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Columna
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El parto de la opa

Gas Natural mueve ficha en el complejo tablero energético. No es la primera vez que plantea una opa, ni es la primera vez que se intenta una operación de similares características. Desde la entrada en vigor de la emblemática Ley del Sector Eléctrico en 1997, es la cuarta vez que el acrónimo bursátil sacude el convulso mercado energético nacional. Le precedieron tres tentativas, todas frustradas: Unión Fenosa contra Hidrocantábrico, la nonata fusión de Endesa e Iberdrola, y la opa de Gas Natural sobre Iberdrola. Pero esta vez el proceso se prevé largo. El presidente de Gas Natural nos anuncia que la nueva criatura energética se alumbrará tras un proceso de gestación de nueve meses, el símil nos pone el título de este artículo en bandeja.

La valoración que merece esta operación de concentración empresarial es difícil de establecer, sobre todo para los que somos profanos en el mercado, aunque lo que sí está claro es que no puede hacerse a la ligera, ni prejuzgar su bondad o maldad intrínsecas.

La primera valoración que debe hacer un observador atento, anclado en una posición de exquisita neutralidad, no puede ser otra que respetar una decisión empresarial, concebida en ejercicio de la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Es decir, respetar un valor constitucional de nuestra sociedad democrática, o diré más, un derecho constitucionalmente tutelado en el artículo 38 de la Constitución.

Hacer lecturas políticas interesadas de esta operación, vengan de donde vengan, y cualquiera que sea su coloración ideológica, no parece muy apropiado, máxime cuando pueden trocarse en interferencias indeseables, que, en forma de acusaciones soterradas, o de indisimulados estímulos, acaben perjudicando al interés general.

Por lo demás, el sistema posee sus propias alarmas, que se ha demostrado que funcionan correctamente, y que se activan cuando es necesario. Existen organismos regulatorios, la CNE y la CNMV, y unos órganos de defensa de la competencia, y no pocos resortes jurídicos en nuestra legislación vigente, que tutelan los intereses en juego, sean de los accionistas o de los consumidores.

Esa es la segunda valoración que hay que hacer. Como todo proceso de gestación, debe seguir su curso natural, aunque con los controles periódicos que le son propios. Eso sí, con total transparencia, nadie quiere -y no es un juego de palabras- una opa opaca, ni los accionistas, ni los consumidores, ni los agentes económicos más directamente concernidos.

Más compleja de solventar es la cuestión de fondo, responder al qui nocet qui prodest, que diría el clásico, es decir, a quién perjudica y a quién beneficia la operación. Los intereses imbricados se mueven en un triple nivel. El primero, y más inmediato, estrictamente mercantil, el de los accionistas emplazados por la opa, y cuyos valores han cotizado al alza al reanudarse su negociación bursátil. Segundo, y no menos inmediato, el de los consumidores que temen por el eventual encarecimiento de su factura energética. Tercero, la economía nacional, que asiste al nacimiento de una hidra energética, la tercera más grande de Europa.

Desde el punto de vista del interés general, la masa crítica de la operación se sitúa en el segundo nivel. Es aquí dónde puede ser más intensa la intervención de los órganos reguladores a la hora de imponer cautelas y condiciones a todo el proceso, de evaluar la suficiencia de la desinversión en activos a favor de Iberdrola, o de determinar si esa desinversión debe acordarla unilateralmente Gas Natural o, por el contrario, debe establecerla la propia CNE.

Pero tampoco hay que olvidar que, según el Libro Blanco del sector eléctrico, lo que hace falta no es más competidores, sino más competencia. El problema no es cuantitativo, sino cualitativo, de progresiva desregularización y liberalización del sector, para que la libre competencia beneficie al bolsillo de las empresas y de los consumidores.

Un elevado porcentaje de ciudadanos de este país se alumbra con Endesa y/o se calienta con Gas Natural. Otro porcentaje invierte sus ahorros en los valores de estas empresas, o de otras que ahora mismo pueden estar acariciando la posibilidad de una contraopa. La mesura y la prudencia deben guiar nuestra valoración, el tiempo ya se encargará de desvelarnos si hay parto o hay aborto.

Abogado del Estado

Las lecturas políticas interesadas de la operación Gas Natural-Endesa, vengan de donde vengan, pueden trocarse en interferencias que perjudiquen al interés general

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