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CincoSentidos

Medio millón de mujeres no cotiza por su trabajo

La irregularidad laboral afecta al 17% de las mujeres ocupadas, es decir, a 522.700 trabajadoras. Esta es la conclusión a la que ha llegado el estudio La presencia de las mujeres en el empleo irregular. El informe, realizado por el Observatorio para la Igualdad de Oportunidades, fue hecho público ayer por la directora del Instituto de la Mujer, Rosa María Peris.

El servicio doméstico es, según el documento, la actividad que concentra una mayor irregularidad laboral. Hasta un 30% de las mujeres que se dedican a ese trabajo lo hacen al margen de la Seguridad Social. Le siguen sectores como los servicios a empresas (16%), la hostelería (14%), el pequeño comercio (13%) y la educación (9%).

La ausencia de contrato se hace sentir en los salarios. Más de la mitad de las mujeres que no cotizan cobra menos de 300 euros al mes, frente al 3% de las que sí lo hace. Además, sólo el 2% de las primeras alcanza los 900 euros mensuales. Esto lleva a la directora del Instituto a señalar que los bajos sueldos hacen que no compense afiliarse a la Seguridad Social, 'a pesar de los perjuicios que esto puede aportar en el futuro a las trabajadoras'.

Pero la diferencia de sueldo también se debe, en parte, a las menores jornadas laborales que tienen las empleadas irregulares. El 60% trabaja menos de 20 horas a la semana, mientras que casi la totalidad de las que tienen empleos reconocidos pasan más de 30 horas trabajando.

Según el análisis, existen dos perfiles de personas en el empleo irregular. El primero, de tipo clásico, correspondería a mujeres de mayor edad, con parientes a su cargo o extranjeras.

El segundo muestra una descripción más inusual. Son mujeres jóvenes que, o bien buscan una fuente de ingresos para cubrir sus gastos personales mientras residen con su familia, o jóvenes que se han independizado y ven en el empleo irregular una vía temporal para conseguir dinero mientras esperan un trabajo que se corresponda con su nivel de preparación.

Al mirar la formación, un 30% de las empleadas con contrato tienen estudios superiores. Esta proporción baja al 22% entre las que están en situación irregular. La diferencia es más visible si se compara con las que se dedican al servicio doméstico: sólo un 7% de las empleadas del hogar alcanzan ese nivel educativo. De hecho, un 46% de las asistentas sólo tienen estudios primarios o carecen de formación.

En relación a la edad, las chicas menores de 25 años suponen casi una tercera parte de las trabajadoras irregulares, frente al 8% que representan entre las que cotizan. Por otra parte, las trabajadoras irregulares de origen extranjero son un 11% del total, aunque su presencia aumenta al 19% entre las empleadas del hogar sin contrato.

Las mujeres con empleos irregulares conciben su salario de distintas maneras. Para unas es un complemento de la renta familiar, mientras que, para otras, es un medio para lograr la independencia económica.

El informe, realizado con datos de 2002, basa sus cifras en la contrastación de los datos de afiliación a la Seguridad Social con los aportados por la Encuesta de Población Activa, y contempla los casos de doble afiliación. La descripción del perfil de la mujer trabajadora en situación irregular procede de una muestra de 1.200 empleadas.

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