Los 'hedge funds' cierran el círculo
Los estrategas con vocación de largo plazo, ésos que hacen gala de no saber lo que ha hecho la Bolsa cada día de la semana, del mes y del año, coinciden de manera casi unánime en un aspecto. Los mercados están entrando en una etapa de alta volatilidad, más difícil para el gestor de carteras que los últimos dos años. La fecha de defunción de la etapa de volatilidades bajas puede variar, pero en todo caso rondará entre finales del primer trimestre y principios del segundo. Alrededor del quinto aniversario del máximo de la burbuja tecnológica, un periodo de euforia que, pese a quedar lejos en el tiempo, aún condiciona el mercado con sus coletazos.
La mayor volatilidad, se supone, abriría las puertas a mayores rentabilidades de los hedge funds. Estos productos se han vendido durante los últimos dos o tres años como el Grial de la inversión, puesto que teóricamente las ganancias que aportan no dependen del caprichoso rumbo de los mercados. Pero el auge de los hedge funds ha estado en la captación de capital, no en su rendimiento. Ello se debe a la gran cantidad de liquidez generada por los tipos bajos. Lo que, a su vez, es uno de los coletazos de la burbuja...
En cualquier caso, lo cierto es que las rentabilidades de este tipo de productos han sido, en el mejor de los casos, modestas. Algo que algunos expertos explican, precisamente, por la proliferación de productos en un mercado donde los nichos de rentabilidad, casi siempre procedentes de ineficiencias de los mercados, son limitados.
Ahora, además, el mal momento de este sector también trae recuerdos, y de los malos. Los del fondo LTCM, que con el cerebro de varios premios Nobel y con algoritmos matemáticos quería ser el Rey Midas de las finanzas. Su quiebra estuvo a punto de desencadenar una crisis financiera mundial. Y, al evitarlo, Alan Greenspan cebó aún más la burbuja financiera, al bajar los tipos. La volatilidad, los hedge funds y los miedos son, más que una nueva etapa, una vuelta a la casilla de salida.