Los amables cortadores de cabezas
En Borneo, la tribu de los iban tenía la costumbre de cortar cabezas de enemigos. Ahora se puede disfrutar de su hospitalidad
El paraje parece recortado de una novela de Salgari. El río Rajang, ancho y mansurrón, pródigo en brazos y caños, se represa en un lago difuminado por la bruma o los frecuentes chaparrones, junto a Batang Ai. Antes era difícil internarse por aquí; ahora un hotel de lujo permite salir descansados, para remontar el río en pos de aldeas iban. De camino, se ven los flancos fluviales talados sin miramientos, convertidos en rozas de cultivo. Las piraguas oblongas se detienen al pie de una aldea, Ukóm. Hay que trepar desde el embarcadero hasta el desmonte donde se agrupan las casas de madera y cañas, sobre pilotes, para evitar que gallinas y cerdos se mezclen demasiado con las personas. El olor, sin embargo, los envuelve a todos con sólida consistencia.
En realidad es una sola cabaña, una longhouse o casa comunal, acompañada de otras individuales que se escaquean de la tradición. Según ésta, todos los habitantes de la aldea viven en la misma longhouse; un pasillo o vestíbulo (ruai), abierto a verandas precarias que es el espacio común que une a las diversas puertas o cuartos, hogar de toda una familia. En cada cuarto pueden habitar ocho o diez parientes, y esta casa de Ukóm aloja 28 puertas; en total, 153 vecinos. Todos sometidos a la autoridad de un jefe (tuai rumah), que en este caso es un hombre taciturno que conoce mundo: hizo el servicio militar en la capital.
Al principio aflora cierto recelo, más que curiosidad. Los ancianos preguntan a los visitantes de dónde son. 'España... ¿está lejos eso? ¿Y porqué vienen aquí, no son felices en su tierra?'. Todas las reservas se van diluyendo con los ritos de bienvenida. Primero, vino casero de arroz, (tuak), luego se ofrecen bailes tradicionales. Luego, la comida, sabrosa a pesar de lo elemental, y de remate, pelea de gallos (si no ofende al visitante) y tiro con cerbatana, para mostrar cómo se cazaba antiguamente.
Antiguamente cazaban, entre otras cosas, cabezas humanas. Salía una expedición a territorio enemigo y se internaba por las selvas de Kalimantán (Borneo indonesio). Volvían con trofeos que daban prestigio a los adultos y atractivo a los jóvenes casaderos. Sólo tras una ceremonia de paz, en junio de 1888, cesaron las cacerías. Una costumbre que contrasta con los rasgos amables y hospitalarios de esta tribu. Una de sus costumbres más llamativas es la forma de cortejo (ngayap): el pretendiente se introduce de noche y con sigilo en el cuarto de su chica, se mete en su cama y entabla una charla codificada, un formulario poético en la oscuridad, para saber si es aceptado. Por supuesto, todos saben lo que está pasando, pero se hacen los dormidos.
La capital de Sarawak es Kuching. También esta ciudad acompasa su vida a la de su río. Los bote-taxis comienzan a surcarlo tras un amanecer súbito, siempre a las seis; algunos pescadores lanzan su red para llevar al mercado los peces más frescos. Junto al mercado, un memorial ajardinado recuerda a sir James Brooke, oficial británico de la Compañía de las Indias Orientales que luchó junto al sultán de Brunei; éste, para recompensarle, le nombró rajá de Sarawak, en 1841. Brooke murió en 1868, pero el sultán blanco fundó una dinastía familiar, empeñada en modernizar estructuras, que duró más de un siglo.
Guía para el viajero cómo ir:
La mayorista Catai ofrece dos paquetes con destino a Sarawak: Lo mejor de Borneo, 14 días visitando, entre otras cosas, las aldeas iban; incluye vuelo en línea regular, servicio privados con guías de habla inglesa (o castellana, con suplemento), cinco almuerzos y dos picnics (tasas aéreas no incluidas); salidas diarias; precio por persona: desde 1.499 euros con un mínimo de cuatro personas, consultar suplemento para un mínimo de dos personas. En agencias de viajes o www.catai.es.Otra opción es el paquete Aventura en Borneo: 14 días para los más atrevidos, visitando la parte menos conocida de la isla, alojándose con la gente local en lodges y longhouses (habitación común, con camas individuales con mosquitera y servicios básicos comunes); además de convivir con los iban se realiza trekking en el Parque Nacional Kinabalu, snorkel en la isla de Selingan y se remonta el río Kinabatangan para ver monos probocis, que sólo se encuentran en Borneo.Salidas: el 2 y 16 de octubre y 6 y 20 de noviembre; Precio por persona: a partir de 1.770 euros (para un mínimo de cuatro personas). En agencias o www.catai.es.