancos centrales no van demasiado lejos en las subidas de tipos
Después de mucho tiempo emboscada, la sombra de la inflación acecha de nuevo a la economía mundial y a los mercados financieros. Las últimas estadísticas, tanto en Estados Unidos como en Europa, revelan que los precios al consumo no han podido sostener por más tiempo la presión de los precios del petróleo. Los efectos de los huracanes Rita y Katrina, que paralizaron el corazón petrolero de Estados Unidos provocaron en septiembre el mayor crecimiento mensual en 25 años y llevaron la tasa interanual al 4,7%, el nivel más elevado desde 1991. En Alemania, la tasa ha escalado hasta el máximo en cuatro años (2,5%) y el IPC español se situó en el 3,7%, una altura desconocida desde marzo de 2003.
Aunque los registros son lo bastante elocuentes como para justificar las alarmas procedentes de los propios bancos centrales y el consiguiente temor del mercado a próximas subidas de tipos, los expertos aseguran que la perspectiva no es tan alarmante ni el análisis tan pesimista si se tiene en cuenta el aumento mucho más moderado de las tasas subyacentes. Destacan, además, la resistencia que hasta la fecha han mostrado la inflación, el crecimiento económico y los mercados financieros a la escalada de los precios del petróleo que, por ahora, no se ha traducido, como ocurría en el pasado de forma casi automática, en un aumento generalizado de los salarios y de otros precios. La baja inflación en estos años ha sido, de hecho, la clave de la inmunidad de la economía y lo que explica que las tasas de interés a largo plazo hayan permanecido bajas y hayan dejado brillar a las Bolsas.
Muchos análisis encuentran en la globalización y en las nuevas tecnologías la respuesta a este especie de milagro económico. Además, la irrupción de nuevos actores como China o India en la escena de la economía mundial ha favorecido una intensa competencia de las importaciones que ha reducido los precios de muchos productos manufacturados. La globalización hace que la competencia entre las empresas sea mucho más reñida y frustra, o al menos dilata, los intentos de muchas compañías de trasladar a precios finales los altos costes del combustible. Las deslocalizaciones de la industria y mercados laborales poco boyantes también ayudan, al quitar presión a las demandas salariales.
Jaime Hoyos: 'Lo importante es que los bancos centrales sean cautos para no frenar el crecimiento económico'
Stephen Roach: 'El proceso inflacionista ha cambiado de manera radical en los últimos 35 años'
'El proceso inflacionista ha cambiado de manera radical en los últimos 35 años. Los modelos de inflación de economías cerradas de la década de los setenta han sido sustituidos por los actuales modelos de economías abiertas, no se observan signos de contagio de la crisis energética de 2005, ni síntomas de un deterioro de las perspectivas de inflación a más largo plazo', asegura Stephen Roach, analista de Morgan Stanley en uno de sus informes de estrategia, donde considera que 'los costes laborales domésticos y los precios de las importaciones se han diluido como motores de la inflación'.
¿Cómo se justifica, entonces, la alarma creada por las propias autoridades monetarias? Los analistas creen que los bancos centrales han optado por ponerse la venda antes de dejar que sangre la herida porque la experiencia del pasado, cuando la espiral de precios y salarios se alimentaba a sí misma, es suficientemente dolorosa como para tratar a toda costa de que no se vuelva a repetir jamás. 'Por ahora no podemos decir que estemos en una cascada inflacionista en el tejido productivo, pero es verdad que la situación es algo peor que hace tres meses y los bancos centrales hacen muy bien en aumentar el nivel de vigilancia y que eso sirva, al menos, para moderar las peticiones de los agentes económicos', señala José Antonio Herce, de Analistas Financieros.
'Lo importante es que los bancos centrales sean cautos para no impactar en el crecimiento económico. Las autoridades monetarias están alertando ahora para que el mercado vaya descontando las subidas gradualmente y el efecto no sea tan grande. Los tipos no van a subir tanto como para ahogar a las economías y confío en que vamos a vivir en un mundo con inflaciones más o menos controladas', señala Jaime Hoyos, director de Gestión y Patrimonios de Banco Urquijo.
'Los bancos centrales podrían excederse si suben los tipos demasiado por temor a los fantasmas inflacionistas del pasado. Errores en la política monetaria, proteccionismo o episodios de fuertes subidas salariales son los verdaderos riesgos', advierte Stephen Roach.