'Me cuesta admitir las incompetencias de la gente'
Lleva a la vista, como el resto de los 250 empleados, la tarjeta de identificación de la compañía de tecnología médica Medtronic. Son normas que provienen de la sede central, ubicada en Mineápolis (Estados Unidos), y que su director general en la península, Javier Colás, acata con gusto. 'Es bueno saber con quién te cruzas en todo momento'. Esa cercanía es la que asegura que intenta transmitir. Al menos durante la entrevista, ocurrió. Nació hace 52 años en Nuez de Ebro (Zaragoza), un pueblo al que sigue vinculado porque, además de los lazos familiares, 'mientras tenga allí un huerto sé que tengo algo'.
Pregunta Es ingeniero de telecomunicaciones y estudió hasta quinto curso de Medicina, ¿son disciplinas, en principio, bien distintas?
Respuesta No tanto como parece. Son dos mundos que en cierto sentido son muy próximos. Desde siempre tuve interés por la tecnología médica. Soy de pueblo, de Los Monegros, y yo quería estudiar Medicina, pero necesitaba una beca y me la dieron para Telecomunicaciones. Así que estudié esa carrera y en cuanto pude empecé a estudiar Medicina. Y esto fue lo que me orientó hacia mi carrera. Puedo decir que pocas personas han podido disfrutar de su profesión como yo lo he hecho.
P Entonces, ¿es usted afortunado?
R Mucho, porque me dedico a una actividad apasionante. El cuerpo humano es un ejemplo de lo que es una gran obra de ingeniería. Además, toda mi vida la he conducido por el camino que yo quería. Yo comencé a trabajar en Hewlett-Packard como analista de sistemas y en cuanto pude di el salto a analista de sistemas de informática clínica. Cuando haces un trabajo apasionante y tienes la oportunidad de hacer cosas es para sentirse afortunado.
P ¿Y de ahí da el salto a la dirección general?
R Sí, son trabajos diferentes, pero a pesar de ocupar puestos directivos no me he alejado nunca de la base. Yo paso la mitad de mi tiempo en la calle viendo a pacientes y a médicos que utilizan nuestros productos. Me gusta conocer de primera mano los problemas que tenemos que resolver. En este terreno siempre hay pequeñas frustraciones, áreas en las que te gustaría encontrar soluciones, como por ejemplo el Alzheimer, pero desgraciadamente todavía no tenemos resultados positivos. Somos la industria en la que la adopción de la tecnología es más lenta. Pueden pasar más de diez años hasta que un paciente se puede beneficiar de nuestra tecnología.
P ¿Cuál es el problema?
R Podría ser un problema de financiación, ya que se trata de un gasto añadido al sistema sanitario, pero en España gastamos en salud menos que el resto de Europa. No es sólo un problema financiero, pero ocurre que el servicio sanitario como prestación de beneficencia está muy arraigado en la sociedad. Hay que diferenciar, porque en la salud, como en la gastronomía, hay tascas y restaurantes de cinco tenedores. Por ejemplo, la atención al infarto no es lo mismo en un determinado hospital de Madrid que en otros hospitales. Ahí juega un papel importante la calidad. Ocurre que hay muchas personas con bienestar económico que de los asuntos de salud se preocupan poco, pero cada vez más gente se preocupa de estos temas.
P ¿Los directivos padecen estrés o eso es un mito?
R Un mito. Tenía más estrés mi padre, que era labrador, cuando no llovía. Las enfermedades están ligadas a los hábitos de vida. Y en los últimos años se ha despertado cierta inquietud por cuidar esas costumbres, se va más al gimnasio, caminamos, cuidamos la dietética. El ejecutivo tiene unos hábitos más sanos que la media. El estrés es inherente a la personalidad de cada persona y no al cargo. Hay ejecutivos que no se estresan nunca.
P Usted parece transmitir poco estrés.
R Tengo poco estrés y no me gusta generarlo. Yo intento aportar otras muchas cosas, como visión del mercado para entender qué es lo que ocurre ahí fuera, qué tipo de servicios se requieren, cómo deberíamos evolucionar. Eso figura entre mis obligaciones. En cuanto a las personas que trabajan en la compañía, se trata de profesionales, ingenieros, médicos, biólogos, farmacéuticos, con una gran experiencia y formación, y hay que cuidarlos, porque cada vez que uno decide abandonar la empresa deja un hueco importante. Manejar a estos profesionales es una suerte que requiere cierto cuidado, como darles espacio, cariño, libertad y posibilidades de comunicación.
P ¿A qué no se ha acostumbrado como directivo?
R Me cuesta admitir las incompetencias de la gente. Con el tiempo aprendes que todos llegamos a un nivel de competencia y, por tanto, llegamos a la incompetencia. Y eso llega a afectar a la gente que está por debajo. Yo intento combatirlo, pero es el aspecto más débil, pedirle responsabilidades a una persona a la que tú mismo has colocado al frente de sus propias incompetencias.
Confianza en la huerta de su pueblo
A Javier Colás sólo se le oscurece el gesto cuando habla de la frustración que supone comprobar que toda la investigación que se realiza en Medtronic, y que se traduce en todo tipo de aparatos y tecnología que ayuda a tratar la enfermedad de Parkinson, cardiovasculares, tratamiento del dolor, diabetes y otros trastornos neurológicos y espinales, no llega a todo el mundo.Para explicar su sentimiento se traslada, como siempre que quiere simplificar alguna teoría, a su pueblo. 'Es un microcosmos y veo que hay gente que en temas de salud no está en el camino adecuado. Yo intento ayudar, pero creo que el sistema sanitario público y el privado tienen mucho que mejorar'.Le gusta regresar al lugar donde nació y ver la huerta que su padre cuidaba. 'Sé que por muy mal que me vayan las cosas siempre tendré algo. Eso me da una confianza especial', explica.En general, confiesa que la vida le ha tratado bien, sobre todo por haber tenido la oportunidad de trabajar en algo que le apasiona, aunque a veces la falta de tiempo para estar con su familia le incomoda.