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Columna
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Del beneficio a la reputación

Por todas partes cunde el nuevo concepto de responsabilidad social, conforme al cual deben ser sometidas a escrutinio las instituciones y las empresas. Proliferan los departamentos de Responsabilidad Social Corporativa y las cuentas anuales incorporan un intangible, la reputación, sobre el que se apuesta cada vez de manera más decidida. Durante algunas décadas las empresas dejaron de buscar únicamente el incremento y la optimización de beneficios y creyeron encontrar solución a sus problemas en las estrategias de crecimiento. Ahora las empresas y las instituciones han llegado a la conclusión de que necesitan suscitar el aprecio de su entorno social y esa variable es la que se trata de medir con los parámetros de la reputación corporativa.

Recordemos cuando, hace años, presentar una auditoría de cuentas en las juntas generales de las sociedades era visto como una excentricidad que causaba perturbaciones internas y encerraba el peligro de sacar a la luz los trapos sucios, para los que estaba prescrita la conveniencia de lavarlos en casa.

Ahora las auditorías externas están prescritas y ningún gestor comparecería en una junta sin ofrecer ese ejercicio de transparencia que, además, se ha probado como un instrumento que coadyuva al gobierno interno de cualquier entidad y como una garantía básica para el inversor o para el contribuyente cuando hablamos de instituciones públicas.

El recurso a los auditores, a veces malversado -recordemos los escándalos de Enron y Worldcom y cómo arrastraron a Arthur Andersen por convalidar sus mentiras o ayudar a construirlas y enmascararlas-, se ha hecho imprescindible no sólo en los sectores más formalizados sino incluso en el ámbito de las ONG y las beneficencias varias civiles e incluso religiosas.

Por eso se piensa que el nuevo Papa iniciará su pontificado pidiendo con toda discreción una auditoría para dejar en claro las cuentas después del azaroso paso del arzobispo Paul Marcinkus y sus colaboradores por el poderoso Istituto per le Opere di Religione (IOR), desde donde se manejan los fondos económicos de la Iglesia de Roma. En los preparativos de la presentación de cuentas debe andar ocupado estos días el cardenal Rouco, que recibió esa tarea como uno de los últimos encargos de Juan Pablo II.

Toda esta línea de tendencia en los comportamientos públicos, lejos de ser derivas caprichosas nacidas de las escuelas de negocios, responde a las exigencias crecientes del accionista, del gestor, del empleado o del ciudadano de a pie, y debería traducirse también en algunas áreas sensibles que ahora el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quiere modernizar, como sucede con la Ley Orgánica de la Defensa Nacional. Por eso, sería del mayor interés que, junto al proyecto de Ley -aprobado por el Consejo de Ministros el viernes 18 de marzo y remitido para su tramitación al Congreso de los Diputados- se avanzara en el trazado del balance social de la Defensa, una de las pocas competencias exclusivas del Estado, inmune a las modificaciones que apuntan las reformas de los Estatutos de autonomía ahora en ebullición.

Pero una cosa es que las atribuciones de la Defensa Nacional sean intransferibles y otra que sobre la Defensa Nacional no interaccione la realidad del Estado autonómico. De ahí la conveniencia de proceder a elaborar un balance social de la Defensa que tenga en cuenta esa variable territorial. De ese modo sabríamos cuál es la contribución territorial de cada una de las comunidades, cifrada en campos de maniobras e instalaciones de los Ejércitos acogidas en sus respectivos ámbitos geográficos.

También podría atenderse al despliegue de unidades y estudiarse el impacto ambiental y económico que representan, así como determinar en qué forma contribuyen las actividades en este campo a la cohesión social, y analizar los retornos a las contribuciones prestadas en términos de empleo y de investigación y desarrollo derivado de las industrias de la Defensa. La tramitación parlamentaria de la Ley Orgánica de la Defensa puede ser una buena ocasión para emprender estas tareas. Veremos.

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