Cinco bodegas husmean en el vino de Tutankamon
Los faraones del antiguo Egipto bebían vino tinto, degustaban las diferencias entre los diversos caldos y distinguían las calidades del producto según su procedencia. Es más, era una bebida tan apreciada que incluso en las ánforas en las que se guardaba se realizaban inscripciones a modo de etiquetas para identificar cada tipo de vino.
La mejor producción estaba reservada a unos pocos y lo más selecto se guardaba para que el faraón pudiera disfrutar de ello en la otra vida más allá de la muerte. Tutankamon no fue una excepción y en su ajuar funerario se incluyeron varias ánforas con los mejores vinos del momento.
Estas son algunas de las conclusiones obtenidas de una investigación realizada por María Rosa Guasch-Jané, que ha patrocinado la Fundación para la Cultura del Vino, una institución creada por cinco grandes bodegas (Vega Sicilia, Julián Chivite, Codorníu, Marqués de Riscal y la Rioja Alta) con el respaldo del Ministerio de Agricultura.
En las tumbas de los faraones hay pinturas que reflejan escenas de viticultura
Este proyecto, titulado El vino en el antiguo Egipto, es la base de la tesis doctoral de Guasch-Jané, licenciada en Farmacia y máster en Egiptología por la Universidad de Barcelona. Para ello se han analizado muestras procedentes de algunas de las ánforas encontradas en la tumba de Tutankamon, pertenecientes al Museo Egipcio de El Cairo y al Museo Británico de Londres. Ha sido la primera vez, además, que la institución egipcia ha permitido el acceso de un investigador al contenido de estas vasijas.
El proyecto consta de tres puntos esenciales. El primero de ellos es el método de análisis empleado, considerado muy revolucionario, ya que se basa en la espectometría de masas y en la cromatografía líquida, por lo que ya ha recibido la atención de publicaciones especializadas. El segundo punto tiene como objetivo determinar el tipo de vino que se consumía y la materia prima de procedencia (podía ser de granada o de uva, y tinto o blanco); el estudio demuestra que es vino tinto y de uva.
La última parte de la investigación se centra en el estudio de las inscripciones de las ánforas que, a modo de etiquetas, recogen aspectos como la zona de procedencia, el elaborador y una pequeña ficha de cata donde se indica si es vino dulce y de buena o muy buena calidad.
Las conclusiones de este hallazgo, que se presentarán el 27 de octubre en el Museo Británico y, unos días después, en Madrid, permiten avanzar en el estudio de las costumbres de la cultura de los faraones.
El vino en el antiguo Egipto era un producto de prestigio, que consumían principalmente las altas jerarquías, pero también el pueblo en las grandes fiestas. Además, era la bebida que los sacerdotes ofrecían en los rituales de los templos, puesto que se relacionaba con la sangre de Osiris, dios de la resurrección.
En las tumbas de los faraones se encuentran pinturas que relatan la recogida a mano de la uva y la costumbre de que cinco o seis hombres pisaran luego la materia prima, pero lo que no estaba demostrado científicamente era la existencia de vino tinto en el antiguo Egipto.
Del saber de la uva al placer del paladar
El respaldo que la Fundación para la Cultura del Vino ha dado a este proyecto sobre Egipto abre una nueva línea de actuación que pretende financiar investigaciones sobre el vino en culturas antiguas.Según Emilio Castro, director general de la fundación, la idea es ayudar a divulgar y profundizar en el conocimiento del cultivo de la vid, de la elaboración del vino y de las formas de degustarlo y apreciarlo. En este sentido, una de las iniciativas que se estudia apoyar es una investigación sobre el comportamiento de la variedad tempranillo (uva española por excelencia) en comparación con otras variedades internacionales más prestigiosas como la cabernet sauvignon, la merlot o la pinot noir.Pero para poder paladear y distinguir de verdad los distintos caldos es imprescindible la cata. Por ello, la fundación ha puesto en marcha una serie de cursos y catas de vinos míticos dirigidos a profesionales (sumilleres o revistas especializadas). 'Queremos que exista un conocimiento profundo y realista del vino, que se desmitifiquen algunos aspectos y que se aprenda de verdad', comenta Castro.