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Presidencia de la Unión Europea

Blair convoca una cumbre extraordinaria para analizar el futuro de la Unión Europea

El primer ministro británico, Tony Blair, arrancó este viernes su semestre presidencial de la Unión Europea convocando una cumbre extraordinaria para analizar el futuro económico, político e institucional del Viejo Continente. Los Veinticinco analizarán en suelo británico 'cómo seguir avanzando' en el proyecto europeo y la sostenibilidad del modelo social.

Blair demostró este viernes, de nuevo, su firme voluntad de marcar el ritmo al resto de socios comunitarios durante su semestre al frente de la Unión Europea. El primer ministro británico anunció en el primer día de su mandato, y nada más reunirse con la Comisión Europea en Londres, la convocatoria de una cumbre informal para analizar la situación del club tras el descarrilamiento de la Constitución europea y la imposibilidad de sellar un acuerdo sobre los futuros presupuestos de la UE.

La presidencia británica, declarada partidaria de agilizar la esclerotizada agenda comunitaria, no había previsto en su programa de trabajo la tradicional cumbre de otoño. Pero a la vista de la parálisis que atenaza a la organización, el viernes decidió reincoporarla para analizar, según explicó Blair en rueda de prensa, 'cómo seguir avanzando en el futuro y cómo imprimir energía y compromiso al proyecto europeo'.

Blair añadió que tiene la intención de celebrar el encuentro en el Reino Unido, rompiendo también con el compromiso comunitario sellado en Niza (diciembre de 2000) de organizar a partir de 2004 en Bruselas todas las citas al máximo nivel. El líder laborista, que se postula como un posible recambio del gripado motor franco-alemán, osa llevar Europa al corazón de Gran Bretaña, donde los sondeos indican un rechazo abrumador a todas las iniciativas comunitarias, desde el euro a la Constitución.

Cautela en Londres sobre la posibilidad de resolver este año el conflicto presupuestario

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se mostró confiado tras su encuentro con el Gobierno británico en que Londres sabrá estar a la altura 'de su responsabilidad'. El portugués urgió a Londres, como ya lo hiciera antes con la presidencia luxemburguesa, a cerrar cuanto antes el acuerdo sobre los presupuestos de la UE para 2007-2013 como muestra de que el club sigue funcionando.

'Asumimos la presidencia en un momento muy difícil', reconoció Blair, 'pero trataremos de obtener el máximo rendimiento posible'. El primer ministro se mostró muy cauto a la hora de evaluar las posibilidades de que en diciembre se pueda resolver el conflicto presupuestario que hizo fracasar la cumbre del pasado 16 y 17 de junio. 'No sé si será posible', reconoció.

Las posiciones que impidieron el acuerdo no han variado por ahora. Blair sigue supeditando cualquier recorte en el cheque británico (la compensación anual que reduce la contribución británica al presupuesto comunitario) a un compromiso para reformar la Política Agrícola Común a partir de 2009. Esa partida absorbe el 40% del presupuesto de la UE y Francia se lleva una cuarta parte.

París se aferra al acuerdo unánime cerrado en 2002 que congeló el gasto agrícola hasta 2013, reduciéndolo de facto al hacerlo extensible también a los 10 socios que ingresaron en la última ampliación.

Francia incluso se ha mostrado dispuesta a aceptar otro recorte al admitir que el mismo presupuesto sufrague los subsidios para Rumania y Bulgaria, llamados a ingresar en 2007. Ni Londres ni París han dado nuevas señales de flexibilidad.

Una agenda modesta

El Gobierno británico ha convertido el debate sobre el futuro de la Unión Europea en la principal prioridad de su presidencia semestral. Londres plantea una agenda oficial bastante modesta, consciente quizá de que la división del club no recomienda grandes alharacas y de que su propio electorado podría hacerle pagar cualquier iniciativa demasiado ambiciosa. En cambio, la debilidad actual del eje franco-alemán ofrece a Tony Blair, reelegido este año por tercera vez como primer ministro, la oportunidad histórica de imprimir el marchamo anglosajón a una Unión desorientada y en crisis. Blair centrará en ese objetivo su presidencia, a juzgar por la falta de ambición de la agenda oficial que detalló ayer en Londres. Esta se limitará a impulsar la directiva de liberalización de servicios y la regulación sobre la jornada laboral, ambas en marcha; y a mejorar la actual cooperación en materia antiterrorista y de inmigración.

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