'Pekín da el paso hacia la solución dialogada'
Diputado socialista en el Parlamento Europeo, forma parte de la Comisión de Industria, Investigación y Energía, y de la delegación de relaciones con China
Desde que, a principios de año, terminó el sistema de cuotas, la avalancha de textiles chinos en Europa y Estados Unidos amenaza con destruir cientos de miles de empleos y está condicionando la apertura comercial del gigante asiático. Joan Calabuig es observador privilegiado de la situación desde su puesto en el Parlamento Europeo.
China anunció el viernes que elevará sus aranceles a la exportación de numerosos productos textiles. ¿Hemos llegado al fin del conflicto?
Habrá que estudiar detenidamente la medida, pero no cabe duda de que va en la buena dirección. Cuando la Comisión Europea inició las investigaciones sobre ciertos textiles chinos, lo hizo con todas las cautelas, sin ninguna intención de iniciar una guerra comercial. Creo que la respuesta china es un paso hacia la solución dialogada que todos deseamos.
¿Por qué se inició la disputa? China ha argumentado que los movimientos de EE UU y la UE vulneran los pactos de libre comercio...
La eliminación de cuotas fue un hito en el proceso de liberalización comercial, pero China sabe bien que esto no puede ser la ley de la selva. Su acuerdo de entrada en la OMC permite aplicar salvaguardas sobre ciertos productos en caso de que el salto en las importaciones ponga en peligro la industria. Es lo que ha sucedido con varios productos textiles.
El comisario de Comercio, Peter Mandelson, ha pedido acelerar el proceso que llevaría a restricciones sobre dos productos: camisetas e hilo de lino. ¿Seguirá adelante la Comisión?
Dependerá del análisis del anuncio de China. Pero hay que recordar que el procedimiento no buscaba la confrontación, sino el acuerdo para que el cambio no sea excesivamente brusco para la industria europea. Aunque no conocemos el impacto que pueda tener la autocontención china, creo que permitirá que las empresas europeas se tomen un respiro.
¿A qué se deben las diferencias entre el norte y del sur de Europa en este tema?
Hay un grupo de países que se ha preparado mejor para el fin de las cuotas, o en los que el sector textil tiene poco peso, que han enfatizado la necesidad de evitar una guerra comercial. China es un mercado enorme, y lo será aún más en el futuro. Pero todos estamos de acuerdo en presionar para que se cumplan las reglas del juego.
¿Qué pueden vender las empresas españolas en China? Su presencia, de momento, es muy escasa...
Hay que centrarse en la calidad. Tecnología, innovación, diseño, incluso en los textiles o el calzado. Las oportunidades también son enormes para los servicios, un sector en el que España es especialmente potente.
¿Es lo bastante libre el acceso al mercado chino?
Se ha avanzado, pero no lo suficiente. Europa debe exigir reciprocidad en la apertura comercial. Además de barreras arancelarias, hay otras en forma de exigencia de certificados, documentación, trabas burocráticas... Y, por supuesto, está el problema de la propiedad intelectual.
Las cláusulas de salvaguarda de la OMC sólo valdrían, como máximo, hasta finales de 2008. ¿Cómo se afrontarán las probables pérdidas de empleo?
Hay que asumir que los productos de gama baja lo tendrán difícil para sobrevivir. Tendrá que haber cambios estructurales, para lo que es imprescindible el apoyo de todas las administraciones. En interés de las propias empresas, las reestructuraciones deberían ser pactadas para ganar rapidez.
¿Por dónde pasa el futuro del sector?
Las conclusiones del Grupo de Alto Nivel Europeo para el textil son claras: focalización en el diseño, inversión en innovación (que requerirá apoyo específico para las pequeñas empresas), formación para adaptar a los empleados a los nuevos procesos e introducción de nuevas tecnologías. Y acceso a nuevos mercados. Los productos españoles gozan de gran prestigio en el mundo, por lo que debe exigirse a la Comisión que luche por suprimir las barreras.