La historia de las cajas a través de sus carteles
De papel, cartón, chapa o bronce, hasta 185 carteles -40 originales- de distintas cajas de ahorros ha logrado reunir la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas) en una exposición dedicada a los reclamos del ahorro.
Bajo el título Carteles para el Ahorro, la muestra (que tiene entrada gratuita y se puede visitar en la sede de Funcas, Caballero de Gracia 30, Madrid) recorre la evolución de estas láminas desde 1880, fecha de la que data la primera, hasta casi nuestros días (la última es de 2004).
El recorrido permite ver cómo en los primeros años apenas si existían medios para atraer la atención de un público que, en la mayor parte de los casos, además era iletrado. Estas características obligaban a utilizar pocos mensajes escritos, mucho color y a comunicar mediante iconos. De hecho, símbolos del ahorro como la hormiga, la abeja o la hucha son constantes en los carteles de finales del siglo XIX. Dividida por épocas, la exposición muestra cómo los carteles evolucionan fruto del desarrollo de la sociedad. Baste como ejemplo que cuando en 1948 entra en vigor la orden que establece que las cajas deberán destinar el 15% de sus beneficios a la obra social empiezan a aparecer apelaciones a la solidaridad y mensajes como 'amad a los viejos'.
Objetos tan característicos de las cajas como los calendarios ya existían allá por 1951 y 10 años más tarde, las láminas ya reflejaban una sociedad más abierta con la introducción de elementos festivos. Habrá que esperar hasta esa fecha para poder participar en los recurrentes sorteos, también reflejados en los carteles. Dinero en metálico, colonias veraniegas y otros regalos las rifas ya se colaban por entonces en la publicidad de las entidades.
Con continuas referencias a la necesidad de ahorrar de cara a la jubilación -a través de imágenes de personas de la tercera edad-, imágenes del campo y de actividades agrícolas en los inicios, los carteles incorporan a partir de 1975 la publicidad de productos específicos como depósitos y fondos y las ya recurrentes vajillas y cuberterías que hoy copan las fachadas de los bancos.