_
_
_
_
æscaron;ltima

Cisma en el Barça en pleno éxito deportivo

La transparencia, una de las bases en las que la directiva de Joan Laporta centró el principio de singladura al frente del Fútbol Club Barcelona, hace dos años, está en entredicho. O más bien ha desaparecido, según parte de la directiva. Y eso conforme el equipo permanecía contra todo pronóstico en el primer puesto de la Liga. El Barça ha ganado el campeonato, pero puede que se haya desvirtuado el espíritu del Elefante Azul (Elefant Blau), el grupo fundado en 1997 por el propio Joan Laporta en la oposición, primero frente a Josep Lluís Núñez, y después a Joan Gaspart en la presidencia del club.

Esto es lo que han expuesto en los últimos tres días los seguidores del vicepresidente deportivo, Sandro Rosell, que ayer presentó su dimisión. Tres directivos han acompañado a Rosell en el cisma: el responsable de los servicios médicos, Jordi Monés; el que se encargó del baloncesto, Josep Maria Bartomeu, y el responsable de patrimonio, Jordi Moix.

Un mismo hilo conductor ha aparecido en las cuatro ruedas de prensa realizadas hasta ayer por los seguidores de Rosell en la junta del Barça: Joan Laporta, el presidente, ya no es el mismo de antes. Ha cambiado.

Ciertamente, el conglomerado culé votó en masa la candidatura de Laporta en 2003 porque suponía romper con toda la gestión anterior, aportaba juventud y una forma clara de hacer las cosas. En cambio, existían dudas sobre la capacidad financiera de la nueva directiva para levantar un club con una deuda de 169,6 millones de euros a 30 de junio de 2003, de los que 60 millones era con bancos. Las pérdidas de la temporada 2002-2003 se situaron en 164 millones, las más abultadas de su historia.

Hoy, la situación financiera ha mejorado, pero la nueva junta se ha visto obligada a afrontar inversiones de 100 millones en dos años para realizar fichajes de jugadores. La gestión de Joan Laporta se ha dirigido a firmar contratos más cortos, con sueldos fijos reducidos y con ingresos variables elevados, justo lo contrario que la anterior junta de Joan Gaspart, que gastó 190 millones en dos años y medio (sin conseguir ningún título).

Pero la innegable llegada del éxito deportivo no ha sido sinónimo de paz en el consejo de administración. Las primeras diferencias entre Laporta y Rosell se remontan a finales de 2003, cuando los resultados deportivos no acompañaban y Rosell planteó el recambio del entrenador, el holandés Frank Rijkaard. El vicepresidente deportivo explicó ayer en rueda de prensa los motivos de la dimisión, que han sido básicamente la falta de democracia interna. El propio Laporta explicó a última hora de la tarde, también en rueda de prensa, la aceptación de las cuatro dimisiones, después de una junta directiva extraordinaria.

Laporta respondió a las acusaciones de Rosell remarcando que éste le había propuesto gobernar el club entre los dos. Y argumentó que se había negado. También rechazó la acusación de falta de democracia y repasó los cuatro puntos de gestión conseguidos con éxito. En primer lugar indicó que ya se ha conseguido el primer éxito deportivo del primer equipo, que ha comportado un aumento del prestigio del club. Segundo, y como consecuencia, 'el Barça ha vuelto a ser un club de referencia, convirtiéndose en el de más audiencia'. El saneamiento económico de la entidad fue el tercer pilar citado por Laporta -aunque sin aportar datos concretos- y, por último, se refirió a la euforia popular alcanzada hace 15 días con la consecución del título 'que llevó a un millón de personas a la calle'.

Un cisma en la cúpula directiva de uno de los grandes del fútbol mundial que demuestra, una vez más, que el éxito también puede traer problemas.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Archivado En

_
_