Un IVA para el sector financiero
La frustrante experiencia del BBVA y el ABN Amro en Italia ha demostrado que la integración del sector financiero en la Unión Europea está muy lejos de haber alcanzado la velocidad de crucero necesaria. Europa cuenta ya con unas cuantas entidades punteras en los mercados que han completado la consolidación a nivel nacional, pero casi todas ellas carecen de la envergadura necesaria para competir a escala mundial. En el sector arrecian ya las voces alertando sobre la vulnerabilidad de los bancos europeos ante una hipotética ofensiva compradora por parte de los estadounidenses.
Reflejos proteccionistas como el del mercado italiano (que, todo hay que decirlo, no es la excepción en Europa) contribuyen a retrasar la consolidación continental. Pero el sector también se encuentra trabado por una miríada de anacronismos legales y fiscales que en ocasiones impiden la integración y en otras minan la rentabilidad de cualquier intento de fusión europea.
El régimen del impuesto sobre el valor añadido (IVA) surge como una de esas barreras intangibles casi imposibles de superar, como acaba de denunciar la Federación Bancaria Europea (FBE) ante las autoridades comunitarias. La patronal del sector aprovechó la semana pasada su respuesta al Libro Verde de la Comisión Europea sobre los mercados financieros para advertirle de que 'el actual sistema de IVA para los servicios financieros impide un desarrollo efectivo del mercado único europeo'.
El régimen fiscal creado en 1977 está frenando la reestructuración del sector y castigando los esfuerzos de modernización. Los bancos no sólo no pueden repercutir la mayor parte del IVA que soportan, sino que además ven grabadas por ese impuesto las operaciones entre matrices y filiales de diferentes países. La FBE pide, con razón, un régimen adaptado a las necesidades del sector en el siglo XXI. La Comisión, que se declara tan proclive a la integración financiera, debe prestar atención a esa demanda.