La importancia de las ayudas estructurales
En un interesante trabajo de evaluación y prospectiva de la política de cohesión europea y la economía española realizado por Simón Sosvilla-Rivero y José A. Herce, utilizando el modelo Hermin para evaluar el impacto macroeconómico de las ayudas europeas de cohesión recibidas por España entre 1989 y 2006, combinando importes ejecutados de Fondos Estructurales y del Fondo de Cohesión hasta 1999 y los importes programados de 2000 a 2006, se concluye que la economía española habría crecido cuatro décimas más de punto porcentual en su tasa de crecimiento real anual gracias a las ayudas comunitarias.
Los autores del estudio, publicado como documento de trabajo por el Real Instituto Elcano, sostienen que este aumento se traduciría en un incremento medio de renta por habitante (a precios de 1999) de 638 euros, que supondría reducir el diferencial con la media de los Quince casi seis puntos. En términos de mercado de trabajo, las ayudas habrían mantenido o generado en 1989-2006 un 2,07% más de empleo, unos 300.000 empleos y una reducción media de la tasa de paro de casi dos décimas el mismo periodo.
El propio Gobierno español al analizar las propuestas de perspectivas financieras de la Comisión Europea para 2007-2013 -tras reconocer que España tendría una pérdida de su saldo presupuestario con la UE de casi 6.245 millones de euros al año, lo que supondría en 2007-2013 más de 43.000 millones de pérdidas respecto a la situación actual- evalúa los impactos macroeconómicos de tal situación afirmando que, como mínimo, la pérdida de fondos estructurales restaría 2,1 puntos al crecimiento del PIB en el periodo y una reducción de unos 210.000 empleos. Adicionalmente, innumerables proyectos medioambientales y de infraestructuras correrían serio riesgo por las dificultades sobrevenidas de financiación.
Las ayudas comunitarias incluyen un importante carácter dinamizador de la inversión pública
Por ello la situación es seriamente preocupante; la propuesta inicial de la Comisión no es admisible para España, pero tampoco las últimas propuestas de la Presidencia Luxemburguesa solucionan el particular caso español; conceder una prórroga del Fondo de Cohesión de dos años con porcentajes inferiores y degresivos respecto a los actuales es una concesión que difícilmente alcanzará 3.000 millones y no compensaría ni el 8% de la cifra de pérdidas de España.
Los importantes efectos de las ayudas comunitarias en nuestra economía, su carácter dinamizador de la inversión pública nacional y autonómica, la injusticia que supondría que un país que todavía no ha convergido con la renta media comunitaria, tuviera, con las actuales propuestas de la Comisión, que contribuir a la financiación de la ampliación en términos de PIB, con el doble esfuerzo que Francia y casi cuatro veces superior al de Alemania, ponen de manifiesto la falta de equidad de las propuestas que hay en la mesa.
Y ello se agravaría más si los países contribuyentes netos lograran su propósito de reducir sustancialmente el Presupuesto comunitario; la Presidencia Luxemburguesa en su carta a los ministros de Exteriores ya avisa que el techo de gasto será inferior al propuesto por la Comisión y que para conseguir el acuerdo habrá que realizar reducciones 'en todas y cada una de las categorías de gasto.'
En el estudio del Instituto Elcano se evalúa el impacto de las perspectivas 2007-2013 comparando la situación actual, con la propuesta de la Comisión, con una hipotética supresión del phasing out o ayudas transitorias propuestas por la Comisión y con la supresión total de ayudas para los Quince que quieren algunos contribuyentes netos.
Las ayudas en un escenario de continuación supondrían de media anual un 1,02% del PIB, con phasing out un 0,62 % y sin él un 0,46%; si se mantuvieran en su situación actual la tasa de crecimiento acumulada (TCA) de la producción real española sería del 3,10% en 2007-2013, con phasing out el 2,81% y el 2,39% sin ayudas transitorias. Si los contribuyentes netos se saliesen con la suya y eliminasen las ayudas a los antiguos Quince, la pérdida sería de unos 3,1 puntos del PIB en los siete años.
Es claro que España se juega mucho en el próximo Consejo Europeo que cierra la Presidencia Luxemburguesa; para defender los intereses de España no bastarán ni el talante ni las sonrisas; sin duda el talento, la inteligencia y la dureza negociadora serán armas mucho más eficaces.
En manos del Gobierno estará seguir contando con potentes instrumentos de convergencia o cosechar un fracaso negociador con graves consecuencias económicas y sociales para España, en todo caso el Partido Popular hará todo lo que esté en su mano para que la conclusión de estas negociaciones sean un éxito para nuestro país.