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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Argentina vuelve a pagar la deuda

El Gobierno argentino anunció ayer el final de la suspensión de pagos de la deuda pública decretada en diciembre de 2001. La compleja operación de canje de los 81.000 millones de dólares en moratoria exigió una ardua y larga negociación con los acreedores. Su culminación se considera un éxito político del presidente Néstor Kirchner, ya que su Gobierno ha conseguido que en torno al 80% de los tenedores de los bonos acepten una quita promedio del 65% del valor nominal de esos títulos.

Pero el final de este difícil proceso no es, en realidad, más que el comienzo de un largo camino hacia la plena normalización económica y política del país suramericano. La reinserción de Argentina en los mercados de capitales no está a la vuelta de la esquina. El próximo domingo, en Washington, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, intentará que Rodrigo Rato flexibilice las exigencias del FMI tras el canje y le conceda un mayor apoyo. Pero no está nada claro que pueda conseguirlo.

El organismo financiero, uno de los principales acreedores de Argentina, exige a Kirchner que aumente las tarifas de los servicios privatizados y regularice los contratos con esas empresas. También desea que el Gobierno busque un acuerdo con los acreedores que no aceptaron las condiciones del canje y quedaron fuera. Dos medidas de alto coste político para un presidente que necesita como el aire el apoyo popular para reconstruir el Estado y el prestigio de la política del país.

El canje permitirá que Argentina vuelva a pagar los intereses y las amortizaciones del 50% de su deuda total, hasta ahora suspendida. La buena noticia para los acreedores, sin embargo, supone para ese país un desembolso de más de 12.000 millones de dólares este año. Y alrededor de 70.000 millones hasta 2009. Si se tiene en cuenta que el superávit fiscal primario de este año será de 4.500 millones, resulta evidente la urgencia de renegociar pagos con el FMI y la necesidad de emitir nueva deuda para pagar los vencimientos de este año. Un nuevo endeudamiento es peligroso, pero será inevitable si la recaudación fiscal cae como resultado de menores ingresos de las exportaciones de commodities. No hay que olvidar que el 60% del superávit primario surge del impuesto del 20% sobre esas exportaciones.

Asimismo, la llegada de capitales golondrina tras el canje es un hecho. Se calcula que en estos días han entrado 4.500 millones. Esto ya está presionando la subida del peso, un efecto que el Gobierno no desea, pues afecta la competitividad. Pero el canje ha favorecido la demanda de nuevos bonos en pesos, con tipos del 8% anual y atados a la evolución de la inflación y del tipo de cambio. Con un aumento de precios previsto del 7,5% para este año, el bono se actualizará en ese porcentaje. Pero, además, si el peso se aprecia, como está previsto, el valor en dólares de esos bonos será mayor. Por lo cual, el monto de la deuda total en dólares crecerá.

La salida de la suspensión de pagos es un importante paso. Ahora, Argentina debe llegar a un acuerdo satisfactorio con las compañías privatizadas y seguir creciendo. Una tarea que demandará varias legislaturas.

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