El reto de las empresas españolas: el cambio de modelo
El tejido empresarial español se enfrenta en los próximos años a un nuevo reto. El modelo con el que la economía española ha ido creciendo en las últimas décadas ya no parece válido y la tardanza en su modificación puede dejar a España en una situación insostenible. Se ha pasado de ser en los años 80 un país de tercera fila al que las grandes empresas trasladaban su producción debido al bajo coste, a ser un país en tierra de nadie.
Sin poder situarse al nivel tecnológico de las grandes potencias europeas y con un Producto Interior Bruto (PIB) y unos costes de producción muy superiores al de los países más pobres de la UE, España puede perder en los próximos años los fondos de Cohesión que hasta ahora aportaban el 1% del PIB. Si a esto, se añade la retirada de inversión extranjera fruto de la deslocalización y de la baja productividad, el futuro parece exigir respuestas inmediatas.
La deslocalización es un fenómeno por el cual se produce un traslado de la producción de bienes y servicios a entornos con bajos costes producción, alejados de los principales mercados que suelen ser países pobres o en desarrollo. Por ello, las grandes empresas que han invertido en el extranjero trasladan sus fábricas a aquellos países donde el coste de producción y de mano de obra es más barato.
El Gobierno, por medio de su secretario general de industria, Joan Trullén, resta importancia a las consecuencias futuras de la deslocalización en España y explica que ¢desde el punto de vista del conjunto de la economía, es un problema razonablemente digerible¢. Según explica Trullén ¢en el caso de la industria española fabricante de componentes, por ejemplo, la inversión directa extranjera en España supera claramente las desinversiones de los últimos años¢. Además, según el secretario general, en términos cualitativos, abandonan España las fábricas con procesos más simples, que requieren menos cualificación, y se implantan nuevas industrias más tecnificadas, que fabrican productos con mayor valor añadido.
A la cola en I+D
En el Consejo Europeo de Barcelona, celebrado en marzo de 2002, la UE se comprometió a alcanzar el 3% del PIB en gasto en I+D (investigación y desarrollo) para lograr convertir a Europa en la economía más competitiva del mundo en 2010. España, según da a conocer el eurobarometro sobre ciencia y tecnología de junio de 2005 se sitúa, con un gasto del 1,05% del PIB en 2003, en poco más de la mitad del gasto de la media europea (1,93%).
Ante esta situación, el ministro de Industria José Montilla, ha señalado a la inversión en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) como la gran alternativa que tiene España para hacer frente a las desinversiones fruto de la deslocalización. Pero la realidad parece alejada de esta idea, en un informe del Banco de España realizado con datos de la Comisión Europea, se advierte que sólo 3 de cada 10 empresas españolas (32,6%) dedican sus recursos a la innovación frente a la media de la UE que se sitúa en el 44%.
Según el citado informe el Banco de España, los principales problemas con los que se encuentra en la actualidad el tejido empresarial español son: su demografía empresarial, conformado en su gran mayoría por Pymes con pocos recursos para invertir en I+D;una tendencia a la imitación en lugar de buscar nuevas líneas de investigación y un tejido industrial muy centrado en el sector servicios y un entramado menos proclive a los avances que otros, como por ejemplo el industrial.
Crisis productiva
Como consecuencia de todos estos factores, muchos son los expertos que han alzado la voz ante la alarmante falta de competitividad de la industria española, que no permite luchar en igualdad de condiciones con los países punteros de la UE, y que sitúa a España en una tierra de nadie que puede suponer un claro riesgo para su economía, tanto en su crecimiento como en su proceso de convergencia con el resto de economías de la Unión.
Ante esta situación, el presidente de la CEOE, José María Cuevas, se ha mostrado muy crítico con el Gobierno al asegurar que al Ejecutivo no para de hablar de productividad y competitividad sin tomar medidas y espera que en una siguiente fase ¢alguien ponga en marcha medidas que las impulsen¢.
Desde el Gobierno, sin embargo, se establece la mejora de la productividad por medio de la I+D+i como una de sus prioridades y así lo hizo saber el ministro José Montilla en un acto sobre deslocalización organizado por el Clúb Diálogos por la Democracia, donde desatacaba los programas puestos en marcha por su Gobierno, como §el Plan de Internacionalización de empresas de alto contenido tecnológico§, dotado con 175 millones de euros, el programa §Imagenio 2010§ que tiene por objetivo conseguir que la inversión en I+D+i alcance el 2% del PIB en 2010 y los 'Planes País', que buscan potenciar los productos españoles en nuevos mercados (Brasil, Rusia, Méjico, China o India).
Parece que la idea de cambio en el modelo empresarial es algo en que casi todos los actores sociales están de acuerdo, sin embargo el tiempo corre en nuestra contra y el futuro puede ser ruinosos para la economía española si no encuentra en los próximos años un modelo competitivo que le permita seguir creciendo.
Educados para Innovar
Uno de los grandes retos de la industria española es conseguir adaptar el gran número de universitarios que cada año salen de la facultades españolas a las necesidades empresariales. España pese a contar con una generación, la que se encuentra entre los 26 y los 35 años, que es considerada como la más formada de toda Europa con cerca de un 28% de titulados universitarios, no consigue lograr que sus licenciados salgan preparados para afrontar los retos de la sociedad del conocimiento.Explica Emilio Fontella, decano de la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Nebrija que ¢a los titulados españoles les falta conocimiento de idiomas, talante emprendedor, capacidad para solucionar problemas y la inquietud por mantener una investigación permanente¢, características que les alejan de sus competidores como pueden ser los países del Este.En este sentido, Fontella destaca el hecho de que en la mayoría de las universidades se estudie una ciencia pura en lugar de una aplicada hacia fines mucho más empresariales. Las compañías que contratan a un recién titulado se encuentran con un joven con una gran carga teórica, pero si capacidad para resolver los problemas que le surgen en el día a día, explica Fontella.